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Conociendo al Dr. Alfredo Quiñones-Hinojosa

Autor de 'Dr. Q. La historia de un jornalero migrante convertido en neurocirujano'
Alfonso Miñarro López
jueves, 24 de enero de 2019, 09:23 h (CET)

El Doctor Alfredo Quiñones, más conocido por el sobrenombre de Dr. Q, es un reputado neurocirujano e investigador y ejemplo de que tu origen, no determina tu futuro.


Nacido en México, cerca de Baja California, con diecinueve años recién cumplidos, Alfredo cruzó la frontera que separa México de EE. UU donde realizó en un primer momento trabajos de subsistencia de distinta índole, como agricultor, pintor y soldador.


Su perseverancia para superar dificultades y su trayectoria académica, le permitieron estudiar en las universidades más prestigiosas del país, como la UC Berkeley, donde estudió Psicología y la Universidad de Harvard, donde se graduó en Medicina.


Tras su residencia posdoctoral en la UC San Francisco (UCSF), llegó a Johns Hopkins, uno de los hospitales y centros de formación de medicina de referencia, donde fue profesor asociado de Cirugía Neurológica y de Oncología, Director del Programa de Cirugía de Tumores Cerebrales y Director del Programa de Cirugía Pituitaria.


En la actualidad ejerce como jefe del Departamento de Neurocirugía en la Clínica Mayo en Jacksonville, Florida.

El Dr. Quiñones continuando con el legado del Dr. Henry Schimek, es el Editor de la sexta edición de uno de los más amplios y reconocidos tratados en neurocirugía a nivel mundial, “Schmidek and Sweet´s Operative Neurosurgical Tecniques”


Autor del libro “Dr. Q: La historia de cómo un jornalero migrante se convirtió en neurocirujano”, (LID Editorial), en el que cuenta su increíble y apasionante testimonio vital y profesional, destacando su incansable faceta investigadora en busca de la curación contra el cáncer.


Sin olvidar su origen humilde, es cofundador y presidente de Mission: BRAIN, la Fundación sin ánimo de lucro que ha impulsado la realización de cirugías complejas en pacientes con escasos recursos económicos.


Alfredo, en el libro “Dr. Q” relata como a la edad de veintiún años miró de frente a la muerte. Este suceso, ¿Le cambió sus prioridades y el modo en el que ver la vida, a partir de ese momento?

No cabe la menor duda, Alfonso. Creo que ese fue un momento muy importante en mi vida y fíjate que me llevó muchos años entenderlo.


Recuerdo primero de nada que cuando desperté en el hospital, estaban mi padre y mi cuñado llorando, y no entendía lo que había pasado. Me dieron de alta al siguiente día, después de realizarme todas las pruebas necesarias- Resonancias magnéticas y tomogramas- para constatar que milagrosamente no había daños cerebrales, por la falta de oxígeno a la que estuve expuesto al caer al tanque.


Al llegar a la casita humilde donde vivíamos en Stockton, una de las ciudades más violentas de California, donde la gente cargaba pistolas, me senté en el suelo y recuerdo que comencé a llorar al ser consciente de que había sobrevivido a un golpe muy fuerte en mi vida y me prometí a mí mismo nunca más mirar hacia atrás y jamás darme por vencido, no rendirme y tratar de hacer algo importante con mi vida.


No sabía exactamente que iba a hacer y nunca me preocupé por el dinero o cosas materialisticas, solo quería hacer cosas importantes y dejar mi huella en este mundo, que es lo mismo, te lo juro, que estoy tratando de hacer en la actualidad.


Antes de ocurrir el accidente, estaba más enfocado en ganar algo de dinero para comprarme una camisa, un pantalón o un par de zapatos y este suceso cambió mi vida por completo. Después, me di cuenta de que era un privilegio estar vivo, aunque no quiero decir que me hizo mejor persona. Lo que sucedió es que me convertí en una persona más aguerrida, más trabajadora y centrada en lo que iba a suceder en el futuro. Como que me dio un segundo alentón, un empuje que me ha llevado hasta donde estoy ahora.


En sus comienzos en Harvard, se refiere a una conversación con un compañero, presionado y casi obligado a estudiar medicina, por no defraudar a su familia. Como padre, ¿Qué importancia tiene que los hijos elijan su futuro profesional, sin ningún tipo de imposición?, ¿Alguno de sus hijos seguirá su estela en la medicina, por iniciativa propia?

¡Qué buena pregunta! Ahorita, me estoy acordando exactamente cuando tuve esa conversación con mi compañero de clase, cuyo papá era un profesor increible y super famoso.


