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Tertulias recatadas

​Hablando de cómo captamos los acontecimientos, para después ver si conseguimos asimilarlos, destacan para mal un buen número de personas con bagaje cultural, formación, libros, medios técnicos
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 10 de julio de 2020, 08:10 h (CET)

El ejercicio ciudadano presenta exigencias de compleja ejecución. Justo cuando se atisba escaso interés en clarificarlas, en la práctica ni por asomo, la actitud libertaria lo deja todo al arbitrio de cada cual. El mismo conocimiento de los problemas supone un reto de casi imposible cumplimiento, porque recogemos sin garantías las migajas informativas dispersadas. La mentalidad propia tampoco mantiene buena base en un ambiente tan plurivalente. Empezamos en el interior de cada sujeto, le resultará difícil encontrar una salida digna a su LABERINTO mental. En efecto, no está solo; aunque las compañías agrandan el oleaje sin manual de instrucciones, el timonel está abocado a las decisiones en solitario.

Quizá como ciudadanos activados haya llegado el momento de un cambio de estrategia por una menos laberíntica. Si la ampulosidad, los grandes medios manipulados, las manifestaciones públicas tendenciosas, cooperan en la desinformación basada en la información deformada; visto como arremeten con una altanería despreciable, algún huequecito quedará para que el individuo busque mejores soluciones. La rica inventiva popular sabrá elaborar nuevas maniobras. La vuelta a los pequeños NÚCLEOS relacionales parece un método aceptable para la recuperación del protagonismo personal en esa elección de sus bases de conocimiento para la calibración de sus opciones.

Aunque no se trate de un descubrimiento nuevo, sigue a disposición general, quién sabe a qué se debe su escasa puesta en práctica, ese cambio de impresiones de mucha intimidad, de una persona concreta con los LIBROS de su elección. Pudiéramos denominarla la tertulia del sillón u otro asiento, desarrollada de tú a tú entre las páginas reveladoras y el atento lector enfrascado en su análisis; con la menor contaminación posible a la hora de seleccionar el interlocutor escrito. Vale poco una lectura escurridiza, de pasada; se trata de un acercamiento creativo, respetuoso, hacia los contenidos, pero activadora de las cualidades previas de quien lee, con la franqueza de un diálogo instructivo.

La literatura, en esa su prolífica extensión, nos saca a colación curiosos relatos; desde los entrañables a los centrados en intervenciones maliciosas, nos acercan al escaparate para entrever las posibilidades de nuestras andanzas. Nos introducen en viajes plagados de señales, como también en sueños vaporosos de difícil acomodo en la experiencia diaria. Ahí tenemos el espíritu QUIJOTESCO de noble pujanza en su batalla frente a los entuertos y la simpática enajenación caballeresca. Nos invita a no alejarnos de esa nobleza a la hora de actuar, por otra parte fácil de embarullarse, alertándonos para no confundir gigantes o alcurnias de postín donde sólo hay gente menesterosa.

Las maneras de mentir ocupan grandes espacios en el conjunto de los géneros literarios. Por encima de la creatividad de los autores respectivos, no dejamos de captar en la sociedad ejemplos con matices increíbles. Si pretendemos la gradación de una mentira, nos resultará dificultosa, dada la cantidad de factores involucrados en su gestación. Aunque, entre anécdotas y risas, solemos usar el TAMAÑO como patrón. Si tratamos de adultos, quizá la grandeza derive del puesto ostentado por el mentiroso o del número de afectados por dichas falacias. Entre los niños suele competirse por ver quien la dice mayor. Medición difícil en todo caso, pero fácil de apreciar en la práctica por sus repercusiones.

En esto de las mentiras, su difusión y su utilización, cabe pensar en la búsquea por parte de quien las emite de un objetivo beneficioso del tipo que sea; siempre suena el crematístico, pero no pocas veces aletea una simple satisfacción personal, aunque sólo sea momentánea. Si la vamos a medir por esa sensación gratificante, entonces destacará el carácter ESTÚPIDO de aquellas que una vez emitidas apenas reportan gratificación al mentiroso. Mucho peor, como estamos hartos de comprobar, cuando refluyen con un notorio perjuicio sobre quien la propagó; su prestigio, sucredibilidad de cara al futuro, su personalidad, quedan en entredicho, malparadas, por efecto de su propia obra.

Más allá de lo considerado hasta ahora, la mentira acentúa su meollo despreciable en la medida de su afán por perjudicar a otras personas; precisamente por eso, esas tienden a solaparse bajo apariencias decentes. Por sus maniobras suelen requerir medios de alto nivel fuera del alcance de la gente común; son los gobiernos o las grandes organizaciones las capaces de semejantes contubernios. Convendremos, supongo, en la intuición primero y el padecimiento posterior desde gran número de estas mentiras ALEVOSAS, notando la gran limitación de nuestra capaciad de respuesta. Son innumerables los textos ratificadores de estas actuaciones, pero ni con todo logramos su disminución.

Hablando de cómo captamos los acontecimientos, para después ver si conseguimos asimilarlos, destacan para mal un buen número de personas con bagaje cultural, formación, libros, medios técnicos; que permanece en actitud negligente alejada del sentir social. E. Lledó hablaba de esa visión muda, con ausencia del impacto real ante lo que sucede. Vienen a ser sujetos DISTANCIADOS dolosamente de sus entornos conductuales, en un desplante insolidario, reflejo de su falta de responsabilidad como comunitario. Su desapego no les impide arramblar con cuanto queda a su alcance, sin el menor escrúpulo respecto de los daños ocasionados, por muy disimulados que se presenten.

Las hemerotecas están abarrotadas de referencias a la EMIGRACIÓN con sus peculiaridades. Flagrantes en cuanto deriven de las violencias desatadas por los mismos humanos empoderados. No se libran las ideologías, porque todas han dado suficientes muestras a lo largo de la historia de sus horripilantes métodos. Los desastres naturales serían asumidos desde lo inextricable, pero siempre con mayor repercusión sobre los grupos debilitados. En tono más suave contamos con los deseos de mejora en otros lugares. Pero no prima la consideración del verdadero estado emocional de los afectados.

Al revisar los textos sobre la vertiente receptora, la INMIGRACIÓN, destacan también actitudes alarmantes en cuanto a la comprensión del fenómeno. Los relatos de actitudes acogedoras tienden a resultar anacrónicos para esta época en la que agobian los tratos despectivos. Que si lenguas, inventos políticos acomodaticios, divergencias culturales; el panorama ofrece este cariz de actualidad, pero dando la sensación de mercancías, con escasez del aprecio humano.

Como vemos, actitudes DISPARES ventiladas al son de la actualidad por euforias políticas descabelladas, por el desinterés de grandes mayorías, por la mediocridad rampante, diseñando los criterios elaborados por humanos; en general, con un amplio beneplácito, enervante por su inconsistencia.

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