El crimen en Mexico (y en cualquier sociedad) es el reflejo de un malestar que se here-da de generación en generación; si bien durante algunos periodos de gobierno los medios de comunicación han minimizado la cobertura de los delitos para mejorar la imagen de la admi-nistración, en los últimos años se ha vuelto algo imposible de ignorar, siendo tema de conver-sación habitual entre la población y obligando al gobierno a implementar importantes campa-ñas de prevención. Pero, ¿Que nos dice el crimen acerca del estado actual de malestar e in-conformidad entre los individuos?
Lo clinico:
El crimen es algo inherente al ser humano y a la convivencia en sociedad, desde el momento en el que se plantea una ley existe la posibilidad de una transgresión, y en principio, si se ha formulado esta ley es debido a la necesidad de una “humanización” del animal, sin embargo, a pesar de los esfuerzos por socializar al hombre, siempre existirá una tendencia, una necesidad, un impulso (pulsión) que urge por ser satisfe-cho, y la realidad de nuestra convivencia armónica en sociedad representa un obstácu-lo constante para esta satisfacción. No hay que olvidar que tratamos con la subjetivi-dad de los individuos que conforman una sociedad, por lo que es recomendable en la practica atenernos al caso por caso, sin embargo, esto no nos impide hacer un análisis global de la situación, parafraseando a Sherlock Holmes: No podemos predecir el comportamiento de determinado individuo, pero sí podemos esperar que su actuar quede sujeto a una media de posibilidades.
En la neurosis el síntoma actúa como el acuerdo de un conflicto entre dos instan-cias psíquicas, lo que lleva al sujeto a un estado de malestar subjetivo (no es el propó-sito de este articulo profundizar en los mecanismos detrás de este proceso); ahora bien, podemos utilizar esta misma lógica para entender lo que expresa el acto crimi-nal, mientras que en el síntoma neurótico el sujeto lucha consigo mismo por la satis-facción, en el crimen se actúa esa lucha en el exterior de igual forma por satisfacer una necesidad del sujeto, sea real o no (con esto me refiero a que puede ser una verdadera lucha por procurarse los medios para sobrevivir, o puede ser una búsqueda inconscien-te en el exterior de un juicio, ya que el sujeto es incapaz de fungir como su propio juez moral, o en el caso de las psicosis, el acto criminal puede ser también un intento de reparación, de cura, como en el famoso caso de Pierre Riviere). Esa lucha, para des-ventura tanto de la víctima como del victimario, termina en un perjuicio.
Esta necesidad del sujeto y su conflicto para satisfacerla nos lleva a revisar la parte social del problema.
Lo social:
Es de esperarse que en toda sociedad surjan conflictos, pues, como se menciono en la parte clínica, es nuestra renuncia a la satisfacción inmediata lo que hace posible la convivencia en sociedad, ahora, esta renuncia es gracias a un acuerdo entre el indi-viduo y la comunidad (el Estado) que promete ofrecerle al sujeto su bienestar y los medios necesarios para vivir y desarrollarse, pero el conflicto sube de nivel cuando la capacidad del Estado para satisfacer las necesidades del individuo no es suficiente, entonces (en determinados casos) aparece como resolución de esta lucha el acto cri-minal.
Quiero dejar claro que no estoy justificando el crimen, mi intención es señalar el núcleo desde donde emerge.
Tenemos así que para entender el problema del crimen, debemos observar las necesidades de la población y como están (o no están) siendo resueltas por el estado. Pongamos el sencillo ejemplo de los grupos delictivos: Al preguntarnos sobre el ori-gen de estos podemos encontrar que sus miembros (sobre todo los jóvenes) han atra-vesado problemas de desempleo, marginación, violencia familiar, falta de identifica-ción con los modelos de la ideología dominante (la adhesión a un grupo delictivo esta ligada a la necesidad de pertenencia, de identidad) y sobre todo, una lucha muy mar-cada entre las diferentes clases sociales, lo que los ha llevado a encontrar refugio en este tipo de organizaciones.
Las soluciones:
Ante este tipo de problemática el gobierno en México ha puesto en marcha cam-pañas de prevención social, ha invertido en materia de seguridad, se han creado nue-vos organismos policiacos que prometen acabar con la corrupción dentro de la misma administración y con los abusos de autoridad; sin embargo, no se ha hecho nada por reorganizar el actual Estado del malestar, las soluciones que ha planteado el Estado en los últimos años han sido de orden persecutorio, represor y punitivo. Los programas de integración social se han quedado estancados o se han llevado a cabo de manera ineficiente debido a que se ha dado prioridad a financiar el sistema persecutor.
No se trata de castigar al criminal, o como se dice amablemente por aquí: “re-adaptarlo” a la sociedad, se trata de corregir las circunstancias sociales y políticas que hacen posible el acto criminal (reconciliar la necesidad del sujeto con la capacidad de la sociedad para satisfacerlo), no podemos pretender readaptar a un individuo a una sociedad que no tiene lugar para el, es como educarlos para conformarse con la mise-ria que les ha tocado vivir y pedir que no reprochen por esta.
Repito: no estoy justificando la existencia del crimen, lo que expreso aquí es la necesidad de un cambio en el abordaje del problema, y sobre todo, señalar que si el Estado realmente desea acabar con la delincuencia, debe dedicarse a reestructurar los programas de apoyo social, de manera que estos cumplan eficazmente con las tareas necesarias para la satisfacción de las necesidades de la población, así, aunque no des-aparecerá por completo, si se reducirá significativamente la incidencia de una buena cantidad de crímenes cuyo origen apunta a esta necesidad insatisfecha.
|