Quo usque tándem abutere Catilina patientia nostra?, así comenzó Cicerón su diatriba contra Catilina en sus famosas Catilinarias. Yo lo gloso y digo: Quo usque tándem Paule abutere patientia nostra?
¿Hasta cuando vas a estar abusando de nuestra paciencia con tus impertinencias y mamarrachadas Pablo? Este hombre cabeza de la extrema izquierda, no solo su propósito es acabar con nuestra pacífica y, hasta cierto punto, tranquila convivencia, sino que pretende, junto con su comparsa Pedro Sánchez con su memoria democrática, dominar nuestros pensamientos y dictar lo que hemos de hablar, discutir y reglamentar los temas de nuestras conversaciones hasta en el ámbito privado y familiar.
Ha llegado a mis oídos, los medios de comunicación lo han difundido, que este marramacho (no tiene ni la categoría para ser mamarracho, sin embargo le cuadra muy bien el palabro que me inventado, pues es el marrano macho de la porcada izquierdista, es decir, el verraco), ha propuesto que el tema de conversación durante la Noche buena y las fiestas navideñas, cuando nos reunamos con nuestros familiares, los pocos que podamos estar, el tema de nuestras conversaciones sea qué sistema de gobierno es mejor para España, si una monarquía parlamentaria o una república. Vamos a ver, Pablo ¿Quién te crees que eres, para decirme a mí lo que he de hablar con mis hijos, hermanos o “allegados”? Además, si queremos que una reunión termine en paz, ni de política ni de religión se ha de hablar.
Ya sabemos que el fin último del Comunismo es implantar el pensamiento único, siempre que sea dentro del régimen, y que los ciudadanos acaten y obedezcan todo lo que venga del Politburó, pero no estamos en la Rusia comunista en la que a los disidentes, aunque fueran de pensamiento los enviaban a los gulags.
Pablo, a ver si te enteras, posiblemente lo más grande y excelso que tenemos los seres humanos es la libertad: de acción y de pensamiento. Si la acción es punible que sea castigada, pero en mis pensamientos y en mis conversaciones no puede entrar nadie. Soy libre de pensar y decir lo que quiera, siempre que no ofenda a mi oponente, ¿Cómo vienes tu a decirme de lo que tengo que hablar, que será el fruto de lo que pienso?
Eso es lo que tu quisieras pastorear una manada de borregos, sin criterio propio que solo obedeciesen tus mandatos.
Estás muy equivocado Pablo, los españoles, sobre todo algunos, todavía tenemos criterio propio y sabemos discernir de lo que nos conviene o no. Si tus seguidores no tienen más horizonte mental que lo que tu les ordenes, ¡allá ellos!
El resto, los que no te hacemos ni caso, pensaremos, diremos y actuaremos según creamos conveniente.
¡A otro perro con ese hueso!
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