| ||||||||||||||||||||||
Hoy, al encontrarme con un artículo de Umbral, he vuelto a recordar a los hermanos Pániker, intelectuales y escritores que hace unos lustros sonaron tanto por esta Iberia ancestral. Salvador Pániker Alemany (1927-2017), Ramón Pániker (1918-2010) ambos filósofos y escritores y otras realidades más… ambos muy preocupados por la escritura, la filosofía, la religión, la espiritualidad.
Desconozco si es la ignorancia la que nos hace sectarios o si el propio sectarismo nos hace ignorantes por inanición intelectual. Tampoco podemos descartar a la maldad como causa, al menos en origen. Pero, asimismo, mora entre nosotros, omnipresente, la estupidez, cuyos miembros se cuentan, al parecer, por millones, superando con amplitud en número a los malos.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar en torno a un fenómeno que, aunque es menos visible que el analfabetismo absoluto, tiene profundas consecuencias para los individuos y la sociedad. El analfabetismo funcional podría definirse por la capacidad de saber leer y escribir, sin poder comprender o interpretar adecuadamente lo que se lee y se escribe.
¿Por qué incorporar filosofía entre los espacios curriculares escolares, de todos los niveles y modalidades? Es una de las preguntas recurrentes que me han hecho y la respuesta, en pocas palabras, es que porque es imperativo que enseñemos a pensar.
Ya Arthur Schopenhauer y Marcuse trataron el asunto del pensamiento único, pero lo intelectualizaron excesivamente. La definición más real, por pedestre, fue la de Sarkozy: “No podemos decir nada en nuestro país sin que uno no sea inmediatamente acusado de segundas intenciones nauseabundas. Este es el pensamiento único intolerable”.
Suele decirse de quienes visitan ciudades como Florencia con sus abundantes maravillas artísticas, también de los situados ante paisajes inigualables, quedan ATÓNITOS ante los esplendores percibidos. Es una manera de sentirse abrumados por la intensidad de dichos estímulos, nos deslumbran y saturan las capacidades receptivas.
No es función de los Gobiernos luchar contra los bulos en un sistema democrático, ya que existen las leyes y los tribunales. Los propios ciudadanos, si poseen suficiente capacidad crítica, son capaces de discernir por sí mismos, lo que es un bulo o no. En todo caso, disponen de estrategias o procedimientos, para saber si las noticias son verdaderas o falsas o si están manipuladas o tergiversadas.
El murmullo superficial de los libros acumulados en bibliotecas impuestas no construye sino una cultura banal. Una crítica profunda a ésta nos invita, en el siglo que transitamos, a desechar cuidadosamente la repetición camuflada de ideas.
Se advierte muy en boga la referencia a la guerra cultural, bastante relacionada con la propaganda de siempre que, como los viejos rockeros, nunca muere y solo se adapta a las circunstancias; es sabido que adquiere especial relevancia durante los conflictos bélicos, pero también inunda los tiempos de paz, en el marco de la contienda política diaria, ligada a la dinámica del Poder.
Estimula tu mente para construir el futuro anhelado, arraigados en nuestra población está el clamor y pensamientos desconcertante que ahoga en profundas aguas a tantas personas sumergiéndolos con dilemas desafiantes que los insta a constantes cambios: sociales, climáticos, migratorios, políticos, también las críticas destructivas, escasez en conocimiento, inconsciencia, como pérdida en valores morales persiguen a cada individuo y su descendencia.
El siglo XX y lo que va del XXI están consiguiendo, pero en sentido contrario, lo que nos trajo el final del siglo XIX, la humanización del trabajo y los reconocimientos de los derechos que todos traemos al nacer. ¿Qué es, pues? ¿Qué debemos vigilar? Nos están enseñando a cambiar conceptos, como, por ejemplo política y moral o creencias personales. Peor, algunos, nos quieren obligar a cambiar.
Ciertamente tengo la sensación de que cada día vivimos como sociedad más en los acantilados de la sinrazón, altos, rocosos, distanciados en las cordilleras de la absurdez. Un tiempo de blancos y negros, de azules y rojos, de buenos y malos, de la limitación del análisis autocrítico a la mínima expresión y del compromiso con el interés general tendente a la construcción de puentes reducido a la nada en la escena política.
Sentenció Ludwig Wittgenstein que “la filosofía es una lucha contra el embrujamiento de nuestra inteligencia mediante el uso del lenguaje”. Una afirmación curiosa aunque imprecisa, y susceptible de interpretaciones varias e incluso opuestas. Podría pensarse el aserto como referencia a la capacidad de seducción, pero el embrujamiento que se cita se acercaría más bien a la mentira, esa “forma de talento”, que así la definió Marguerite Yourcenar.
Juan Bautista Say (1767-1832) fue un rico empresario francés y el economista más leído y famoso de su época. Lo segundo, gracias a la enorme difusión que tuvieron su manuales y tratados, los más utilizados en las escuelas de economía que en aquel tiempo comenzaron a proliferar en toda Europa para difundir las ideas liberales.
Una confesión introductoria: siento que escribo a tientas, sin brújulas ni estrellas que me orienten, sin escatimar riesgos ni yerros. Estoy escribiendo desde la mera conjetura, porque las certidumbres escasean en estos tiempos y porque tal vez sea cierto que las expresiones artísticas se han fortalecido y socializado tanto que quizás se hayan convertido en un vallado difícil de sortear por el avance arrollador y espectral del neoliberalismo.
Los seres humanos hemos transitado largos y espinosos caminos en lo que hace al pensamiento. Pensamiento racional, pensamiento científico, pensamiento en paralaje y puesta en acción del pensamiento: pensamiento práctico… Algunos juristas y científicos sociales padecen lo que alguna vez el sociólogo español Piñuel Raigada identificó como un complejo de inferioridad.
A partir de cierta edad se sufre mucho más el encuentro con las pendientes. Se valoran los ascensores y las escaleras mecánicas. Se busca el alivio de brazos acogedores que te disminuyan del esfuerzo añadido y te preserven de las tan temidas caídas. Parece que estoy hablando solo del aspecto físico del ser humano, pero posiblemente considero más amenazado el aspecto psicológico del mismo.
El pensamiento filosófico de Hilary Putnam se desarrolló en constante evolución a lo largo de su trayectoria vital e intelectual. No le suponía problemas criticarse a sí mismo, si lo consideraba necesario, en la búsqueda de una mayor solidez de su filosofía realista. Nació en Chicago en 1926 y falleció a los 89 años en Estados Unidos en el año 2016.
Haciéndose eco de las consignas del PP y satélites respecto a bajar los impuestos al menos en un 5%. No recuerdan que los mismos partidos que ahora hablan, cuando gobernaron subieron los impuestos por Decreto Ley.
¿Por qué no podemos hablar los seres humanos con el pensamiento? Si los científicos dicen que nuestro cerebro es tan poderoso, ¿por qué tenemos que usar la palabra? ¿por qué se nos puso tan difícil para comunicarnos? Muchos entendidos pueden hablar y hablar durante horas sobre el desarrollo del cuerpo humano, sobre sus necesidades y miles de términos técnicos que ni tú ni yo entenderíamos.
|