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¿Vas al ritmo que te marcan los demás?

A veces la vida acelerada es excitante y estimula
Ana de Calle
domingo, 17 de mayo de 2015, 22:29 h (CET)
Si es así quizá estás yendo muy deprisa, y es como si lo deseable fuera tener más y lo conveniente ir más rápido... Algunos en estas situaciones se hacen adictos a la prisa, y cuando intentan recuperarse encuentran la vida mucho más dulce, a pesar de que estos cambios no son fáciles. A veces quieren quedarse con su pareja un poco más en la cama, pero no se lo permiten y aparece su adicción a la prisa.

Algo les grita: vas a perder el tiempo ahora que tienes mucho trabajo por hacer. Es el crítico interno que añade: deja la pereza. Lo mismo si quieren acostarse pronto porque han tenido un día de ajetreo. Entonces el mensaje es que son débiles y necesitan ser productivos a lo largo de todo el día. Y observan cómo su entorno va tan deprisa como ellos o más, y es como si hubieran entrado en una dura competición como los otros, hasta quedarse sin aliento.

Muchos según van avanzando con la pareja ven más claro que la felicidad personal depende de lo que cada uno haga por si mismo. Cuando bajas el ritmo lo primero que notas es un deseo de mayor intimidad y un sentimiento de tristeza si no la tienes. Es fundamental empezar a pasar más tiempo con la pareja, si es posible... Aunque sean pequeños descansos dentro de la jornada laboral hasta fines de semana y vacaciones sin niños. Acostumbrase a ir más despacio.

He descubierto que a veces la vida acelerada es excitante y estimula, aunque no favorece siempre las relaciones íntimas y el amor. Es mejor que la conexión con el amado exija menos velocidad. Hay que ralentizarse y estar preparados para experimentar la ansiedad y la impaciencia que acompañan ese nuevo cambio de ritmo. Enlentecerse, quedarse quieto y prestar más atención a nuestras necesidades y sentimientos. También a nuestra pareja hará más por nuestra salud y por nuestro bienestar que cualquier otra cosa.

Si avanzamos lo suficiente en el matrimonio podemos apreciar con más claridad que la felicidad depende de cada uno. Mientras consideremos que la otra persona es responsable de nuestra plenitud, seguiremos culpándonos mutuamente, con resentimiento y autocompasión. Hay mucha diferencia entre la felicidad que disfrutamos y que nuestra pareja nos aporta, y la creencia de que tendrá que hacernos felices. Desgraciadamente hay una gran cantidad de personas que van hacia el matrimonio creyendo que serán redimidos mágicamente de nuestra infelicidad, de la soledad, de sentirnos inseguros o deprimidos.

Es una creencia al uso que "el amor cierra las heridas" y este es un mito que necesita enterrarse adecuadamente. Y si para tu felicidad tienes que exigirle algo a otra persona, entonces no es amor es dependencia. Muchas canciones nos dicen "sin ti puedo morirme" o "tu lo eres todo para mí" o "sin ti no soy nada" Esto está bien para componer una canción... En la práctica es mejor huir de la dependencia excesiva porque fomentas el control y el resentimiento. Das paso a la infelicidad. Intenta generar tu propia felicidad interna para ser más alegre y más feliz con el otro.

Tienes asumir tu responsabilidad para sanar aspectos que no amas de ti mismo, aceptando el amor de tu pareja. Es aquí cuando empieza la curación y el Terapéuta de Pareja te guiará para que el amor de tu pareja pueda despertar esa chispa del autoamor enterrada en tu corazón, para que la puedas reconocer y alimentar, y se convierta en un fuego que queme la inseguridad, la vergüenza, la ira y el dolor... causantes de tu infelicidad. Si dos individuos actúan entre ellos de esta manera viven una alegría más profunda de lo que puedan imaginar.

Ana de Calle. Sexóloga y Terapéuta de Pareja
www.elsexoesvida.com
+34 639 555 994
Autora de 'El sexo magia para tu cuerpo'

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