Desde que leo, y lo hago desde muy jovencito, nunca se me ha nublado la vista, y la razón es que no hay nada extraño en mi relación con la lectura... ¡Sólo me falla la dieta que no incluye sino mis propios borradores! Parafrasear es recitar, recitar es cantar, el canto escenifica el sentido musical y una especial sensibilidad... Y es que yo me esfuerzo, me muestro, y acepto lo que leo y lo que escribo..., es decir, la cultura concibe más cultura.
El ideal se antepone a todo, y no está mal aprender para superarse, y sí, me impongo un ritmo de trabajo... ¡Veo lejos el regreso a la revolución cultural! No lo puedo evitar, me acerco a la inocencia, y aprendo de nuevo a renovarme con ella, y de camino evoco a la verdad de siempre en sentido literario, pero veces me veo devorado por la penumbra del túnel de la penumbra cultural de hoy, que por desgracia y desde la conversión de la sociedad en un sistema hermético, por desgracia se ha blindado y transformado a las bravas en algo oscuro en una especie de Mordor cultural.
¡No me arrepiento de vivir mi cultura de siempre, mis ideas y escritos de siempre! A mi edad, se intensifica la importancia de la corriente cultural ilusionante de mi época, que instituye la lógica acompañada de sentimiento, lógica que siempre ha supuesto una mejora consolidada que se ha preocupado por las ventajas de vivir plenamente.
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