A partir del siglo V, los colores alegres, los rojos deslumbrantes y amarillos brillantes van cesando su aparición para dejar paso al luto, al violeta oscuro, el azul noche y el ocre rojizo. La sombría imaginación de los etruscos se ve reflejada en su arte, pinturas fúnebres donde aparecen dioses, hombres y demonios. Rostros inquietos y angustia.
El siglo V supondrá la desaparición del mundo etrusco casi en su totalidad, Etruria sufre cambios debidos a guerras contra Roma, contra otros pueblos vecinos, derrotas en tierra y mar gracias al ataque incesante de los griegos de Italia del sur, incluso luchas internas entre ciudades etruscas como Vulci y Tarquinia. Esta confederación etrusca estaba agonizando paulatinamente, esa angustia sufrida se vería reflejada en la representación del infierno etrusco.
En este infierno etrusco, reina un pueblo repleto de demonios de duendes. Su número y sus nombres, como los de los dioses, varían según las ciudades y las épocas. En la tomba del Sette Camini, en Orvieto, se vislumbra a Athrpa, especie de parca de rostro crispado, presidir un banquete con tintes fúnebres. En otra tumba, en este caso la tomba dell’Orco, en Tarquinia, vemos a Lasa presentar un rollo de papel donde están inscritas las acciones de los muertos que allí moran. Muchas más sepulturas tienen este tipo de arte, por ejemplo, en Arezzo, aparecen demonios con cabezas de lobo, monstruos alados con tres cabezas y cuatro patas de ave.
En Volterra se encuentra uno de los demonio más aterradores de toda la mitología etrusca, se trata de Vanth, demonio femenino de aspecto inquietante. Aparece vestida con una larga túnica de color ocre, a su espalda tiene dos alas, y se la representa sosteniendo en sus manos el Libro del Destino mientras asiste, impasible y muda, a la agonía de los moribundos. La violencia inunda la representación, la angustia es lo que impera en los rostro de estos moribundos mientras son observados por inalterables demonios zoomorfos. Los muertos aparecen pintados con colores que recuerdan al de la carne en su proceso de descomposición, aparecen retorciéndose de dolor, deformados por horribles muecas. Otro demonio femenino que suele tener presencia en este tipo de escenas es Culsu, aparece agitando antorchas mientras persigue a un cortejo de muertos. Es siempre un patrón común el que estos demonios aparezcan atormentando a los muertos.
Para el final he dejado al dueño y señor del reino de los muertos etruscos, el único demonio que aparece en casi todas las pinturas funerarias, este demonio no es otro que Charun. Este demonio posee una gran antigüedad, siendo un clásico insustituible. Charun aparece en el siglo V, es un demonio que será omnipresente. Es la representación del rostro de la misma muerte, su función es dar miedo y también infundir el mensaje de la perdición a todos los etruscos, la muerte será el fin del camino para todos. Su apariencia es la de un hombre muy feo, su nariz es grande y ganchuda, orejas alargadas y puntiagudas. El pelo lo tiene descuidado, al igual que su barba. Sus dientes son estridentes y afilados. Es un hombre, no presenta más distinción que esa, y se diferencia de los demás hombres porque aparece pintado de azul oscuro. En la Eneida se le nombra y se le describe así:
“Es Charun, demonio espantoso y repugnante. Una larga barba blanca e hirsuta le cae del mentón. Sus ojos son dos brasa inmóviles. Un sórdido trozo de tela, sujeto por un nudo pende de su espalda.”
En definitiva, la naturaleza humana no ha variado con el curso de los siglos, el miedo psicológico a determinadas experiencias es palpable. Las reacciones humanas ante lo turbador es un misterio más de la raza humana, pero eso sí, si hay vida entonces hay muerte.
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