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​A buenas horas mangas verdes, ahora aparece un Borrell respondón

​Quizá lo que vamos a decir pueda interpretarse como un absurdo, pero tengo el íntimo convencimiento de que, el pueblo español, necesita someterse a un reactivo
Miguel Massanet
jueves, 9 de abril de 2020, 13:02 h (CET)

Es posible que alguien pueda pensar que el peligro para España, su gente, su economía y su bienestar social se centre, exclusivamente, en tener en el Gobierno una amplia representación de Podemos, capitaneada por el señor Pablo Iglesias. Que las maneras, evidentemente totalitarias del líder comunista de Podemos y sus evidentes intentos de estalinización del país, constituyen la mayor amenaza que hoy mismo tenemos los ciudadanos españoles, después de la mayor y más temible representada, en estos momentos, por la pandemia del coronavirus, que está diezmando nuestra población, muy lejos todavía de dar señales evidentes de irse debilitando.

Pero ahora nos empezamos a dar cuenta de que, aparte del señor presidente del Gobierno, señor Pedro Sánchez, dentro de su partido, dentro del PSOE, también hay otros de sus dirigentes, en muchos casos los más insospechados, que son capaces de, en un momento determinado, dar suelta a sus más ocultos e insospechados ramalazos de totalitarismo, demostrando que es imposible fiarse de las apariencias cuando se trata de personas que, cuando tienen la ocasión, sea oportuno o no lo sea, dejan que sus instintos básicos, sus ideas partidistas y su sectarismo innato aflore, dejando que las más absurdas, trasnochadas, inapropiadas y perversas ideas de lo que, según su criterio, deberían ser la medidas que le convengan a España para salir de la crisis económica que, evidentemente, va a ser la secuela natural de la epidemia de coronavirus que estamos padeciendo; se concreten todas ellas en teorías intervencionistas; dándole al Estado todas las facultades para expropiar, encauzar, dirigir, imponer y coartar las libertades, iniciativas o propuestas empresariales que pudieran corresponder al desarrollo y defensa de la iniciativa privada, la principal víctima de la política intervencionista, propuesta por el señor Borrell, una de las personas del socialismo a la que se consideraba moderada, práctica y alejada de propuestas extremistas y que, no obstante, se ha demostrado que todo era fachada y, en el fondo, no era más que otro de aquellos socialistas de la vieja guardia que siguen pensando que el sistema de confiar al Estado la economía de un país es el adecuado para conseguir la prosperidad de sus ciudadanos, pese a la desastrosa experiencia de todos aquellos países que se dejaron tentar por la idea de que el Estado debe asumir la función de encauzar la economía de una nación.

Resulta que este señor, Borrell, Alto Representante de la UE para Política Exterior, se ha mostrado decidido a abogar por que sea el Estado quien tome la batuta en todos los frentes de la economía de la nación, ya fuere en materia de impuestos, gasto, deuda e, incluso, sosteniendo la peregrina idea, propia del comunismo más extremo, de que sea el Estado quien se haga con “la propiedad de los medios de producción”, la misma política que acabó conduciendo a los países del Este y a la propia Unión Soviética al fracaso económico más sonado del siglo pasado.

Todos hubiéramos pensado que los políticos que hubieran propuesto que la nación se endeudara masivamente, hubieran salido de las filas de Podemos o de los comunistas radicales, pero no nos podemos imaginarnos que, un Felipe Gonzáles, en sus tiempos, hubiera aceptado nunca dejarse llevar por una propuesta semejante, conocedor, como era, de las letales consecuencias que, para un país, suponían que el Estado sea quien se proponga prescindir de la iniciativa privada, optando por la burocratización y la estatalización de los medios de producción, un sistema que siempre ha fracaso en los países que han intentado poner en práctica semejantes políticas.

Estamos, pues, ante lo que se podría calificar como la antesala de otra etapa funesta para nuestro país, para después de que la pandemia que nos está azotando con tanta crueldad, nos deje regresar a la normalidad sanitaria; sería para entonces cuando el gobierno filocomunista que está al frente de la nación, comience a sacar ventaja de su postura de fuerza, después de haber puesto a la nación en situación de excepcionalidad, de sumisión absoluta a los mandatos de la Administración, con la excusa de combatir la pandemia.

