Desde que tengo uso de razón he procurado leerme cuantos textos han estado a mi alcance. Consecuentemente esta afición ha ido derivando hacia la plasmación de mis propios pensamientos en unos textos más o menos acertados. Aún recuerdo aquél momento en el que una profesora de periodismo, Bella Palomo, nos recomendó que comenzáramos a escribir inmediatamente. Nos habló de la creación de un blog y, rápidamente, me apresté a la tarea. Han pasado veinte años desde entonces y no he faltado a mi cita con el ordenador y mis lectores dos veces por semana. Mi blog recoge, con esta, 1576 entradas. No está mal.
¿A qué viene este rollo-preámbulo? Simplemente a hacer una llamada de atención y estimular a aquellos miembros del “segmento de plata”, que tenemos la oportunidad de “pararnos y pensar” a, posteriormente, reflejar nuestros pensamientos por escrito.
La prensa de hoy recoge la entrega de galardones a tres malagueños que han sido premiados en el “Concurso de Relatos escritos por Personas Mayores” patrocinado por la Fundación La Caixa. Entre ellos se encuentra mi buen amigo Rafael Salas. Este hecho ratifica mi convencimiento de que los mayores tenemos muchas cosas que transmitir, aunque nos consideren unos especímenes tipo “Abuelo Cebolleta”. Hace unos años tuve la oportunidad de participar en un certamen, también de la Fundación La Caixa, en el que se reconocía la capacidad de vivir una “Vida activa” tras la jubilación. Tuve la suerte de ser seleccionado como representante de Andalucía y, una vez en Barcelona, pude comprobar la cantidad de “nobles ancianos” que seguíamos dando la vara en toda España. Por supuesto ganó una señora catalana que tenía muchos méritos acumulados. Pero todos, todos, compartíamos nuestras actividades con el reflejo de las mismas en nuestros escritos.
En el año 2008 me encargaron, desde el centro de Mayores de la Trinidad, que impartiera un curso de acceso al periodismo para mayores. Sorpresivamente me encontré con un par de docenas de asistentes que pude transmitir mis pobres conocimientos. Siguen realizando una revista llena de contenido.
Por consiguiente, mis queridos lectores de “cierta edad”. No le tengáis miedo a escribir. Recoged vuestros pensamientos y elucubraciones antes de que se os olviden. Tenéis un excelente lector, si no encontráis otro, en vuestra propia persona. Las palabras se las lleva el viento. Lo escrito negro sobre blanco permanece.
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