El auténtico kit de supervivencia, el que nos salva de nosotros mismos, no se guarda en una bolsa ni en una caja, y ni siquiera ocupa lugar, pues forma parte del universo del saber, construido a partir de los datos y del conocimiento. Nada que ver, por tanto, con el miedo como mecanismo de control y de construcción social. Se trata de un kit inmaterial y se dirige sobre todo a arrojar luz sobre el pensamiento. Su duración, por otra parte, supera con mucho las setenta y dos horas y puede, incluso, tener carácter vitalicio. Intentaré, en las líneas que siguen, confeccionar una propuesta concreta del mismo a través de cuatro elementos, algo más etéreos que los de la bolsa, mochila o continente que nos han mostrado estos días.
El primer elemento del kit estaría orientado al pensamiento claro. Consistiría en una guía, o tutorial, dirigido en especial a no correr como pollos sin cabeza tras la primera ocurrencia que nos lancen sin antes haber realizado una reflexión mínima. Se trata, en esencia, de no hacer caso inmediato de las tonterías varias que, inoculadas a través de los medios o las redes, pretenden apartarnos de lo esencial y centrarnos en discusiones sobre lo accesorio. Este elemento, como los otros, podría articularse en distintos niveles, pero lo más básico consistiría en aprender a distinguir, en la medida de lo posible, la propaganda, arma y placer de demagogos y liberticidas, para apartarla poco a poco de nuestras vidas.
En relación con lo anterior, un segundo elemento lo constituyen los datos; no está de más que intentemos constatar la veracidad de lo que oímos o leemos, así como la oportunidad de las obediencias que nos proponen. No demos nada por sentado, y cuanto más fiable parezca el asunto, con más razón debemos ponerlo en solfa, aplicando la duda metódica. Si huimos de la pereza, en la WEB, tirando del hilo, encontraremos la manera de calibrar lo verosímil de cada dato o información. Si en el elemento anterior se podía empezar por el destierro de la propaganda, en este, como punto de partida, podemos ceñirnos a algo tan básico como que dos más dos son siempre cuatro. Las operaciones algebraicas elementales serán, pues, suficientes, en un principio, para ir dejando la credulidad a un lado.
Existe, además, otro elemento, que son las lecturas. No me refiero a convertirnos en lectores compulsivos y profundos, si no lo somos, más bien al desarrollo de la lectura compresiva para analizar la esencia de lo que se dice o se escribe. Igual leer o escuchar textos o frases de procedencia diversa en lo sociocultural o ideológico, podría bastar como línea de salida. Procesemos cualquier afirmación o discurso, aunque sea oral, como si fuera un escrito y leamos con el necesario escepticismo, aplicando además en esa lectura los otros dos elementos anteriormente explicitados, pues el kit, a la postre, funciona como un todo.
Y, asimismo, como elemento final, están los principios o valores. No los de tengo unos, pero si no le sirven, tengo otros, sino algunas cuestiones que son básicas para sobrevivir en el orbe de lo razonable antes de que nos invadan los ultracuerpos de la sinrazón. Por poner ejemplos, igual podemos fijar, como idea, que la presunción de inocencia, por introducir algo de estos días, no es un chicle que se pueda estirar, o adecuar a interés del momento, sino que es lo que es. O la hay o no. Y los mismo ocurre con la División de Poderes y con otros conceptos que, poco a poco, vamos olvidando. Sobre todo, comencemos por admitir que no resulta admisible pasar al otro lado de la raya, al llamado lado oscuro, y seguir manejando, como si nada, las nociones de este lado, verbigracia, en relación con la guerra, por referirme a algo en boga y añadir un tercer asunto de estos días.
Así pues, identificar y desterrar la propaganda, observar y analizar los datos para aplicarles un análisis racional, leer con sentido común y escepticismo y mantener, de verdad y no solo en apariencia, algunos valores básicos e irrenunciables. En resumen, conservar aunque solo sea un ápice de sentido crítico elemental y no tragarnos todas las papillas que nos proporcionan. Es la única posibilidad que tenemos de supervivencia sin dejar de ser lo que somos. Pero, en relación con este kit, no nos proporcionan los elementos necesarios para constituirlo y tendremos que fabricarlo nosotros mismos.
|