| ||||||||||||||||||||||
La pintura utilizada por los grafiteros, cerca de 16.000 litros aproximadamente, está compuesta de sustancias tóxicas, como el benceno o el 1,3-butadieno, que comportan efectos nocivos sobre el medio ambiente y las personas. Durante el año pasado, han pintado cerca de 80.000 m² de superficie en trenes, cifra supone unos 40.000 botes de pintura, un residuo peligroso contaminado. En 2022, se emplearon 10.500 horas de trabajo en limpieza de trenes.
El fenómeno catalán ha entrado en lo que se podría calificar como la disparatada e inexplicable discordancia entre lo que aspiran unos, los más recalcitrantes separatistas; lo que buscan obtener otros, los más pragmáticos y lo que un grupo importante de catalanes, los que prefieren pisar tierra firme y no correr el albur de que la autonomía acabe desmoronándose bajo el peso de la inoperancia, la fantasía, las utopías soberanistas.
Ada Colau ha tenido la desgracia de convertir Barcelona en un estercolero a su medida. Salta a la vista la miseria y la podredumbre de las fanáticas políticas discriminatorias, donde la ciudadanía no proclive al independentismo sigue bajo la bota de la represión, las formas dictatoriales y el desgobierno municipal.
El vandalismo está de moda hoy. Solamente se necesita fijarse cómo terminan los botellones y cómo reacciona la juventud ante la policía. Las manifestaciones de protesta a menudo finalizan con enfrentamientos con la policía, quema de contenedores, destrozos del mobiliario urbano, roturas de cristales de los establecimientos… No es cuestión de que calles y plazas que no estén bien iluminadas. Se debe a la condición humana.
|