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Raperos

​Hoy he dejado de tener prejuicios sobre una forma de entender la música que anteriormente detestaba
Manuel Montes Cleries
lunes, 2 de diciembre de 2019, 09:34 h (CET)

Presumo de ser un enamorado de las actividades musicales de todo tipo. Desde muy joven he procurado acercarme a todo tipo de instrumentos desde la ignorancia y el escaso academicismo. Esto me ha permitido aprender a tocar, muy mal, algunos instrumentos. Con referencia al canto, una vez hice una prueba para entrar en un coro y me calificaron como “de muy buen oído y pésima voz”.

Estas circunstancias no me han impedido estar atento a cuantas actividades musicales han estado a mi alcance, Me gusta mucho, y disfruto de ella, la música clásica. Me encantan las baladas, el godspell, el country, la música de órgano y los conciertos de bandas. Es decir me gusta todo. Perdón casi todo.

No he podido hasta ahora aguantar a los raperos y a la música rap. Me ha parecido un timo protagonizado por unos tipos estrafalarios y maleducados que intentan hacer pareados llenos de palabrotas y expresiones de “spanglish”. Un remake malparido de los troveros levantinos.

Sin embargo, y esta es mi buena noticia de hoy, no tengo más remedio de quitarme el sombrero ante la vida de uno de ellos conocido como Rapero Haze. Su verdadero nombre es Sergio López Sanz. Un sevillano cuarentón nacido en el barrio de Los Pajaritos –uno de esos barrios marginales donde la vida se hace aun más difícil- en el que los jóvenes que culminan sus estudios no pasan del 2%.

Su juventud fue la propia de los chicos del barrio. Abandonó los estudios y pasó por la “universidad de la calle” donde tuvo que defenderse de la violencia, la droga y la marginación. El rap le permitió subsistir hasta que a los 32 años decidió volver a las aulas y comenzó la carrera de filología hispánica. Esta decisión le llevó a ser marginado por la gente de la calle y recibido con cierto resquemor por el mundo universitario.

El resultado final de esta experiencia es la culminación de sus estudios con un expediente brillantísimo culminado con el premio extraordinario al mejor master de Estudios Americanos de la Universidad de Sevilla.

El futuro profesor de Instituto declaraba en su recepción: “"Sólo el 2% de los vecinos de mi barrio logra terminar un grado universitario. Somos pocos, lo sé, pero somos grandes, enormes, y, aun así, afirmo que la universidad es mi sitio, el mío y el de todos los ciudadanos que, pues existen mecanismos que lo posibilitan, tengan la determinación de estudiar, vengan del barrio que vengan, del pueblo que vengan, de la ciudad o del país que vengan, porque la universidad ni distingue ideologías ni creencias ni clases sociales ni acentos ni nunca habrá de hacerlo por ser, como es, el templo de la sabiduría y del conocimiento”.

Nuestro antiguo Rapero Haze se ha convertido en el admirable Profesor López Sanz sin renegar a sus raíces y dando un ejemplo a todos. Una buena noticia. Prometo tener más aprecio por los raps y los raperos.

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En un mundo que presume de avances sociales, tecnológicos y morales, hay un virus antiguo que sigue latiendo bajo la superficie, “el egoísmo”. No se trata de una simple preferencia por uno mismo, sino de una actitud enquistada que se manifiesta, con demasiada frecuencia, en la avaricia y la indiferencia hacia quienes solo aspiran a algo tan básico como vivir con dignidad.

Muchos se interesan por mi opinión sobre el nuevo papa. Y yo que sé. Un montón de personas, alguno de mi familia, hablan de Robert Frances Prevost como si le conocieran de toda la vida. Ciertamente, estuvo en Málaga durante unos días en mi querido Colegio de los Olivos, lo hizo en función de su cargo dentro de la Orden agustiniana. Anecdóticamente, tengo un ahijado que comió con él en una ocasión. Pues muy bien.

Existen hoy periodistas, si se les puede llamar así, que buscan la conformidad fácil reivindicando un ateísmo moderno y un antitradicionalismo de manual progre, y perdonen, pero no estoy de acuerdo. Es triste que basándose en tópicos y estereotipos que son minoría en muchos sentidos, se pierda el respeto a las tradiciones y a la cultura religiosa, que es mucha.

 
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