Las cifras del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en los últimos 20 años indican cambios en los hábitos de sueño de la población española. El último barómetro (noviembre 2014) con este tipo de información muestra que los españoles duermen una media de 7,12 horas durante los días laborables mientras que antes, según datos disponibles en 1995, dormían 7,97 horas. Esto indica que España ha perdido cerca de una hora de sueño durante este tiempo. A su vez, en este plazo, se observa un incremento del número de españoles que duermen menos de 7 horas: hoy en día este grupo ya representa un 57,8 % de la población, cuando antes era un 37,2%.
El psicobiólogo y neurocientífico de la UOC Diego Redolar explica que estas cifras confirman que «los españoles duermen poco» puesto que, a pesar de las diferencias individuales que pueda haber, «diversos estudios recomiendan dedicar habitualmente entre 7,5 y 8 horas al día al sueño». Este aumento de las horas en vigilia «es característico del mundo moderno, que invierte más tiempo en su actividad social», apunta el sociólogo y profesor de la UOC Francesc Núñez. «La acción, hoy en día, es sinónimo de prestigio, aunque sea en el ámbito de la diversión y no del trabajo», añade, y el hecho de incrementarla provoca ineludiblemente «alejarse de la desconexión, de la no acción racional».
El sociólogo apunta que esta tendencia representa «la transformación cada vez más radical de cómo las personas estructuran su experiencia temporal». El hombre moderno «está abocado hacia el futuro y marcado por los relojes y por los planes personales, laborales y gubernamentales» y quiere hacerse «amo del tiempo, ponerlo al servicio de sus intereses, del cálculo racional, de la acción encaminada hacia la dominación». Dormir, en definitiva, «atenta contra esta experiencia del tiempo».
Pero esta pérdida de horas de sueño puede provocar en las personas «marcadas alteraciones en la atención, en la consolidación de los procesos de aprendizaje y de la memoria y en la manera de procesar la información de tipo emocional», advierte Redolar. «Diferentes estudios han mostrado que el sueño resulta muy importante para un correcto funcionamiento de los sistemas neuronales», remarca el neurocientífico, y recuerda que «dormir ayuda a descansar y a recuperarse, porque permite regular el metabolismo y recuperar el equilibrio interno del organismo».
Sin embargo, no solo la falta de horas de sueño puede ser perjudicial para la salud: también un exceso puede serlo. Redolar explica que recientemente un estudio de la Universidad de Cambridge, con una muestra de más de 9.000 personas entre 42 y 81 años, publicado en la revista de la Academia Americana de Neurología Neurology, revela que «dormir más de 8 horas diarias se puede asociar a un mayor riesgo de sufrir un ictus o un accidente cerebrovascular». Los investigadores de esta investigación no saben si dormir más de 8 horas diarias es causa o consecuencia del ictus, no está claro por qué existe esta asociación, e invitan a realizar otras investigaciones para explorar ese vínculo.
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