Él me dijo, ¡Qué suertudo eres!, y le respondí ¿Por qué ?, dado que yo tenía escasos recursos económicos, no salía de vacaciones…Mientras que él tenía aparentemente de todo.


Y me respondió que tenía suerte de no tener presión y que lo que yo hiciese, sería un logro, mientras él tenía que vivir bajo una presión muy fuerte y siempre pensando que sería incapaz de hacer tanto como su padre o su madre habían hecho.


Esto me hizo aprender a no poner presión a mis hijos. Aunque sé que la presión se la autoimponen ellos mismos de forma subliminal. Por ejemplo, mi hija mayor está en segundo año de Universidad y me suele decir: “Papá, es imposible que logre lo que tú has logrado”, por el hecho de que yo esté constantemente luchando para cambiar el mundo. Me levanto a las cuatro de la mañana, trabajo hasta media noche, días festivos, Navidad, año nuevo…Ya lo has visto en mi libro, no cambio. Es mi ritmo.


No espero que ellos estudien medicina, solo que estudien lo que les apasione. A lo mejor mi hija mayor, puede que esté interesada en medicina, pero lo que quiero es que lo haga por su propia iniciativa y trato de no poner mi presión en ellos, ni mis expectativas, solo pretendo servirles de inspiración. Aunque si les preguntas a ellos, te van a decir algo diferente (Risas).


Como padres, debemos ser conscientes de que nuestros hijos deben labrarse su propio futuro, porque no estaremos eternamente con ellos.




Alfredo, ¿La casualidad existe?, ¿Considera su encuentro con el Dr. Peter Black, y su posterior invitación a presenciar una craneotomía como providencial en su posterior carrera profesional?

(Risas). Fijate lo que es la vida, Alfonso. En Mexico le llamamos Diosidencias. Soy un hombre de Fé, no lo niego.Crecí católico y de niño iba a la iglesia, aunque nunca trato de empujar mis creencias en otra gente.


Creo que hay algo más poderoso, como mecanismo para explicar a veces las cosas que no podemos entender, que nuestro cerebro desafortunadamente no puede contemplar una explicación.


También creo en lo que decía el científico español Ramón y Cajal, que obtuvo el premio Nobel de medicina en 1906, “que, entre más fuerte trabajo, más suerte tengo”.


Cuando estaba caminando por ese pasillo del hospital, creo que lo que ocurrió fue una de estas Diosidencias, que las busca uno aunque en ocasiones no sepa como está buscando su propio destino, pero siempre les digo a los jóvenes que mantengan su humildad, que estén constantemente buscando otros horizontes, que no se den por vencidos, que traten de reinventarse y de este modo, las puertitas se les abrirán del mismo modo que se me abrieron a mí.


De este modo las cosas que a priori pueden ser consideradas casualidades, tienen una influencia increíble en tu futuro, como me ocurrió a mí. Ni en mis mejores sueños me imaginaba que iba a realizar craneotomías con pacientes despiertos, como hago ahora, pero de alguna manera, aquel granito, aquella semillita que se plantó en mi mente cuando estaba en la Facultad de Medicina en Harvard ha tenido una influencia increíble en el resto de mi vida.


Como profesional de la medicina, ¿Qué opinión le merecen las producciones televisivas ambientadas en cirugía hospitalaria, como “House” o “The Good Doctor”, ¿Las considera útiles para fomentar vocación por el ejercicio de la medicina?

(Risas) A mí me encantan, porque pienso que estas compañías de producción han tocado un nervio muy importante. Es la razón por la que como sabes, Plan B y Disney han estado interesados y están haciendo mi película.


De mi historia lo que les interesa son principalmente dos cosas que les fascina al mundo en general y a EE. UU en particular: Por una parte, la historia del emigrante que llega pobre, ingresa en Harvard y ahora está de catedrático en la Clínica de los hermanos Mayo y la otra es por ser neurocirujano, por explorar el órgano más increíble de nuestro cuerpo, el que nos hace ser humanos.


De alguna manera, este tipo de producciones como las que comentas, captivan la imaginación de aquellas personas que las miran y aunque no todas las historias que cuentan son verdaderas, tienen un papel muy importante y ojalá los jóvenes que están mirando estos programas, se den una idea de lo que es ser doctor, ser cirujano, de lo que es cuidar a un paciente y darle todo lo que tú tienes y para mí se me hacen muy útiles para fomentar esa vocación y para que la gente se inspirepara tratar de hacer medicina. Y me gustan, la verdad me gustan.


