| Aleaciones probables
| 1- Borussia Dortmund: Weidenfeller; Piszczek, Hummels, Subotic, Schmelzer; Blaszczykowski; Bender, Gundogan, Grosskreutz; Reus, Lewandowski.
2- Bayern Múnich: Neuer; Lahm, Dante, Boateng, Alaba; Ribéry, Schweinsteiger, Javi Martínez, Robben; Müller, Mandzukic.
Árbitro: Nicola Rizzoli (ITA). Sacó tarjeta amarilla en el Borussia a Grosskreutz (73'). Por parte de Bayern amonestó a Dante (28') y Ribéry (73').
Goles: 0-1 Mandzukic (min. 60); 1-1 Gündogan (min. 68), 1-2 Robben (min. 89).
Incidencias: Final de la 58º UEFA Champions League. Estadio de Wembley (Londres), 86298 espectadores. 25 de mayo de 2013.
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Roberto Carrera / Londres Dicen que el deporte, dentro de su seductora arbitrariedad, tiene espacio para la justicia. Que los golpes de hoy traerán sonrisas mañana. No es, evidentemente, una leyenda matemática, pero hoy en Wembley el Bayern cobró todas sus deudas pendientes alcanzando una quinta Champions que se le había resistido demasiado tiempo. En los ojos emocionados de la afición muniquesa se reflejaban las terribles decepciones de la final en Barcelona o la derrota como local en 2010. Incluso el punto de penalti se atrevió a robarle la orejona la temporada pasada. No había espacio para más desgracia.
Y tuvo que ser Arjen Robben, ¿quién si no?, el que se apuntara a la lista de cobros siendo por fin el protagonista que se espera de un jugador con su talento. Asistencia y gol en el último suspiro para liderar una victoria que ratifica lo que ya todo el mundo tenía claro. Europa, y el fútbol mundial, tienen nuevo dueño.
Miedo escénico frente a descaro
No lo tuvo fácil el Bayern, que vio llegar a los fantasmas con una final que empezaba cabeza abajo. El Borussia salió crecido, certero, como si el derecho a soñar les eximiera de cualquier responsabilidad final. Primeros veinte minutos sin rival, tocando vertical hacia arriba y asustando a Neuer tanto con disparos lejanos de Lewandowski o Bender como en penetraciones hasta el área chica con tiro errado de Blaszcykowski incluido.
Klopp construyó en la banda izquierda la base de su estrategia. Primero borrando del césped a Ribéry, que en ningún momento supo escapar de la marca de Pisczek. El francés apenas pudo entrar en juego, y ni los intentos temporales acercando a Müller o incluso a Robben dieron resultado alguno.
En campo contrario la situación era drásticamente diferente. Blasczykowski se divertía con los rivales entrando con facilidad por su carril. El polaco se multiplicó con el paso de los minutos y creó peligro en solitario o asociándose con Reus.
El Bayern despertó con un cabezazo a bocajarro de Mandzukic que desvió Weidenfeller a duras penas, sacándose la presión y cambiando pelotazos arriba por jugadas en profundidad que pillaban una y otra vez con el pie cambiado a Hummels y Subotic.
Javi Martínez (bien en la tarea de recuperación pero tan apagado como el resto del equipo) también tuvo la suya por arriba, pero sería la trilogía del propio Robben la que pusiera el drama al primer capítulo de la final. Hasta en tres ocasiones pudo el holandés estrenar el marcador. Un cara a cara donde intentó picar la bola sin éxito, la siguiente probando con el regate dentro del área y la última en una acción de rebote donde tampoco consiguió armar el disparo. El gafe del holandés amenazaba con devorarle.
Tras el descanso, los goles
El vestuario enfrió los ánimos a los de Klopp, que salieron más encogidos, como si el parón les hubiera robado el alma en ataque. Avisó el croata Mandzukic en un saque de esquina bien dirigido pero sin potencia. A la jugada siguiente, y con una hora transcurrida, Ribéry se inventa un pase a Robben entre tres jugadores, el holandés se escora y mete la bola dentro del área para que el mismo Mario Mandzukic, a placer, pusiera el primero del partido. Si Weidenfeller no hubiera rozado la pelota en el centro atrás, Schmelzer hubiera llegado al corte sin problemas. Así de grande y de milimétrico es este deporte.
Quedaba por ver como reaccionaría el Borussia. Sin buenas sensaciones, y con Blasczykowski desfondado, tuvo que ser Dante el que diera la respuesta a los males amarillos. El brasileño hundió los tacos en el pecho de Reus, al más puro estilo De Jong, pero dentro del área. Penalti y expulsión que se comió Rizzoli, muy centrado en acabar con todos sobre el campo.
Anotó Gundogan y devolvió la magia a un partido que perdió la compostura. En un juego de área a área apareció el mejor Bayern, ese que ha arrasado en Alemania y Europa este año. Lahm tiró cruzado a puerta vacía para que se luciera Subotic sobre la línea, y Alaba y Schweinsteiger pusieron a prueba al meta rival con dos disparos potentes y colocados desde la frontal.
Pero hoy era el día de saldar cuentas, de curar heridas, y cuando la prórroga prometía regalarnos más final, Ribéry se inventó un taconazo para que Robben dejara tirado a Hummels y cruzara ante Weidenfeller en el gol que tanto el Bayern como el holandés se habían ganado a pulso.
Las verdades de Lineker
"El fútbol es un deporte que han inventado los ingleses y que siempre ganan los alemanes". La cita cobra hoy sentido pleno en el cumpleaños de la federación inglesa, convertido en una preciosa fiesta con dos aficiones espectaculares, dos equipos tremendos y un miedo general por saber qué harán este grupo de jugadores, plagado de teutones, una vez se junten en la Mannschaft bajo las órdenes de Löw.
El fútbol alemán, sin locuras, repartiendo dinero, coherencia y simpatía vuelve a ser el rey de Europa. Heynckes se despide con su doblete y demostrando que en el banquillo ha de meterse más cabeza que propaganda. A nosotros nos queda el estreno en Champions de Javi Martínez (vaya ristra de títulos acumula esta generación), en una segunda parte muy completa para el navarro.
Me quedo con dos imágenes. Los jugadores del Borussia de cara a su público, juntos, en fila, tras la derrota y la sonrisa de alivio existencial de Robben con la medalla de campeón al cuello. Enhorabuena Bayern. Enhorabuena Borussia. Enhorabuena fútbol.
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