Un nuevo descubrimiento dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh y del Hospital Metodista de Houston (Estados Unidos) sugiere que el sistema inmunológico innato puede recordar específicamente las células extrañas, lo que podría allanar el camino a los medicamentos que prolongan la supervivencia a largo plazo de los órganos trasplantados. Los hallazgos, basados en los resultados de un modelo de ratón, se publican esta semana en la revista 'Science'.
El rechazo crónico de los órganos trasplantados es la principal causa de fracaso de los trasplantes, algo que el campo de los trasplantes de órganos no ha superado en casi seis décadas desde que la llegada de las drogas inmunosupresoras permitió que el campo floreciera.
"El índice de rechazo agudo dentro del año después de un trasplante ha disminuido significativamente, pero es probable que muchas personas que reciben un trasplante de órgano necesiten uno segundo en su vida debido a un rechazo crónico. El eslabón perdido en el campo de los transplantes de órganos es una forma específica de prevenir el rechazo, y este hallazgo nos acerca un paso más a esa meta", explica el líder del trabajo, Fadi Lakkis.
El sistema inmunológico está compuesto de ramas innatas y adaptables. Las células inmunes innatas son las primeras en detectar organismos extraños en el cuerpo y se requieren para activar el sistema inmune adaptativo. La "memoria" inmunológica, que permite a nuestros cuerpos recordar a los invasores extraños para poder combatirlos más rápidamente en el futuro, se pensó que era única en el sistema inmunológico adaptativo.
Las vacunas, por ejemplo, aprovechan esta característica para proporcionar una protección a largo plazo contra las bacterias o los virus. Desafortunadamente, esta función tan crítica del sistema inmunológico es también la razón por la que los órganos trasplantados son finalmente rechazados, incluso en presencia de drogas inmunosupresoras.
En el nuevo estudio, los investigadores usaron un modelo de trasplante de órganos de ratón genéticamente modificado para mostrar que las células inmunes innatas, una vez expuestas a un tejido extraño, podían recordar e iniciar una respuesta inmune si se exponían a ese tejido extraño en el futuro.
Utilizaron entonces análisis moleculares y genéticos para demostrar que se necesitaba una molécula llamada receptor A parecido a Ig emparejado (PIR-A) para esta característica de reconocimiento y memoria de las células inmunes innatas en los huéspedes. Cuando el PIR-A se bloqueaba con una proteína sintética o se eliminaba genéticamente del animal huésped, la respuesta de memoria se eliminaba, permitiendo que los tejidos trasplantados sobrevivieran durante mucho más tiempo.
"Saber exactamente cómo juega un papel el sistema inmunológico innato abre la puerta al desarrollo de medicamentos muy específicos, lo que nos permite alejarnos de los medicamentos ampliamente inmunosupresores que tienen efectos secundarios significativos", asegura Lakkis.
El hallazgo tiene implicaciones más allá del transplante, según estos científicos. "Una amplia gama de enfermedades, incluyendo el cáncer y las condiciones autoinmunes, podrían beneficiarse de este conocimiento. Cambia la forma en que pensamos sobre el sistema inmunológico innato", concluyen.
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