Su faceta altruista, heredada de su abuela María le llevó a fundar Mission:BRAIN, con la finalidad de realizar complejas cirujías cerebrales, de forma gratuita a personas de escasos recursos económicos, ¿De qué modo son financiados los altos costos de estas cirujías?, ¿Cuántas intervenciones de este tipo, suelen realizar anualmente?, ¿En qué paises suele operar la Fundación?

Muy buena pregunta!, fíjate lo que es la vida, Alfonso. Sí es cierto, pienso que esto de la fundación que tenemos, con su faceta altruista, viene de mi abuelita María, porque mi abuelita María a pesar de que no tuvo acceso a la educación, era una mujer increíble, con un carácter fuerte también y si me miras a mí, soy físicamente la versión masculina de ella y de carácter también, porque no vayas a pensar que soy una persona fácil de carácter.


En la Fundación, las cirugías complejas que hacemos en los cerebros, las hacemos de forma totalmente gratuita porqué vamos a estos países y mi condición es muy fácil, puesto que a mí la vida me ha tratado muy bien y me ha bendecido, permitiéndome -anteriormente en Hopkins y ahora en Mayo - cuidar de pacientes con un poder económico muy alto, muchos de ellos procedentes de otros países subdesarrollados. Entonces les digo, vamos a ir a los países de donde ellos vienen, a operar a gente muy pobre, en los hospitales privados y de más lujo de estos países y aunque por nuestra parte proveeremos nuestros servicios, quiero que ustedes también ayuden a esta gente humilde, para que no tengan que pagar absolutamente nada, ni antes, ni durante, ni después de la cirugía.


Me di cuenta Alfonso, de que en estos lugares hay gente muy bonachona, que quiere ayudar, pero no sabe cómo hacerlo y yo soy el vehículo para que estas personas salgan adelante.


Por ejemplo, en México trabajamos en tres ciudades: Monterrey; Guadalajara y Ciudad de México. Hemos estado también en Las Filipinas cada año, vamos a Perú; Colombia; Panamá y Costa Rica.


Cada vez que hacemos un viaje a uno de estos países, hacemos entre tres a diez intervenciones. Me llevo a todo mi equipo – Unas quince a veinte personas- Yo pago por ellos y a veces llegamos a ciudades y hay gente muy buena que colabora con nosotros, como los dueños de hoteles facilitándonos alojamiento o de limusinas que nos proveen el servicio de transportación.


Nosotros vamos a estos países con mentalidad de aprender y compartir conocimientos con los profesionales, doctores y cirujanos de estos países y cuando nos dan la oportunidad también realizamos nosotros la cirugía.

La fundación que es de no lucro, no la considero mía. Yo solamente la fundé. Es patrimonio de nuestro país, de EE. UU y aunque soy mexicano, me considero ciudadano del mundo y mi principal objetivo es formar puentes con el resto del mundo.


Alfredo, en su libro, destaca la importancia de saber comunicarse de forma empática con los pacientes y como ante un mismo diagnóstico, se puede comunicar con un mensaje esperanzador o describir un panorama poco alagüeño, ¿Considera que los mensajes optimistas tienen un efecto placebo?, ¿Su paso por UC Berkeley, donde estudió Psicología le ha facilitado el trato con sus pacientes?

Mira Alfonso, es cierto. Comunicarse de forma empática con los pacientes es para mí algo muy importante, casi más que lo que hago con mis manos. Al momento de mirar un paciente con un tumor sé exactamente lo que tengo que hacer. Antes de ir a mirar al paciente, lo confirmo con su historial, con su examen y cuando me junto con él en la clínica por espacio de media hora o una hora, lo que pretendo es cómo entender al paciente, entender qué es lo que el paciente quiere y entender qué es lo que el paciente sabe.


Como te decía antes, muchos pacientes vienen de otras partes del mundo. Viajan tres, cinco, seis mil millas de distancia para mirarme. Tu y yo sabemos que la razón principal por la que se suben a un avión, y viajan, por tanto, es porque sus enfermedades son superpeligrosas.


Primero que nada, trato de entender qué es lo que saben, qué es lo que no saben y cuáles son sus prioridades. Lo que aprendí en Psicología en Berkeley, me sirve para escucharlos y hacerles preguntas enfocadas a saber que es lo que el paciente quiere. Y lógicamente ser optimista es muy importante para mí. Esto no quiere decir engañar a los pacientes, quiere decir ser realista, comentarle que está peleando una pelea difícil y si me preguntas de números, no están en favor de ti, pero si me preguntas de energías y de calidad de vida, todo está a favor de ti. No es la cantidad en lo que yo estoy interesado, sino la calidad de vida.


