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Ascensor en Multipropiedad

La realeza española siempre ha sido precursora de avances técnicos en materia de mitigar sus limitaciones de movilidad
Vicente Valero
miércoles, 2 de julio de 2014, 06:59 h (CET)
Han sido días de agobio informativo, al menos para mí, a cuenta del relevo del primer español. Me ha supuesto un disgusto, por cuanto el relevado había alcanzado una plenitud vital que le convertía en el rey de todos los españoles. Ahora estaba preparado para inaugurar obras e infraestructuras de comunicación, porque la experiencia alcanzada con la edad le convierte en un excelente catador de accesibilidad.

Su contribución a la formación del cuerpo de zapadores es impagable. En los últimos años hemos sido testigos de cómo la tribuna de autoridades del desfile del día de la hispanidad ha ido rebajándose en altura y sustituido los escalones de acceso por rampas de pendiente practicable, de manera cómoda y autónoma, con los parámetros mínimos legalmente establecidos.

La retransmisión del acto de abdicación fue impecable, el locutor nos ilustró con todo lujo de detalles, señalando que la silla en que sentaba el relevado era de mayor altura para que pudiera levantarse de manera cómoda, como luego se evidenció cuando le cedió la silla al relevista y al dar un beso a una de sus nietas perdió el equilibrio; afortunadamente una silla estaba detrás. Luego señaló el periodista la mayor dificultad que para levantarse del asiento más bajo tenía el relevado.

Por cierto, la peana que sobre eleva la silla es producto de la inversión en I+D+i en España y han sido varias las consultas, que desde diversos países, se han formulado al Centro Estatal de Ayudas Técnicas interesándose por esa tecnología.

Lo que me más me mosqueó fue ver subir, a varias personalidades, la Escalera principal del Palacio Real, con sus 72 peldaños de una sola pieza, diseñados para permitir movimientos solemnes con paso de marcha. La vivienda la hizo construir el anterior Felipe y se remató por Carlos III, que por cierto encargó la escalera definitiva al coronel de ingenieros Francisco de Sabatini. Donde hay una cosa accesible hay un zapador; Marcial dice porque en la disciplina militar no pasa como en la vida civil, que se es comprensivo con el arquitecto que no cumple la normativa en accesibilidad y no se le abre juicio sumarísimo.

La realeza española siempre ha sido precursora de avances técnicos en materia de mitigar sus limitaciones de movilidad. El Austria Felipe II fue el precursor de la silla de ruedas, aunque aquel prototipo lo tenían que empujar tres personas; ese avance ha durado hasta nuestros días, todos tuvimos ocasión de ver a Juan Pablo II en una similar. Pasando a los Borbones, Isabel II hizo instalar los primeros ascensores en España, concretamente hay cuatro de principios del siglo XX: el del Rey (1903), el de Carlos III, el de Damas y el del Ala de San Gil.

El caso es que el acto de abdicación del relevado y la recepción del relevista han hecho que vea asistentes fotografiados en la escalera, alabarderos incluidos.

La alta nobleza casqueril (los que ostentamos el casquerio desde la cuna) no la vi representada, aunque sí vi plebeyos; como la conversa Teresa Perales o Eduardo Madina, que accedieron por una neuropatía o barbarie; por antigüedad, como Federico de Carbajal; accidente laboral, José Padilla, o de tráfico Francisco Vañó e Ignacio Tremiño; también los hay eventuales (lesiones temporales) como Inmaculada Rodríguez Piñero. A mí, como no puedo dar la mano y de eso iba la cosa, no me invitaron.

El caso es que tiempo atrás estaba documentando un informe sobre una cuestión de accesibilidad y busqué imágenes de los ascensores de marras. Internet no tiene ni una sola foto de los ascensores, como tengo una sobrina en la villa y corte pensé pedirle que se acercara a retratarlo, pero un conocido me dijo que cuando intentó sacar una retrataura en la Armería Real casi lo placan como en los partidos de rugbi y no quiero exponer a mi sobrina a ese tipo de “tocamientos”.

En la visita pública no se ve ninguno de los ascensores, con la excusa de que vean la Escalera Principal de Palacio en todo su esplendor. Los que no pueden subir escaleras, por más machos que sean, por el Ascensor de Damas. Tenaz en eso de conseguir una foto del histórico artilugio, procedí a pedirlo al administrador, un tal Patrimonio Nacional (PN), que me contestó con una lista de precios y un cuestionario de tercer grado.

Cuando vi al Juli fotografiado en la Escalera Real me dije: “He ahí un valiente, ha lidiado con todo el papelerio que pide PN” y pensé en que como más cornadas el hambre y el hambre espabila, estamos en camino de ser todos sabios. Bueno, sabios o personal de PN, porque con la cantidad de papeleo que tramitaron para autorizar a los asistentes al acto a retratarse dentro de la vivienda, y el personal dedicado a controlar y placar a los sin papeles y justificante de haber pagado las tasas, seguro que el paro ha bajado en junio.

En fin, como dice Pepe soy un bendito, era el único español que creía que el Palacio Real es como la multipropropiedad, y la declaración de la renta era mi escritura, pero no; los impuestos que pago no cubren el pago de la hipoteca que firmó Felipe V para construirse la vivienda, seguramente por eso sus sucesores serían desahuciados en su día y desde entonces no vive nadie allí.

La verdad, los impuestos no sé que cubren, porque en estos momentos todo lo que los cascaos precisamos del estado está sujeto al pago de tasas; y claro, con la de tasas que acumulo tengo que priorizar y desde luego el sueño erótico de ver el Ascensor del Rey (nº invº10063884) no está precisamente el primero de la lista, antes tengo que asegurar pasar el culo de la cama a la silla de ruedas todos los días. Igual me veo obligado a vender mi parte de la multipropiedad.

En fin, a mi no me pasa como a Homero, un amigo al que también le cuadra el nombre porque está más ciego que Rompetechos, que dice que es inviolable porque las leyes no le afectan dado que son para “los que a la presente vieren y entendieren”. Y como él no ve es inviolable y no está sujeto a responsabilidad.

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