Muchas de las formaciones que imparten las empresas a sus empleados solamente consiguen familiarizarles con los conceptos, generando la falsa ilusión de que se han aprendido pero sin llegar a capacitarlos realmente para retenerlos, dominarlos y aplicarlos a su práctica profesional. De hecho, sólo el 8% de programas de formación corporativa llega a impactar en el negocio y sólo el 4% obtiene algún ROI, según informó el año pasado el Workplace Learning Report 2017.
Décadas de investigaciones cognitivas han demostrado que las metodologías didácticas empleadas condicionan enormemente el éxito de una formación, pero las empresas aún no adoptan las más efectivas, posiblemente por desconocimiento de cuáles son y cómo hacer viable aplicarlas. Esta necesidad de divulgación ha movido a la consultoría Siltom Institute a aportar luz a los formadores corporativos publicando un decálogo de sencillas estrategias neurodidácticas avaladas por la ciencia para que el aprendizaje se retenga a largo plazo.
“Como expertos en facilitar la alineación de la formación corporativa con la forma como el cerebro humano aprende más y mejor, vemos muchas empresas que disponen de tecnología para impartir cursos e-learning pero dejan por cubrir la imprescindible fase de guiar al empleado en la memorización posterior de estos nuevos conocimientos”, afirma Maribel Bainad, CPO de la compañía y creadora de la metodología SILTOM (Successful Intelligence Lasting in Top of Mind).
Las 10 sencillas estrategias que mejor rentabilizan el tiempo y recursos dedicados a la formación interna para consolidar el aprendizaje como patrimonio intelectual perdurable son:
Autoevaluarse: cuantificar los conocimientos reales poniéndolos a prueba con preguntas test que fomentan la curiosidad y fuerzan a pensar y practicar lo aprendido en entornos relajados y sin riesgo. Repasar: un único impacto formativo es ineficiente. Para saber y dominar algo con agilidad es imprescindible repasarlo o practicarlo cada cierto tiempo, con especial foco en lo que falta consolidar. Microlearning: evitar sobresaturar de información y centrarse en el contenido relevante, distribuyendo su adquisición en sesiones breves pero frecuentes que permitan estar plenamente atentos. Periodo extenso: evitar los cursos intensivos dejando tiempos de descanso entre los puntos del temario o sus repasos. El tiempo dificulta recordar los conceptos, y así su posterior “realmacenado” es más duradero. Intercalar temas: combinar distintos temas en cada sesión, formatos mixtos o varias ubicaciones, para ampliar el tiempo de atención e interrelacionar mejor lo aprendido y la profundidad de su comprensión. Movilidad: poder aprender en cualquier momento desde dispositivos móviles enriquece los recuerdos generados y facilitan su recuperación si se adquieren en lugares similares a donde se aplicarán. Enseñar a otros: explicar lo aprendido a compañeros, reelaborando los mensajes con palabras propias, simplificando y relacionándolo con conocimientos previos es muy efectivo para interiorizar los conceptos. Gamificación: el aprendizaje en formato de juego genera emociones positivas que motivan a esforzarse por auto superarse y a interactuar socialmente para imitar a los mejores. Aprender del error: la corrección diferida de los errores cometidos y seguida de una explicación contextualizadora permite reflexionar su causa y centrar la atención en corregir las debilidades. Multisensorial: se aprende más cuantos más sentidos estimules al comunicar conceptos y es importante gesticular, escuchar sonidos y ver imágenes/vídeos; y aún mejor si el alumno también mueve su cuerpo.
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