Nieve en el campo, blanca como un caramelo de anís, que sabe a la vista a limón, como un te quiero zanahoria, nieve en el campo verde, blanca como paloma blanca que vuela ante tus ojos azules y tú la amas. Blanco en el campo mío sin que sus ramas de arena dejen de verlas mis ojos entre gruesos copos de agua, nieve en el campo del alma, árboles blancos de flores, marrones sus troncos de colores y mi alma, mi alma... ¿qué dice?. Nieve en el campo salado ¿a quién engaña?, que se es mensaje, el suyo de esperanza pura, del que esperando sentado vive. Nieve en el amargo campo, vuela con alas de flores del pensamiento urbano llamado “gracia”. Gracias a Dios, al creador, blanca esperanza, la del alma y que todo sea blanco puro y con mis alas de sol pueda volar a la luna, a otra estancia lejana que ya no puedo, no puedo, ya no tolero esa acción inhumana. Blanca esperanza del sol, esperando estoy, te soy sincera mi Dios, que sea blanco todo siempre y que pronto con el alma mía se encuentre, que deseo verlo así, como un hada madrina y cumplir deseos a la luna y escapar de maquiavélicos seres.
En la locura del arte, por delante tú siempre, el amor triunfante, sí, sí, el del arte y el amor, quiero yo. El del corazón sin dolor nunca, el de resurrección del amigo, el de tú y yo y yo y tú, el que más ofrezca. Pero blanco.
Él me dejó morir, sin pensar, fue cruel y tirana su acción, padecí dolor y angustia, pena sin razón. Ojalá la victoria viniese a mí como una bendición divina para una duquesa, de él, del máximo sujeto de mi corazón. Ojalá vida de luz, resurrección del conocimiento perdido, de la luz del sol y de la nube clara y transparencia: tu alma.
Mi corazón en una mano está, como una bendición, y blanca siempre siendo mi respuesta a tu acción.
Paz y amor tienen su color, suma de todos ellos, el blanco es.
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