¡Vamos a ver!, una democracia normalizada tiene que cumplir con las normas que la constituyen. ¿Cuáles son estas? Muy simples y sencillas: los ciudadanos convocados a elecciones, cada tiempo que se fije en el país en el que esté implantada, eligen a sus representantes por medio del voto unipersonal que depositan en las urnas, y a los que pueden deponer en los siguientes comicios. Atenas fue la ciudad estado que descubrió esta forma de gobernarse y, aunque era una democracia censitaria, o lo que es lo mismo, solo podían ser representantes de los ciudadanos aquellos que contasen con una fortuna determinada, sin embargo gozaban de la posibilidad de repudiarlos cuando estos no velasen por el bienestar del pueblo y cumpliesen las promesas hechas para que los eligiesen. En tal caso, se convocaba una especie de referendo y los habitantes se reunían en el barrio llamado Cerámico porque allí tenían sus talleres los trabajadores de la arcilla, cerca del cual se concentraban los lupanares, y en los fragmentos de los vasijas y vasos desechados, o tejuelas, conocidos por óstracon, escribían el veredicto del gobernante que había de ser repudiado o manteniendo en su puesto. Según el recuento, se condenaba al ostracismo o se conservaba en su mandato.
Pericles, cuyo periodo de gobierno se conoce como el “Siglo de Pericles”, fue condenado al destierro por un problema de deuda, o sea, al mayor y mejor gobernante de entonces lo expatriaron, simplemente por no pagar lo que debía. Si hubiese que extraditar de España a todos los políticos corruptos (Pericles no lo era) nos quedaríamos con menos de la mitad de ellos. La democracia española, no cumple con los requisitos necesarios para ser considerada como tal, pues si los practicara, no tendríamos como Presidente del Gobierno a un embustero, felón y traidor, que no se avergüenza de haber conseguido el título de doctor con una tesis copiada, plagiada y escrita por un negro. En cualquier país realmente democrático ya hubiese sido condenado al ostracismo político, y él mismo, por simple dignidad y vergüenza hubiese dimitido, pero ¿dónde tiene estas?
La tesis doctoral es la guinda que corona el pastel de una carrera universitaria. La guinda del pastel de Pedro Sánchez está podrida.
España es la excepción comunista de Europa, pues en la mayoría de los países de la UE está prohibido el Comunismo, aquí no solo no está proscrito sino que forma parte de nuestro Gobierno.
En cualquier Estado que se precie, los terroristas, separatistas y partidos que desean destruir su unidad no formarían parte del Gobierno; en España, los herederos de los etarras y los separatistas catalanes y vascos son los pilares que sustentan a nuestro Presidente. El imperio de la Ley rige las normas de comportamiento de los ciudadanos. Nuestro Ministro del Interior permite toda serie de atropellos, vejaciones y agresiones a las Fuerzas del Orden público.
¿Cómo no va a ser así si el mismo Pablo Iglesias ha manifestado más de una vez que le producía un gran gozo y placer cuando veía que un representante de la Ley era pateado y golpeado con total salvajismo?
Si realmente nuestra democracia, fuese no perfecta, pocas, muy pocas cosas humanas lo son, sino siquiera admisible, no se hubiesen consentido tantas mentiras, falacias y engaños como nuestro pérfido Presidente ha permitido a sus ministros durante el largo tiempo que llevamos padeciendo esta pandemia, ni que Pedro Sánchez, estúpido él, dijese en el mes de julio que habíamos superado la epidemia y que saliésemos y disfrutásemos de la vida, como él lo hizo gozando de unas largas vacaciones, junto con sus amigos, pagadas por todos nosotros.
Al individuo Pablo Hásel, condenado por la Justicia a causa de sus muchas transgresiones de la Ley, agresiones a personas y blasfemias, (en la 2ª acepción del DIRAE (del verbo griego βλασφειμ, maldecir vituperar), describirlas todas podría componer un tratado bastante extenso, pues ha atacado a la Jefatura del Estado, a nuestra Bandera y a todo lo que le ha apetecido, le ha llegado la hora de que conozca la prisión, pues bien, los disturbios que se están produciendo por varias ciudades españolas, causando innumerables destrozos en el mobiliario urbano, que costeamos todos, y en los establecimientos particulares, por los que han ejercido su furor incontenible toda la basura execrable de nuestra sociedad que no se entera de que no va a la cárcel por sus diatribas, sino por condenas anteriores, son incontables.
Los componentes de las Fuerzas de la Ley han sido, heridos, maltratados, vilipendiados…y nuestro Ministro del Interior se ha limitado tardíamente a emitir un tímido comunicado manifestando que no ve bien tanto desmán.
Pero es que el Alcalde de Valencia ha confraternizado con los violentos diciendo que la Policía empleaba excesivo rigor en la represión de esta caterva de energúmenos.
En verdad la democracia española no es normal, ni está consolidada mientras consintamos que individuos como Pedro Sánchez, junto con Pablo iglesias y sus conmilitones nos gobiernen, sin que haya una insurrección general pero pacífica que los desaloje de sus poltronas.
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