Esto son lentejas. Si quieres las tomas y si no las dejas. Sí no somos capaces de asumir esta realidad todo nuestro cristianismo se nos viene abajo. Comprendí mejor este misterio el día que asumí que Cristo muere por nosotros y resucita en nosotros. La Semana Santa no tiene sentido sin un final glorioso. La Resurrección.
Cristo ha resucitado y vive en los que sufren. En los enfermos, los pobres, los presos, los emigrantes, los transeúntes, los marginados y todos aquellos que, a veces, miramos por encima del hombro. Cristo se hace presente en ti y en mí cuando asumimos nuestro papel de redentores de tanta miseria y sufrimiento. En aquellos que están dando su salud e incluso su vida en remediar los efectos del maldito virus que nos invade. Los sanitarios, los transportistas, los servidores del orden, los trabajadores de las tiendas de alimentación y los supermercados, los que están dejando el pellejo en la fabricación y la investigación de remedios para la pandemia, los padres y los maestros que hacen más llevaderos estos días a nuestros niños, los abuelos que sufrimos con paciencia la ausencia de los nuestros y que asumimos que seremos los últimos en volver a la normalidad, los voluntarios que se están multiplicando para atender dificultades, los cuidadores y los internos en las residencias de ancianos, los consagrados que se esfuerzan en hacernos presente al Señor en cada momento, Etc. CRISTO HA RESUCITADO EN NOSOTROS. En los hombres y las mujeres de buena voluntad. Aleluya.
El Papa nos decía en su celebración de la Pascua: coraggio, (fuerza). Él está con nosotros. Él está en nosotros en la oscuridad de nuestras noches. Él nos acompaña en el envío a comunicar a los que nos rodean que vivan la esperanza en un mundo mejor.
Esta es mi buena noticia de hoy. Esta es la mejor noticia que puedo comunicaros. CRISTO HA RESUCITADO EN TI Y EN MÍ.
Feliz Pascua de Resurrección. Aleluya.
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