En definitiva, cuando te comunicas con el paciente de una forma muy, pero que muy empática, te permite tener conversaciones más a fondo con él, ayudándoles a tomar decisiones difíciles y a parte de eso, creo que siendo optimistas mantienen el sistema inmunológico mucho más fuerte y los hace a veces, en mi opinión, pelear mucho más eficazmente en contra de las enfermedades.


Para usted, en el periodo que fue estudiante de medicina, tuvieron gran relevancia sus mentores para conseguir que desplegase todo su potencial y su posterior paso como médico residente. Ahora que es usted el que mentoriza a otros, ¿Cómo los motiva y a su vez los lleva al límite?

¡Muy buena! Siempre les digo a mis estudiantes que hay una línea muy finita entre ser un mentor o ser un Tormentor. (Risas)


Los mejores mentores que he tenido fueron aquellos que a veces sentía que me estaban tormentando, pero al mismo tiempo me inspiraban porque sabía que eran los que se levantaban primero y los que se iban a dormir más tarde.

Es muy importante entender, como decimos en inglés “hard work beats talent when talent fails to work hard “, que quiere decir que el trabajar fuerte, siempre estará por encima del talento cuando una persona con talento falla en su manera de trabajar arduamente.


También es importante motivarlos a través del ejemplo, por eso siempre les digo que me encanta lo que hago como cirujano, como científico y como ser humano y eso pienso que les llena de ilusión y les abre una ventanita a su propio futuro, pero al mismo tiempo hay que llevarlos al límite para constantemente esperar más de ellos.


Es similar a estar corriendo un caballo. El jockey sabe cómo empujar ese caballo, lo siente, lo mira. Tienes que sentir la energía de ellos, tienes que saber cuándo los vas a empujar y cuándo los vas a atorar y cuándo es necesario darles un discurso alentador, o a veces si se están poniendo muy arrogantes, darles un toque.


En definitiva, con los estudiantes tienes que tener práctica para sentirles el pulso de ellos.


Alfredo, comenta que como corredor ha descubierto que una carrera no termina en la meta, y que cada vez alcanzada ésta, comienza una nueva carrera. En lo personal ¿Qué carrera le gustaría culminar con éxito?, ¿Y profesionalmente hablando?

¡Oh, muy buena! Aunque parecen dos preguntas separadas, están conectadas, te lo juro.


En lo personal, lógicamente me gustaría que mis hijos fueran felices y no se si eso será por medio de que tengan éxito en la educación.


Me gustaría salir de este mundo un día, mirar hacia atrás y saber que he hecho todo lo posible por mejorarlo y para que mis hijos - no solo los biológicos, también mis estudiantes, los hijos de mis pacientes - y todos aquellos que me han rodeado tengan una mejor vida. Esto es muy, pero que muy importante para mí.


Y profesionalmente hablando, que no está desconectado con lo personal, pues tratar de encontrar una cura en contra del cáncer. Porque el cáncer mata a mucha gente y va a ser la razón número uno de muerte en el mundo para el año 2030. Y desafortunadamente una enfermedad devastadora y muy cara. Para mí encontrar una cura para el cáncer cerebral, es muy pero que muy importante y si no la encuentro, al menos me gustaría servir de inspiración a los jóvenes de mi laboratorio y de otros laboratorios para que la encuentren algún día.


Pero como te digo, estas carreras no se acaban jamás. Acabas con un objetivo y ya estás trabajando en el que sigue. Esto te mantiene joven, activo y enfocado.


Una de las estrofas de la canción “El presente” de la cantante y compositora mexicana, Julieta Venegas, dice así: “El presente es lo único que tengo. El presente es lo único que hay. Es contigo mi vida con quien puedo sentir.Que merece la pena vivir”, ¿Se considera un afortunado por haber podido contar durante todo este tiempo con la compañía de su esposa Anna?, ¿Hasta que punto ha sido determinante su apoyo, para convertirse en lo que hoy en día es?

¡Uh! Es indiscutible.


Han sido muchos los eventos pequeños que han sido muy importantes.

Pero eventos que cambiaron mi vida, ya hablamos de uno de ellos, al momento de salir de ese tanque que ya casi moría. Otro ha sido haber conocido a Anna y casarme con ella y los siguientes han sido tener a mis hijos. Los demás han sido importantes, el estudiar, Harvard…


Pero para mí, Anna ha tenido una importancia increíble y la razón por la que hoy estoy donde estoy. Es indiscutiblemente por el hecho de que ella ha sido una mujer increíblemente fuerte y paciente. Sin duda, su apoyo ha sido muy importante para convertirme en lo que soy. No lo hubiera conseguido sin ella.