Una posición que, como se desprende de las declaraciones del señor José Borrell, les va a servir a socialistas y comunistas para arrastrar a España hacia el tipo de régimen de gobierno que, el señor Pablo Iglesias, hace ya tiempo, aunque nunca soñara en poder conseguirlo, ha estado intentando implantar en nuestra nación. Uno de estos países, al estilo de la Venezuela de Maduro, una más de estas dictaduras al estilo del comunismo soviético, semejante a aquellas naciones que fueron esclavizadas por Moscú, situadas detrás del Telón de Acero, aquella monstruosa estructura en la que quedaron encerrados millones de ciudadanos, privados de su libertad y sometidos al odioso régimen de esclavitud al que los tenía condenados los grande jerarcas del régimen totalitario soviético. Un régimen que consiguió someter a sus doctrinas absolutistas y totalitarias, lo que habían sido las libertades ciudadanas, la iniciativa privada, el progreso derivado del mercado libre y el Estado libre del bienestar, sojuzgando a todas las naciones sobre las cuales ejerció su yugo, sometiendo a un régimen de tipo policial a la sociedad civil, sojuzgada y dependiente de la voluntad omnímoda del PC ruso. Durante muchas décadas la URSS, bajo el yugo de la KGB y del Kominform comunista, consiguió mantener el régimen de terror sobre un pueblo resignado y fatalista, hasta que su ineficacia, burocracia y la corrupción de sus funcionarios llegó a un punto en el que, la organización comunista, se desmoronó por el propio peso de su ineficacia y por los incontenibles deseos de libertad de unos ciudadanos que no pudieron soportar más la opresión bolchevique a la que durante años habían estado sometidos.

Quizá lo que vamos a decir pueda interpretarse como un absurdo, pero tengo el íntimo convencimiento de que, el pueblo español, necesita someterse a un reactivo, un electro shock consistente en tener que someterse a una cura política que le haga salir esta especie de cerrazón intelectual, en la que muchos españoles parece que se encuentran, que los lleva a seguir siempre el camino equivocado, a tirarse piedras a su propio tejado y a anteponer sus fobias particulares, sus rencores incubados durante años, sus venganzas, sus envidias y su convencimiento de que, su propio fracaso, ha sido culpa de aquellos que han triunfado en la vida; a la reflexión, la sensatez, el olvido de pasados litigios y el reconocimiento de que, el mirar al pasado, nunca debiera condicionar nuestros actos futuros y nuestros esfuerzos por conseguir superar todos aquellos obstáculos que se interpongan entre nuestra situación actual y el afán de conseguir una vida mejor y la felicidad, sin que todo ello signifique perjudicar ni poner vetos al resto de personas que también tiene derecho a lo mismo.

En realidad, es posible que, constatando que algunas encuestas llevadas a cabo por empresas especializadas en la recopilación de datos y su valoración, respecto a la intención de voto de la ciudadanía que, sorprendentemente, pese a lo que para muchos ha sido una conducta completamente equivocada de nuestros actuales gobernantes en cuanto a sus alianzas, sus decisiones de tipo social y económico, sus tics totalitarios, su desprecio por las opiniones de los españoles que no los votaron y, lo peor de todo, su fracaso absoluto en la forma de enfocar, tratar, conducir e intentar paliar los efectos de la pandemia del coronavirus que nos está diezmando de modo que estamos convencidos de que, si no rectifican, y no parece que estén dispuestos a ello, van a conducir a nuestra nación a la catástrofe. Pues parece ser que, pese a todos estos hechos que lo desprestigian, el PSOE, sigue manteniendo ventaja en intención de voto sobre el resto de partidos de la oposición de centroderecha, lo que nos hace pensar que, como tuvo que hacer Aníbal con su ejército, pasar el río Rubicón, a los españoles les va a hacer falta una cura de realidad, una experiencia de lo que es un régimen comunista y el comprobar, en sus propias carnes, la diferencia de lo que era la España anterior a la subida al poder del señor Sánchez y ahora, en manos de Sánchez, con su partenaire el señor Pablo Iglesias, para que, si es que llega un momento en que tengan opciones a rectificar en otras votaciones ( lo que es difícil que ocurra en un régimen totalitario) puedan darse cuenta de que cualquier otra opción es mejor, para el pueblo y sus libertades, que el caer bajo la zarpa totalitaria del comunismo.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, por mucho que nos pueda resultar insoportable desde el punto de vista egoísta de este comentarista, debemos reconocer que así como, en el 2011, el hartazgo que produjo entre la ciudadanía española la forma de gobernar del señor Rodríguez Zapatero, de trágica memoria, produjo una reacción de rechazo hacia él de la mayoría de los votantes españoles, proporcionándole a Rajoy una mayoría absoluta que nadie pensaba que pudiera alcanzarse; es muy posible que después de una legislatura dirigida por el actual Gobierno de comunistas y socialistas, de conocer lo que es un Estado dirigido desde el autoritarismo, el control de la vida de los ciudadanos, el dirigismo económico y los resultados de una política de gasto excesivo y de endeudamiento por parte de los gobernantes, y todo ello dentro de un entorno, la CE, de naciones que difícilmente van a consentir que una mala praxis del gobierno español ,pueda perjudicarlas a ellas; es muy posible que, en los próximos comicios, los resultados de las urnas volvieran a poner a España en el recto camino de un gobierno conservador. Claro que, como ocurre con el dictador Maduro, esto del faire play en política, y más en el caso de regímenes comunistoides, es algo que no se suele dar.

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Creo en las sociedades estructuradas y maduras, donde la familia es la estructura básica de la sociedad. La familia es importante, pero siempre tendrá la importancia que los poderes públicos quieran darle. La familia es la célula fundamental de la sociedad y el entorno en el que se desarrollan, aprenden y forman los que primero son niños y luego llegan a ser los ciudadanos que a su vez formarán la sociedad.

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