Coincidiendo con la semana del 8 de Marzo, Oxfam Intermón ha presentado hoy el informe “Mujeres en zonas de conflicto”, con recomendaciones concretas para que los partidos que conformen el futuro Gobierno en España introduzcan en sus programas electorales.
El informe analiza el impacto de la violencia armada en tres contextos en los que la organización desarrolla sus proyectos: Irak (post conflicto), Territorio Palestino Ocupado (conflicto prolongado) y Yemen (conflicto abierto), poniendo de manifiesto la desigualdad y el impacto que generan en las vidas de las mujeres pero también su capacidad de resiliencia y de superación.
Para paliar esta situación, la organización insta a suspender la ventar de armas a la coalición saudí que interviene en la guerra de Yemen, aplicar un criterio de presunción de denegación a las exportaciones a Irak y que la financiación para promover la igualdad de género se eleve hasta el 15% del total de la ayuda oficial al desarrollo.
El conflicto aumenta la desigualdad de género
El informe muestra, mediante datos y testimonios, cómo las guerras dejan un profundo estrago sobre toda la población, pero para las mujeres los efectos son multiplicadores. Para ellas, la violencia armada supone un doble impacto; las atrocidades que sufre toda la población civil, a la que se suman las desigualdades preexistentes contra ellas.
Las mujeres y niñas en contextos de conflicto se enfrentan a la violencia sexual, cuentan con menos recursos para protegerse y sobrevivir, quedan a cargo de sus familias en una situación límite, son forzadas a enrolarse a grupos armados o a huir dejando todo atrás. La naturaleza de las guerras contemporáneas invade los espacios más privados amenazando su identidad y seguridad. Es el caso de una mujer iraquí desplazada: “Cuando ISIS llegó nos fuimos a Hawija. Caminé 12 horas junto a mis hijas. Casi nos ahogamos cruzando el rio, pero lo logramos. Poco después tuvimos que huir a Mosul por los bombardeos. Perdimos nuestra documentación y con ello perdimos toda la esperanza de retornar. Mi hija murió delante de mis ojos. Creó que nunca me podré quitar esa imagen. Ahora estoy mejor, pero desearía que el gobierno me diese una solución para conseguir nueva documentación. Esa es toda mi esperanza ahora”.
“Los datos hablan por sí mismos. El 60 por ciento de las muertes maternas que se pueden prevenir se producen en entornos de conflicto y desplazamiento y una de cada cinco mujeres refugiadas o desplazadas en entornos humanitarios sufren violencia sexual, lo que probablemente sea una subestimación”, ha explicado Paula San Pedro, responsable de Incidencia Política Humanitaria y autora del informe.
Al mismo tiempo hay numerosos ejemplos que muestran cómo los contextos de conflicto y ocupación también sirven para que las mujeres asuman roles clave al quedar a cargo de la familia lo que les permite iniciar un proceso de empoderamiento. A pesar de encontrarse en situaciones extremas, han mostrado una capacidad ímproba para desafiar el rol tradicional al que estaban históricamente sujetas y han superado muchos de los obstáculos que les habían impedido ganar mayor autonomía en su vida personal y pública. Gracias a la continua lucha de las organizaciones de mujeres han podido estar en espacios de decisiones tanto a nivel nacional como comunitario.
Tres conflictos letales para las mujeres
En Irak, el conflicto de 2015 ha impactado notablemente a las mujeres y en la actualidad el 43% de las familias encabezadas por ellas sufre de inseguridad alimentaria, una ratio dos veces mayor que en las familias lideradas por un hombre. El conflicto ha dejado a un 18% de las familias encabezadas por mujeres, tasa muy superior al 9% antes de la guerra. Estas mujeres dependen en mayor medida de la asistencia externa, que en muchas ocasiones se ven obligadas a vender para generar ingresos.
En Yemen, las mujeres, junto a sus hijos e hijas, conforman actualmente el 76% del total de personas desplazadas por la guerra y, tras cuatro años de conflicto, más de dos tercios de las niñas menores de 18 años están casadas, al tiempo que la edad del casamiento se está reduciendo a 12 años. La guerra está también afectando en mayor medida a las mujeres en la que es la mayor crisis humanitaria del momento. La violencia sexual está aumentando como consecuencia del conflicto y se estima que tres millones de mujeres y niñas están en riesgo de diferentes tipos de violencia.
En el Territorio Palestino Ocupado la situación de las mujeres también es de enorme fragilidad. La ratio de participación laboral femenina es el más bajo del mundo, sólo el 19% de las mujeres está empleada. La ocupación y el bloqueo israelí y las políticas restrictivas que ha impuesto este país en las últimas décadas explican el constante y agudo deterioro de la economía palestina. Por ejemplo, el control de Israel sobre el acceso al mar y a la tierra en Gaza ha expulsado a las mujeres fuera de los sectores económicos en los que solían trabajar antes de que el bloqueo se agudizase. El número de mujeres que trabajaban en el sector de la pesca y la agricultura ha caído del 36% en 2007 al 3% a finales de 2017.
El testimonio de una mujer gazatí recogida por el informe pide: “Desearía poder hablar con los presidentes y decirles que la paz es imprescindible, es la base de cualquier progreso para las mujeres”.
Las armas que amenazan a las mujeres
Los sucesivos gobiernos españoles han mantenido o incluso aumentado la exportación de armas a países sensibles donde se podrían utilizar para cometer violaciones del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos.
Entre 2015 y el primer semestre de 2018 se autorizaron ventas por valor de 171,4 millones a Irak, 1.672 millones a la coalición liderada por Arabia Saudí que interviene en Yemen y 4,4 millones a Israel.
“Las armas ligeras, como las que exporta España, se emplean contra las mujeres para coaccionarlas, intimidarlas o abusar de ellas. La violencia doméstica se puede convertir en letal cuando hay armas de por medio. Las mujeres embarazadas tienen una alta probabilidad de sufrir un aborto en caso de estar expuestas a una detonación”, ha explicado San Pedro.
España puede hacer mucho más
A pesar del conflicto y a la ocupación las mujeres en Irak, Territorio Palestino Ocupado y Yemen ya han iniciado un proceso de empoderamiento y resiliencia, se unen para luchar por sus derechos y poder participar en las esferas políticas. Este es el inicio en un cambio de las normas sociales entre mujeres y hombres que debe apoyarse, también desde la comunidad internacional.
Por ello, los distintos partidos políticos no pueden obviar en sus programas electorales el riesgo de que las armas se usen para cometer o facilitar actos graves de violencia por motivos de género o actos graves de violencia contra las mujeres y las niñas.
La organización insta a aumentar la financiación para promover la igualdad de género al 15% del total de la ayuda y que se destinen más fondos a los programas cuyo objetivo principal es la equidad de género en contextos de conflicto y post conflicto.
“Si los partidos políticos quieren hacer de la justicia de género su seña de identidad en el mundo, deben asumir este compromiso en todos los ámbitos y permear todas las políticas y tener una política de Estado que se rija por la lucha contra la desigualdad de género fuera y dentro de nuestras fronteras”, ha declarado San Pedro.
“Millones de mujeres confían en la voluntad política de países como España. La justicia de género no es sólo una cuestión de derechos humanos, es la base para lograr sociedades más democráticas y más pacíficas”, ha añadido.
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