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El 13 de junio de 1993, la ensayista estadounidense Susan Sontag le escribió una carta a Jorge Luis Borges. La hizo llegar casi diez años después de su fallecimiento. La nota apareció publicada en el periódico “Clarín” de Buenos Aires. ¿Escribir a un difunto? No creo que lo haya hecho simplemente como un símbolo ni como un homenaje a quien sin duda admiraba profusamente.
Desde que tengo uso de razón he procurado leerme cuantos textos han estado a mi alcance. Consecuentemente esta afición ha ido derivando hacia la plasmación de mis propios pensamientos en unos textos más o menos acertados. Aún recuerdo aquél momento en el que una profesora de periodismo, Bella Palomo, nos recomendó que comenzáramos a escribir inmediatamente.
La dislexia afecta a aproximadamente el 10% de la población mundial, lo que significa que millones de personas, desde la infancia hasta la edad adulta, se enfrentan a importantes desafíos en su vida académica y profesional debido a esta condición. En España, más del 40% de los estudiantes con dislexia no están diagnosticados, y suelen ser etiquetados erróneamente como perezosos o desmotivados, lo que agrava su situación y afecta significativamente a su autoestima.
Todos estamos viendo como todo tipo de aparatos electrónicos están dominando la mente y la voluntad de la infancia, de la niñez y de la juventud. Grave problema social, complicado posteriormente por todo tipo de redes sociales. La sociedad debe tomar decisiones y el sector educativo mucho más.
Un mundo que cambia rápidamente especialmente en el ámbito laboral, la formación permanente es una necesidad vital para no quedar descolgado. Lamentablemente la necesidad lectora ha quedado relegada a la lectura de documentos que afectan a lo laboral. Fuera de este ámbito apenas se lee. La necesidad lectora siempre ha sido deficiente.
Soy un apasionado de la política y a la vez también me apasiona la literatura clásica española. Cada vez que leo un libro de un clásico y hago una exhaustiva comparación entre los personajes de muchas obras literarias y muchos (no todos) de los políticos que hoy día nos representan, créanme, las similitudes son enormes.
El 4 de julio se conmemora el Día Mundial del Libro Electrónico, una fecha que resalta la evolución de la lectura en la era digital. Desde su invención, el libro electrónico, o eBook, ha revolucionado el acceso a la literatura y la información, ofreciendo una alternativa moderna y accesible a los libros tradicionales.
Cuenta Irene Vallejo que San Agustín se quedó absolutamente perplejo al ver al obispo de Milán leyendo para sí mismo, al ver cómo “sus ojos transitaban por las páginas, pero su lengua callaba”. La anécdota la usa la escritora —siempre elegante, delicada y tensa— para argumentar que, hasta bien entrada la Edad Media, la lectura se hacía solo en voz alta, de ahí la extrañeza del filósofo, que veía, por primera vez, un lector tal como nosotros lo imaginamos.
Desde que decidí escribir y expresar mis memorias, anécdotas, la historia y las particularidades de los personajes influyentes en los fenómenos y cultura de nuestra historia nacional, para bien y saber de mis lectores, de las generaciones de esta época contemporánea, así como de las próximas; al publicarlas y dejarlas en obras que he logrado se me editen, he dejado claro lo valioso e importante de ser un voraz lector de los documentos fuentes.
El progreso trae consigo esas secuelas. La falta de espacio me ha obligado a desprenderme de la mayoría de los volúmenes que atesoraba amorosamente desde que tengo uso de razón. Dado que no he podido rematar al gusanillo de la lectura, afortunadamente, mal que bien, he seguido apañándomelas con la consecución de libros en edición digital. Nada que ver con el tacto y el olor de un volumen.
Empezó a circular la versión impresa del número dieciséis de Filigramma, la revista del Círculo de Escritores Sabersinfin, por ello, no podemos esperar más para poner a disposición de nuestros lectores la correspondiente electrónica. Mientras en la pantalla de la computadora empiezan a verse reflejadas estas líneas, junto a mí tengo un par de ejemplares de Filigramma.
A propósito del Día del Libro, varios artistas se han unido para componer una canción que da cuenta de la historia de la humanidad, de sus vivencias y pensamientos reflejadas en las páginas del máximo instrumento de la libertad: el libro. En la canción se entrelaza la historia del saber a lo largo de la humanidad, donde confluyen la vida, el recuerdo, las hazañas y proezas de grandes héroes, así como las penas de quienes sufren.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Educación, Pilar Alegría, se han reunido con la comisión permanente del Consejo Escolar del Estado para abordar el plan de refuerzo en matemáticas y comprensión lectora, que beneficiará a alumnos de Primaria, ESO, FP Básica y Bachillerato de centros sostenidos con fondos públicos. Además, se ha aprobado la propuesta del Gobierno para regular el uso del móvil durante el horario lectivo.
La escritura de ficción o de no ficción; de ensayo, doctrina, cuento, relato, de novela, crónica o poema es un sempiterno acto en soledad. Cada autor tiene, así, sus propios fantasmas. Pero ¿acaso la verdad no tiene siempre también una estructura de ficción? El periodista, el juez, el científico, todo profesional posee lecturas aseguradas por el contexto que lo valida.
En una kilométrica conversación con un amigo literato, y exhaustivo lector, surgió un tema importantísimo. La conversación se lució cuando sorpresivamente, desde lo más profundo del alma, le planteé al amigo: estuve investigando, hurgando cuántos libros ha parido la humanidad, porque según investigaciones recientes, se han publicado 170 millones de libros hasta la fecha.
La Asociación Lectura Fácil (ALF), organización que lucha por hacer accesible la lectura, la cultura y la información, convoca el Premio de Buenas Prácticas de Lectura Fácil para premiar a entidades, centros educativos, bibliotecas o administraciones que trabajen con materiales de lectura fácil. Los galardones persiguen poner en valor las iniciativas que fomentan la lectura, la accesibilidad informativa o la inclusión social a través de los libros.
Creo que ya he comentado en otras ocasiones como inicié mi periplo como lector impenitente. Todo se inició durante una enfermedad que me tuvo un par de semanas en cama. Tenía entonces ocho años. Supongo que mis padres tuvieron la acertada idea de llevarme unos cuantos libros de la colección “Pulga” que me bebí inmediatamente. Allí se incubo la bendita “adicción”.
El prefijo “biblio” tiene muchísimo más significado que el de “libro o material impreso”. Si perteneces al mundillo del libro, le habrás dado un valor añadido a este concepto en todo lo que rodea al mundo de las bibliotecas. Decir la “biblio” es someterla a un ámbito de cariño infantil por el placer de leer y escuchar cuentos y otros libros.
Existe un miedo visceral, una turbación que se resiste a cualquier sinonimia de la razón y que nos impulsa a intentar transcenderlo, a luchar contra él de manera ilógica y animal. Conductas como el apuro o la ansiedad parten de este profundo miedo. Aprovechar el tiempo dicen algunos; carpe diem dicen los hombres cultos; frases que contienen un sentido, una vida, pero que se malinterpretan en pos del mundo consumista.
Si una sinopsis nos habla de unos seres que llegan del espacio y controlan nuestros cerebros a través de ondas electromagnéticas, desde luego que es una base atractiva sobre la que construir una historia. No habría, en principio, mucho que objetar. Pero si te cuentan que te van a controlar utilizando algo tan frecuente como ese dispositivo electrónico que tienes entre las manos, el cosquilleo es mayor.
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