Madrid asiste a la coronación europea del fútbol inglés en el Metropolitano. Después de cinco ediciones consecutivas de absoluto gobierno de los clubes españoles (Barcelona, una, y Real Madrid, cuatro, con tres títulos consecutivos), bien el Liverpool o bien el Tottenham se abrazarán al trofeo de los trofeos del fútbol: la Copa de Europa. Nada como conquistar este torneo como vía más directa hacia la eternidad. Sería el sexto entorchado en las vitrinas de los ‘reds’ (y serían 10 finales jugadas) o el estreno de los ‘spurs’ en el palmarés de la Liga de Campeones, siendo el octavo club inglés en jugar esta final. Gane quien gane, Inglaterra, la poderosa Premier League, volverá a reinar en Europa, siendo el segundo país con más Copas de Europa, sólo superado por España, aunque con más clubes en conocer qué significa disputar este encuentro.
Liverpool o Tottenham. Tottenham o Liverpool. Independientemente del resultado, la presencia de ambos clubes responde a una casuística sorprendente en estos tiempos contemporáneos, en donde sólo el triunfo asegura la viabilidad de los proyectos. Tanto Klopp como Pochettino escapan a la rápida necesidad de victorias y campeonatos. El alemán aún no ha ganado nada desde su llegada a Liverpool (2015) y el argentino, tampoco (2014). Ambos técnicos cuentan con la confianza suficiente para desarrollar y construir sus proyectos. Son entrenadores con un manual de autor en su táctica, con esquemas tácticos muy reconocibles, donde se impone el espectáculo ofensivo como bandera, elemento tan crucial como la intensidad. La espera, para uno de ellos, acabarán en Madrid.
Si recurrimos a los tópicos, una final es un encuentro diferente a cualquier otro. Más aún si se trata de la final de la Liga de Campeones. La motivación de los implicados es tan grande como impredecible es conocer cuáles serán las claves. Los pronósticos caerán con enorme facilidad. Pero la experiencia siempre ayuda, sin olvidarse del movimiento emocional que surge en estas citas. El Liverpool jugará su segunda final de manera consecutiva tras su derrota del pasado curso ante el Real Madrid. Hay más. El Liverpool acumula otra experiencia europea anterior: la final de la UEFA 2016. No ganó, pero conocen los terrenos finales (Klopp añade otra final perdida con el Dortmund en Liga de Campeones), un territorio desconocido para el Tottenham. Debutan en una final y desde 2008, cuando jugó el Chelsea, ningún otro debutante ha tenido tanto recorrido en una competición donde el dinero es protagonista. Menos en este club de Londres, sin refuerzos el pasado verano, confiando en la cantera inglesa (y aporte vital en la recuperación de la selección inglesa) y meses después está sobre el campo en el momento decisivo. Lo contrario al Liverpool, cuyos rectores no escatiman en recursos monetarios (Van Dijk, Allison, Fabinho, Keita…). Suman 548,8 millones de euros con Klopp.
Pero, como decíamos, el fútbol es azar y no siempre entiende de pronósticos. Porque ya saben aquello de las finales no se juegan, sino que se ganan. Y aquí encontramos otro nexo de unión entre ambos clubes. El último éxito europeo del Liverpool aún se recuerda: su remontada al Milán en la final de Estambul, con Rafa Benítez como entrenador. Un ejemplo de lo azaroso que es este deporte. O de lo que cuesta ganar o perder. El Tottenham, en sus 136 años de historia nunca ha estado en esto encuentros y lleva 35 años sin triunfos europeos. Toda una vida tras ganar dos Europa League (1971 y 1984) y una Recopa (1963). Curiosamente si gana en Madrid hará historia al ser de los pocos clubes en ganar los tres principales trofeos de la UEFA después de Juventus, Ajax, Bayern, Chelsea y Manchester United.
Para alcanzar esos episodios pasados será necesario imponer un estilo sobre el contrario. Aunque ambos equipos juegan con movilidad constante de sus jugadores, una presión agobiante, transiciones rápidas o verticalidad de sus laterales, entre Liverpool y Tottenham hay dos tipos diferentes de ver el fútbol. Los ‘reds’ aplican un método tan vistoso como agotador para el espectador: energía, agresividad, velocidad, físico… un fútbol sin un minuto para el respiro; los ‘spurs’ gustan de elaborar más las jugadas, de asumir el toque, y de ser incisivos de manera contundente. Ninguno sabe especular. Ambos saben jugar sin sus estrellas, aunque todas estará sobre el césped (la única duda es la presencia de Kane; toda vez descartado Keita y recuperado Firmino en el Liverpool). Se antoja un encuentro de altos vuelos, de idas y vueltas constantes donde calidad, azar o algunos de estos rasgos desnivelaran la balanza del trono europeo hacia Liverpool o Londres. En cualquier caso, Madrid asistirá a la coronación del fútbol inglés, bien Liverpool o Tottenham, en el Metropolitano.
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