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Llegamos a tiempo al Museo Nacional del Centro de Arte Reina Sofía, acababa de inaugurarse, era por tanto el primer día ofrecida al público la colección monográfica Esperpento – Arte popular y revolución estética, centrada meramente en la excusa del centenario de la obra “Luces de Bohemia” de Ramón del Valle-Inclán. Pero todo allí era un gran esperpento.
Traemos aquí a Valle-Inclán por aquello del esperpento, puesto que hoy, por muy pop que se quiera todo, todo deviene expresionista en el antedicho sentido valleinclaniano. Todo se emperifolla de inmediatez y fútil cacareo mediático; lo primero, la política, que al no poseer altura (por poseer la altura que otorga el mérito portado por quienes aportan a esta) está enredada en lo banal.
Muchacha ¿Te has dado cuenta de que estás llamando inculto a D. Ramón del Valle Inclán, ínclito gallego nacido en Villanueva de Arosa, a Emilia Pardo Bazán, una de nuestras mejores escritoras en Español, que nació en La Coruña, a Rosalía de Castro, que vio por primera vez la luz en Santiago de Compostela, considerada una de las principales poetisas y novelistas del siglo XIX, y que junto con Eduardo Pondal y Curro Enríquez fue una de las figuras emblemáticas del Rexudimento gallego, y que con el sevillano Gustavo Adolfo Bécquer fue considerada precursora de la poesía española moderna?
Si hay un heterodoxo patrio de las artes que nunca ha dejado de estar de actualidad ese es Ramón María del Valle-Inclán.
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