¿Cómo le comunico a mi hijo la muerte de una persona cercana? ¿Debo implicarle en los actos de despedida? ¿Cómo consigo que el niño vuelva a la rutina? Cuando fallece un ser querido es inevitable que surja una especial preocupación por cómo explicarle la noticia a los más pequeños. Meridiano Seguros aporta los recursos necesarios para mejorar la seguridad y confianza en la difícil tarea de acompañar a un menor en esos momentos tan delicados.
La aseguradora, de la mano de la psicóloga experta en duelo Nuria Javaloyes, continúa con su afán de apoyar a las familias y ofrecerles un servicio completo en todo momento, y aporta las siguientes claves para facilitar a los adultos lidiar con este delicada situación: - Comunicar la noticia lo antes posible y sin eufemismos
Es esencial que la persona que hable en un primer momento con el niño sea alguien de confianza, preferiblemente uno de los padres, que le diga la verdad graduada y adaptada a su capacidad de entender, pero sin utilizar eufemismos que pueden confundirle. El menor tiene que entender la irreversibilidad de la muerte, pero paralelamente debemos darle cierta esperanza diciéndole que esa persona sigue viva en el recuerdo. - La edad, un factor clave para saber cómo tratar el tema
De 0 a 2 años: En esta etapa lo más importante es mantener sus rutinas, horarios y ritmos, procurándole un entorno de seguridad y estabilidad, cogiéndole en brazos, tocándole muy a menudo y haciéndole sentir a salvo. De 2 a 6 años: Es esencial utilizar un lenguaje claro y preciso para contestar a sus preguntas; ¿Por qué no viene?, ¿dónde está?, ¿tú también te vas a morir? Con nuestras respuestas le ayudaremos a entender que la muerte es irreversible, universal y que tiene un porqué. Debemos evitar utilizar eufemismos como “se ha ido” o “está de viaje”.
De 6 a 10 años: Es especialmente importante atender las preguntas del niño, dado que el nivel de sofisticación en su capacidad de razonar es mayor. Además, suele ser a partir de esta edad cuando el niño puede tener la iniciativa de querer participar en los rituales de despedida. Para ello, es importante anticiparle en qué va a consistir y permitirle que participe si así lo desea.
De 10 a 13 años: La transmisión de nuestras experiencias previas facilita a los preadolescentes un modelo fiable de cómo sobrellevar esos momentos y seguir adelante. En esta etapa debemos mostrarnos accesibles y cercanos, respetando sus tiempos y proporcionándoles seguridad para el futuro. - Asumir y conocer las fases del duelo por las que pasará el menor
Es importante saber que las fases son distintas entre adultos y niños, y la intensidad con la que el menor lo procese dependerá de su edad y de su desarrollo emocional y social. Las diferentes fases por las que pasa un niño en su proceso de duelo son tres: Protesta, que puede durar varios días; desesperanza; donde puede aparecer el miedo y la culpa; y transformación del vínculo emocional que tenía con esa persona que ya no está y vuelve a la normalidad. - Mantener las rutinas del niño
Mantener las rutinas y horarios es una manera de armonizar el mundo interior del niño a través de su mundo externo, siempre con cierta flexibilidad especialmente los primeros días, ya que es posible que necesiten ayuda en sus tareas cotidianas y que experimenten cierta ansiedad al separarse de sus seres queridos al trasladarse a algún lugar. En el colegio es recomendable que el profesorado conozca la situación y establezca un canal de comunicación estable con el entorno familiar. - Prestar atención a un duelo complicado
En determinadas circunstancias de carencia afectiva, el proceso del duelo puede suponer un problema para el desarrollo normal del niño. Si ocurre, habrá que acudir a un psicólogo, y enseñar a los niños a expresar sus emociones y a manejarlas de forma adecuada.
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