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En la presente oportunidad presentamos la tercera entrega de la saga denominada “El sentido de la Navidad”, en la cual intentaremos reflexionar sobre dos pilares esenciales de la celebración: la humanidad y la humildad. En su esencia más profunda, la Navidad nos interpela como individuos y como sociedad, enfrentándonos a cuestiones éticas, espirituales y filosóficas.
El cantante uruguayo Matías Ferreira, residente en Madrid, ha regresado al mundo de la música tras un parón de cinco años con el lanzamiento de su nuevo sencillo, “Solo quiero amarte”. Una poderosa declaración de amor libre. Matías Ferreira lanza “Solo quiero amarte” como un mensaje que reivindica el amor sin restricciones, más allá de los prejuicios y las etiquetas sociales.
En una de las novelas de Fiódor Dostoievski, un personaje invita a sus interlocutores a contemplar el mundo con un amor absoluto y abarcador. «Amad a toda la creación en su conjunto y en sus elementos», dice, señalando que este amor no debe ser un mero sentimiento, sino una apertura hacia el misterio divino que yace en cada criatura. Es una llamada a vivir con un corazón abierto, en un estado de profunda comunión con lo que nos rodea.
Resulta harto sabido que el arte vive una inversión en sentido de que somos los espectadores los que gozamos de la atracción del texto, del suceso o del objeto que percibimos. Somos los receptores, en efecto, quienes organizamos la experiencia estética.
Los casos de personas que caen en las llamadas estafas del amor parecen no tener fin. El más reciente en España involucra a una zaragozana que, víctima de estos delincuentes en dos ocasiones, llegó a entregarles 1,8 millones de euros. Este tipo de fraude, conocido como ‘romance scam’, es un ciberdelito que suele llevarse a cabo a través de redes sociales o aplicaciones de citas. Pero, ¿cómo funcionan realmente estas estafas y qué podemos hacer para protegernos?
El amor, en su forma más pura, es la esencia de la vida cristiana. San Josemaría Escrivá decía: “Los que se quieren, procuran verse. Los enamorados sólo tienen ojos para su amor. ¿No es lógico que sea así? El corazón humano siente esos imperativos”. Estas palabras, que apuntan a la relación con Dios, también nos invitan a vivir un amor que nos haga plenamente felices aquí en la tierra, un amor que ensanche nuestro corazón.
Imagina a una pareja que lleva décadas casada. Su relación no siempre ha sido fácil, pero han aprendido que el amor trasciende las emociones pasajeras y los momentos difíciles. Han descubierto que amar es, en esencia, un acto de voluntad: una elección diaria de entrega y aceptación.
El mes de octubre comienza con la memoria de Santa Teresita, apóstol de la Misericordia; ella nos hace ver que “Dios es sólo amor y misericordia”, Dios es un Padre que me ama, y por eso lo perdona todo; realmente Dios antes que nada es Amor, y todo ha sido hecho porque nos ama: "Dios creó solo aquellos seres, de los que se enamoró" (Card. Lehman).
En la sociedad actual, la importancia de la autoestima y el amor propio es un tema recurrente. Se habla de la necesidad de amarse a uno mismo para poder amar a los demás, una idea que encuentra eco en muchas teorías psicológicas y filosóficas modernas. Erich Fromm, en su obra, destacó el amor como la esencia de la vida y señaló cómo, a menudo, buscamos este amor fuera de nosotros mismos, ya sea en la religión, en grupos políticos, o incluso en comunidades deportivas.
Todos sabemos que en su esencia, la cobardía implica un miedo paralizante que impide abrirse a lo incierto, o a todo aquello que pueda provocar algún tipo de riesgo o incomodidad. Pues bien amigos, el amor o la posibilidad de amar se trata justamente de otorgar a otro el poder de destrozarnos y que no ejerza dicho poder.
La sonrisa es un gesto que trasciende el simple movimiento de los labios. Es una expresión que, cuando surge del alma, ilumina y transforma. José Luis Martín Descalzo la describe como uno de los dones más preciosos, una luz radiante que algunas personas llevan consigo a lo largo de sus vidas.
Si nos preguntaran a cada uno de nosotros sobre el valor o la importancia que el amor ha tenido en nuestras vidas, probablemente no tengamos que pensar demasiado porque nos vendrán a la memoria aquellas personas que han marcado nuestro mundo en algún momento determinado.
Necesitamos mover los corazones en todo el planeta, lo que requiere sensibilidad para entenderlo y derribar muros. Abrazarse unos a otros es vital, como donarse con la consabida sintonía mental y que hablen nuestros labios a golpe de pulso. Los latidos contribuirán a fecundar los sueños y a crecer con los lenguajes de proximidad.
Volví a soñar contigo, Josefina, tras un día de tórridos calores, recordando los días de esplendores: que sabían a cielo, con propina. Eran los tiempos de la lluvia fina, que amortiguaba todos mis temores, era un mundo de bellos ruiseñores que envolvía la vida con platina.
En un mundo atravesado por la perversa idea de que “sobra gente” en este planeta junto con la irracional decisión de considerar a los hijos como un estorbo en el camino del “progreso” y del “éxito” personal, quisiéramos detenernos un segundo a reflexionar acerca del amor auténtico hacia los hijos, entendido como una experiencia humana que ya no es, pero sí ha sido objeto de reflexión en diversas disciplinas.
En las relaciones humanas, ya sean amorosas, familiares o profesionales, el control excesivo y la crítica constante pueden convertirse en una barrera para el crecimiento mutuo y la verdadera conexión. En cambio, el amor, la confianza y el refuerzo positivo pueden cultivar un ambiente en el que ambas partes se sientan seguras, valoradas y comprometidas.
El control excesivo en una relación, como el monitoreo constante del móvil, las llamadas, o la preocupación obsesiva sobre la interacción del cónyuge con visionar contenido sexual, es un síntoma de un problema más profundo: la concepción del amor como posesión. Este enfoque erróneo del amor puede transformar una relación en una experiencia asfixiante, similar a un "campo de concentración" emocional, donde uno de los cónyuges siente que su libertad está siendo coartada.
¿Un nombre? Eva. ¿Un amor? Eva... En este mundo hay todo tipo de personas y bien diferentes, y cuando conoces a alguien, o mejor dicho, cuando deseas conocer a alguien, la profundidad de tu ser juega un papel importante, ya que con tu profundidad interior puedes llegar a palpar su profundidad. Con mi mujer, Eva, se llegó a la profundidad del corazón desde el primer instante, desde la primera mirada, desde el primer beso.
Como poetas en guardia permanente, María es nuestra inspiración, la mujer en donación que todo lo ve con buenos ojos. Su horizonte es claro: el amor de amar amor es lo que nos ennoblece, hasta el extremo que nos hace ser más poesía que poder. Hay que volver a la composición en son de alabanza, previo caminar por aquí abajo sembrando sonrisas, haciendo el corazón para acrecentar nuestra hoja de servicio en favor de nuestros hermanos y hermanas.
Permítanme redactores de Siglo XXI, permítanme queridos lectores de Siglo XXI, que hoy mi columna diaria vaya dirigida a mi mujer, Eva. ¿Cuál es el motivo? Hoy día 31 de julio, San Ignacio de Loyola, es nuestro aniversario, y quiero mostrarle mediante esta columna, si Siglo XXI me lo permite, todo mi sentimiento, todo mi cariño, toda mi ternura y todo mi amor.
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