Crédito y Caución prevé que la economía china se expanda casi un 9% en 2021. En contra de la recesión mundial, la economía china ya creció un 2,3% en 2020. La recuperación se aceleró en los últimos meses del año, apoyada por el fuerte crecimiento de las exportaciones de bienes en el cuarto trimestre. En el medio plazo, sin embargo, se espera una ralentización del crecimiento. De acuerdo con las estimaciones de Crédito y Caución, entre 2022 y 2025, la evolución del PIB se situará por debajo del 5% anual, debido a las continuas tensiones con Estados Unidos, el impulso hacia la autosuficiencia, la elevada tasa de ahorro, el rápido envejecimiento de su población y el exceso de capacidad en varios sectores industriales. Aunque el riesgo de una crisis financiera sistémica es bajo, un repunte del crédito aumentaría los riesgos de impago de las empresas chinas en los próximos años.
El reequilibrio de la economía china, pasando de las inversiones orientadas a la exportación a un crecimiento focalizado en el consumo, se verá acelerado por los esfuerzos de desvinculación comercial y tecnológica de Estados Unidos, la Unión Europea o Japón. En los próximos años, China hará hincapié en el aumento de su autosuficiencia tecnológica y la llamada doble circulación, que persigue mejorar la conexión interna de oferta y la demanda con la intención de que la economía china sea más robusta frente a las crisis externas.
En 2021, en un contexto de contención de la pandemia, es previsible que el consumo y la inversión empresarial crezcan con fuerza, debido al menor impacto del coronavirus en el gasto de los consumidores y la mejora de la rentabilidad. El principal riesgo a la baja para el crecimiento de China será la materialización de una nueva ola o de una mayor propagación de variantes del virus, que afecte al crecimiento global que impulsa las exportaciones chinas. Otro riesgo a la baja es el conflicto comercial con Estados Unidos: la actual Administración no ha levantado los aranceles y una nueva escalada en la disputa comercial no es descartable.
La elevada deuda pública sigue siendo un problema estructural. A medio plazo, la Administración enfrenta un difícil equilibrio entre el apoyo al crecimiento económico y el desapalancamiento ordenado. En línea con el fuerte repunte del crecimiento, las autoridades han comenzado a endurecer las políticas monetarias y reducir las ayudas fiscales derivadas de la pandemia. La llamada deuda pública aumentada, que incluye al gobierno central, los gobiernos locales, sus vehículos de financiación y otras actividades extrapresupuestarias, ascenderá, según los cálculos del FMI, al 96% del PIB este año. Aún más preocupante es la deuda empresarial, que se sitúa en torno al 160% del PIB. La deuda de los hogares es menor, cercana al 60% del PIB, pero no ha dejado de aumentar en los últimos cinco años como consecuencia de los préstamos hipotecarios.
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