Por ponerte un ejemplo, un día cuando llegué a casa, mi hijo me dijo: Oye papi, ¿Por qué no eres como mi mami?, mi mami hace de todo, se encarga de todo, es superinteligente, hace mucha carpintería, electricidad, pero ¿Tú que haces aparte de ser neurocirujano? Y es cierto, en mi casa Anna es la persona más importante, es la líder y todos seguimos su ritmo.


Me gusta la canción de Julieta, porque es cierto, el presente es lo único que tenemos y para mí ha sido muy, pero que muy importante, tener a Anna en mi presente y ha sido una de las razones por las que sigo saliendo adelante.


En primera persona



- Hemos comenzado recientemente un nuevo año. Alfredo, ¿Es persona de hacer propósitos (resolutions), que marquen el devenir del nuevo año?, Si así fuese, ¿Podría decirnos que quiere conseguir en este 2019?

Sí. Uno muy sencillo, pero al mismo tiempo no lo es tanto. El objetivo principal para el 2019, el número uno es pasar más tiempo con mi familia. Imagínate.


Me encanta lo que hago como neurocirujano, como neurocientífico, como educador, pero el sacrificio es enorme por parte de mi esposa, de mis hijos, de mis padres, de mis hermanos.


A veces, salgo en la mañana y llego tarde en la noche y están todos dormidos y me paso días sin mirarlos y mi objetivo principal es pasar más tiempo con ellos. Parece fácil pero no es tan fácil.


- En su juventud practicó boxeo y considera a Muhammad Ali, su héroe. ¿Qué valores aprendidos con el deporte, extrapola a su vida cotidiana?

Primero que nada, la gente piensa que el boxeo es un deporte en el cual estás tú solo en el cuadrilátero, y no es cierto. Tienes en primer lugar al oponente, segundo el “referee”, tercero al “corner man”, a tu entrenador y a la audiencia.

Lo mismo pasa en el quirófano. El neurocirujano no está solo. Está rodeado del paciente, de la familia del paciente, de la energía de ellos, del anestesiólogo, del neurólogo, de las enfermeras.


A parte de eso, practicar deporte es una disciplina. En el boxeo para mí era muy importante que no te arragara un golpe por sorpresa, pues podías quedar “Knockeado”. Lo mismo pasa en el quirófano, tienes que estar constantemente enfocado, tienes que estar pensando en no lastimarte y no lastimar al paciente y esas son lecciones que aprendí de Muhammad Ali. Aparte de que él era una persona que pensaba mucho en la vida, en la filosofía y aplicaba todo lo que él aprendió en el cuadrilátero para traducirlo en cómo vivir la vida.


- En el año nuevo de 1987, pasó la frontera que separa México de EE. UU, de forma ilegal, ¿La fecha le eligió al azar, o pensó la típica frase que dice “Año nuevo, ¿vida nueva”?

(Risas) Fíjate que en retrospecto, así fue, porque empezó el año y yo tenía que hacer una decisión y me tuve que aventar, porque pensaba que, si no lo hacía, lo único que iba a hacer era prolongar la situación en la que me encontraba, iba vacilar, a tener dudas y no lo iba a hacer.


Y dije, ¡Me aviento! Y no lo pensé dos veces. Me agarraron allí en la frontera, me mandaron de regreso y nuevamente no lo pensé dos veces y me aventé otra vez. Y Así fue.


Como digo, en retrospecto, Año nuevo, vida nueva, pero la decisión se había hecho y era el momento de hacerlo y para que prolongar.


- Leer promueve el desarrollo cognitivo, estimulando la memoria y la concentración. Alfredo, ¿Nos recomendaría algún libro que haya tenido ocasión de leer, con temática alejada de lo meramente profesional?

Sí. Leo lo que mis hijos leen. Lo último que leí hace poco fue la serie de libros de “Hunger Games”, que han sacado también películas, de la niña Haymitch Abernathy y me encantaron. Primero de nada aprendo de mis hijos, que les encanta leer.


Si bien es cierto que leo todos los días, pero no más leo temas médicos, porque acuérdate, también he escrito más de siete libros, también me gusta leer ficción, fantasía y me gusta mirar películas.


Para mí es importante que la gente se desconecte un poquito y viva por medio de la lectura, estimulando su imaginación.

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