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Ficha técnica
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67- FC Barcelona Regal: Huertas (19), Navarro (9), Ingles (5), Lorbek (6), Tomic (18) --cinco inicial-- Sada (-), Jasikevicius (6), Abrines (-), Rabaseda (-), Wallace (2), Todorovic (2) y Jawai (-).
74- Real Madrid: Llull (13), Fernández (8), Suárez (6), Mirotic (6), Begic (4) --cinco inicial-- Rodríguez (12), Draper (-), Carroll (2), Slaughter (6) y Reyes (17).
Parciales: 18-11, 15-28, 18-9, 16-26.
Árbitros: Luigi Lamonica (ITA), Ilija Belosevic (SRB) y Elias Koromilas (GRE). Sin eliminados.
Pabellón: O2 Arena. 13.193 espectadores.
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Datos destacables
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Lo mejor: Felipe Reyes
El pívot andaluz fue el motor de su equipo, acertado tanto en tareas defensivas como anotando.
Lo peor: La distancia
A pesar de que el pabellón casi se llenó, los aficionados más ruidosos estaban en la grada más alta. Una pena.
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Roberto Carrera / Londres
Era el favorito y no falló. El Real Madrid ha aprendido de los
errores de hace dos años para plantarse en la final de Londres tras un partido
de enorme mérito por parte de ambos equipos. Los blancos consiguieron imponer
su mejor estado de forma y su racha de resultados ante un Barça con más orgullo
que precisión en un último cuarto donde la moneda cayó del lado madrileño.
Tomic y Reyes, las figuras.
Se esperaba mucho después de la descafeinada primera
semifinal en el O2. Aunque Londres no ha respondido con entusiasmo desmesurado
a la llegada de la mejor competición europea de clubes, los aficionados que
llegaron desde la Península dieron el toque de color a un partido que cumplió sobradamente las
expectativas.
Y eso que la película comenzó adormilada, perezosa, con la
grada a medio gas y los dos equipos tratando de espantar la responsabilidad que
tenían enfrente. Mientras la afición calentaba la guerra de voces, Ante Tomic
comenzó su particular camino hacia el +20 de valoración en una primera parte brillante (terminaría con un
tremendo +34). El croata se hizo dueño de la zona
blanca, acumulando catorce puntos que mantuvieron al Barça por delante hasta
casi el final de los primeros veinte minutos.
Con una distancia que no se apartaba nunca de los seis
puntos, los de Xavi Pascual mantuvieron el tipo hasta que la dupla Sergio –
Sergio carburó la muñeca. Rodríguez desde la línea de tres y Llull rompiendo la
defensa por velocidad espantaron los miedos del 2011 para un Madrid que comenzó
a disfrutar con su condición de favorito. Navarro, siempre Juan Carlos, fue
suficiente para mantener al rival a la vista al regreso de vestuarios.
Imprecisión contra eficacia
El Madrid salió a morder, con ganas de superar la decena de
ventaja para noquear la moral catalana. La participación de Felipe Reyes fue
gigantesca, feroz en defensa y decisivo bajo el aro rival.
Pero el Barcelona no cedía. Jawai salió a asustar un par de
minutos, pero el encargado de reventar la muralla madridista fue un Marcelinho
sublime. Explotando su elegante tiro en el aire o desde la línea de tres, el
brasileño fue la mecha que desató la explosión de juego blaugrana. Jasikevicius
se unió a la fiesta con dos canastas que ponían ocho arriba a los azulgranas y
dejaban tocado a un Madrid que empezaba a dudar.
Pero entre Slaughter y Felipe pusieron tablas, y con un
parcial de 8-0 a dos minutos para la conclusión, el Barça dejaba escapar la
segunda sorpresa del día. Impreciso y sobreexcitado, el conjunto culé
desperdició una tras otra las ocasiones que el Madrid le iba regalando,
adelantando la resolución de un partido trepidante.
La novena puede ser en Londres (domingo a partir de las
21:00), dieciocho años después de la última Euroliga. La lucha será contra el actual campeón y una afición griega que seguía
siendo dueña del estadio aún con los dos equipos españoles sobre la pista. El Madrid sale de nuevo como favorito, pero tendrá que controlar miedo escénico y relajación para batir a un rival que nunca desfallece.
El Barça sufrirá antes la desagradable tarea de jugarse con
el CSKA el triunfo de los pobres, orgulloso de haber dado la cara a pesar de
las circunstancias, pero enquistado una vez más en una competición que sigue
exigiéndole el máximo para alcanzar una sonrisa.
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