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El otro día leí lo siguiente: “No pude, no pude callarme, verla con el burka en el ambulatorio me molestó. Ahora siento haberme puesto tan nerviosa, pero fue superior a mí”. No salgo de mi asombro, en pleno siglo XXI, en España, una mujer sentada en la consulta del pediatra, con una niña en su cochecito y con ese trapo horrible... ¡Por Dios! Es denigrante ver la utilización de esa prenda tan horrible.
El lunes 28 de abril la Península Ibérica, España y Portugal, y también Andorra, a las 12,33 quedaron paralizadas. Según las primeras explicaciones la fuga de 15 giga vatios había dejado el sur de Europa incomunicado y a oscuras, en pleno siglo XXI, incluso con nuevas energías, las renovables, más naturales que las que se utilizaban a principios del pasado siglo. En cinco segundos atravesamos el camino de la luz a la oscuridad. ¿Qué ocurrió?
Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre un asunto extremadamente urgente y preocupante que, por supuesto no cuenta con el tratamiento debido en ningún medio de comunicación, a saber, la intencional desatención por la calidad de la educación por parte de una gran mayoría de los Estados occidentales ante el advenimiento de la inteligencia artificial que irrumpe en el panorama social y económico con una fuerza transformadora sin precedentes.
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