*A mis nietos con cariño*.
Si bien siendo jovencito, tenía muy claro el amplio concepto de la gran importancia que la educación contribuye al desarrollo de los pueblos, así como a la personalidad y la cultura de los individuos, ello hizo que no dudara en cultivar mi educación, de manera formal y sistemática, y de forma autodidacta, leyendo y más leyendo.
La lectura no solo acrecentó mi acervo cultural, sino que elevó mi sensibilidad humanistica, al conocer fenómenos, causas y motivos, de las luchas de diversos países en diferentes épocas, tanto en América como en el viejo mundo, a fin de emanciparse de sistemas que frenaban su progreso. La revolución francesa, y la gesta del libertador Bolívar, son dos fenómenos relevantes.
Mi sensibilidad y aprecio se expresó, primeramente, en mis hijos, y ahora en mis nietos; y si bien, no todos son machos, sí son muchos. Diez y siete ya reciben en directo los rayos abrazadores de este sol, cuyo verano estimula ir al mar, con unas “heladitas” bien frías. Dije diez y siete en sol, a los que caben adicionar dos mas, que actualmente patean en sombra salir pronto de la panza, y a grito partido decirnos: “¡aquí también estamos nosotros, para tomar la estafeta!”.
Siendo ellos nuestro relevo; mi propósito, mi legado, mi mensaje es que primero conociéndose así mismo, sean mejores, y nunca saciar el hambre, de ser los mejores, estimulando y cultivando el intelecto. La chatura mental es para los ordinarios y corrientes.
Así como a mis hijos, en su momento, les decía procurarán ser los primeros, sobresaliendo con humildad; ahora a mis nietos, a mis niños queridos, por igual con cariño, les promulgo sepan ser buenos relevos, y con intensa emoción despierten la satisfacción del corazón y la sonrisa de sus padres. Los niños irradian fragancia. Son flores radiantes de la humanidad. El futuro está en sus manos; su trascendencia, está en la vitalidad de sus espíritus.
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