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Malvados

“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”. Martin Luther King
Manuel Montes Cleries
lunes, 22 de febrero de 2021, 12:00 h (CET)

Anoche vino a mi memoria esta frase del activista norteamericano mientras contemplaba el inicio de un telediario. Los temas del mismo eran los de siempre: barricadas y guerrilla urbana en diversas poblaciones, indiferencia por una parte y bronca por la otra por parte de los políticos, y, finalmente, el recuento de bajas a causa de la pandemia.

Desde que tengo uso de razón, e intento ponerla en práctica, el espectro político y la ideología de los españoles han estado conformados por un 10% aproximadamente de radicales de derechas, otro 10% de radicales de izquierda y, el resto, el 80% de los españolitos, tenemos nuestras ideas que llevamos más o menos bien sin tener que recurrir a la violencia.

Lo malo es que la perversidad es más escandalosa y, lo que es más peligroso, más agresiva, que la indiferencia de la mayoría silenciosa. Así permanecemos en silencio hasta que nos queman el coche, agreden a nuestros hijos o te corren a cantazo limpio desde, o para, tu familiar miembro de las fuerzas de seguridad. O te queman el negocio directamente.

Como siempre las buenas noticias se mantienen en el silencio. No se comenta suficientemente el trabajo de los esforzados investigadores, médicos y sanitarios de todo tipo que luchan a diario contra la pandemia. No se resalta el trabajo de esos dirigentes políticos locales que se acercan constantemente a la realidad de la pobreza que nos asola. No se habla de los miles de voluntarios del tercer sector que se están dejando el pellejo en servir a sus conciudadanos.

Por otra parte, tenemos los medios de comunicación dedicados a la antiguamente denominada como “prensa del corazón”. Hoy se ha convertido en la prensa de los cuernos, los robos, las broncas familiares, la prostitución y la mala leche. Lo peor de cada casa. A partir de la misma nacen ese montón de “malas influencias” en forma de “gurús”. Mensajes en forma de actitudes vacías de contenido y sin más futuro que el olvido. Redes sociales convertidas en redes “suciales”.

Cualquier mequetrefe de tres al cuarto se forra de dinero fácil creando falsas expectativas a jóvenes que abandonan una correcta formación para caer en manos de estos tipos inaceptables. De aquellos polvos nacen estos lodos. Aun recuerdo las “gestas” del cojo Manteca, los “héroes” de la guerra de Barcelona de hace un par de años o el imbécil que ha armado este taco diciendo sandeces. Ni aquel era estudiante, ni en Cataluña no saben gestionar su política, y, el rapero encarcelado, se lo merece por destilar tanta maldad en sus “poemas”.

Una vez que me he despachado a gusto, vuelvo a la frase de M. Lutero King. Pienso que tenemos que salir de la indeferencia. Tenemos a nuestro favor que contamos con un 80% de los españoles que pertenecemos a lo que mi padre denominaba como “gente de orden”. No quiere decir que seamos gilipuertas. Somos gente que pensamos e intentamos poner en práctica nuestros pensamientos más positivos.

La buena noticia de hoy es que somos muchos y estamos a tiempo de poner pie en pared. Que podemos hacer uso de nuestra mayoría y que deje de ser silenciosa. Estamos a tiempo de no necesitar “lideres salvadores de la patria” de ningún signo. Que por una vez pongamos en práctica aquello que decíamos en nuestra juventud: ”el pueblo unido jamás será vencido”.

Boca a boca. Hablemos más de esto en vez de quejarnos. Y votar en consecuencia.

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En un mundo que presume de avances sociales, tecnológicos y morales, hay un virus antiguo que sigue latiendo bajo la superficie, “el egoísmo”. No se trata de una simple preferencia por uno mismo, sino de una actitud enquistada que se manifiesta, con demasiada frecuencia, en la avaricia y la indiferencia hacia quienes solo aspiran a algo tan básico como vivir con dignidad.

Muchos se interesan por mi opinión sobre el nuevo papa. Y yo que sé. Un montón de personas, alguno de mi familia, hablan de Robert Frances Prevost como si le conocieran de toda la vida. Ciertamente, estuvo en Málaga durante unos días en mi querido Colegio de los Olivos, lo hizo en función de su cargo dentro de la Orden agustiniana. Anecdóticamente, tengo un ahijado que comió con él en una ocasión. Pues muy bien.

Existen hoy periodistas, si se les puede llamar así, que buscan la conformidad fácil reivindicando un ateísmo moderno y un antitradicionalismo de manual progre, y perdonen, pero no estoy de acuerdo. Es triste que basándose en tópicos y estereotipos que son minoría en muchos sentidos, se pierda el respeto a las tradiciones y a la cultura religiosa, que es mucha.

 
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