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El sinhogarismo, esa dura realidad en las calles de ciudades y pueblos, emerge con especial crudeza durante los meses invernales. En enero, España se enfrenta a un reto creciente: cerca de 40.000 personas se encuentran sin un techo donde resguardarse del frío implacable. Vagan entre la invisibilidad y la urgente necesidad de ayuda, y no son solo cifras en un estudio; son historias de vida truncadas por múltiples factores: pérdida de empleo, salud mental, etc.
Tengo ganas de pedir limosna en el mundo vagabundo, con mi cerveza en la mano, jamás fumando un puro. Vagabunda de noches sin pan, sin poder contar las estrellas, cuando pierda el trabajo, probaré ese mundo. Beber ya sé, extender la mano... aprenderé pronto.
Tengo ganas de pedir limosna en el mundo vagabundo, con mi cerveza en la mano, jamás fumando un puro.
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