Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Amor | Humildad | Iglesia | Crítica

Obras son amores y no buenas razones

Amar implica acción, sacrificio y humildad. Implica reconocer nuestras propias limitaciones antes de criticar a los demás
Llucià Pou Sabaté
martes, 7 de enero de 2025, 08:47 h (CET)

Recuerdo una anécdota que viví hace algún tiempo mientras caminaba con un sacerdote. Durante nuestro paseo, se nos acercaron dos sindicalistas que comenzaron a quejarse de la Iglesia, acusándola de no hacer lo suficiente para ayudar a los pobres. Fue un momento tenso, cargado de críticas y palabras que, si bien tenían una intención de justicia social, estaban impregnadas de reproche.


Justo en ese instante, una persona indigente se acercó pidiendo limosna. Sin dudarlo, el sacerdote le dijo: "Ve al supermercado que está enfrente y toma alimentos de primera necesidad por 10 euros. Yo entraré a pagar cuando termines". La persona entró al supermercado y, tal como había prometido, el sacerdote fue a pagar los productos.


Los sindicalistas, sorprendidos por lo que acababan de presenciar, dijeron con sinceridad: "¿Ves? Eso no somos capaces de hacerlo nosotros". Fue una lección silenciosa pero poderosa, una acción que habló mucho más fuerte que cualquier discurso.


Amar con hechos, no sólo con palabras


Este episodio me recordó una canción de los carismáticos que dice: “Porque es muy fácil orar, es muy fácil hablar, pero querer de verdad, a veces hace llorar”. Es sencillo hablar sobre el amor, la solidaridad y la justicia, pero amar de verdad implica un sacrificio, una entrega que muchas veces nos cuesta porque nos exige dar algo nuestro. Esa entrega puede ser material, como en el caso del sacerdote que pagó los alimentos, o también puede ser un acto de escucha, de tiempo, de presencia.


Amar de verdad significa salir de nuestra zona de confort y, a veces, experimentar una pérdida. Pero esa aparente pérdida nos llena de una satisfacción mucho mayor en el corazón. Es un amor que transforma, tanto a quien lo recibe como a quien lo da.


El juicio fácil y la viga en el propio ojo


Esta experiencia también me hizo reflexionar sobre el pasaje del Evangelio que dice: “¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?” (Mateo 7:3). Muchas veces, es fácil criticar a los demás por lo que creemos que no hacen o por lo que deberían hacer según nuestro juicio. Sin embargo, a menudo no somos conscientes de nuestras propias limitaciones y de las oportunidades que tenemos para actuar.


Esos sindicalistas criticaban a la Iglesia por no ayudar lo suficiente, pero cuando vieron al sacerdote actuar de manera concreta y directa, se dieron cuenta de que ellos mismos no habían dado ese paso. Es una llamada a la humildad y a la acción: antes de juzgar, preguntémonos qué estamos haciendo nosotros para ayudar a los demás.


El poder transformador de los pequeños actos


La verdadera caridad no necesita grandes discursos ni actos heroicos. Muchas veces, los pequeños gestos de amor y generosidad tienen un impacto profundo y duradero. Un simple acto de dar alimentos a quien lo necesita puede transformar corazones, generar conciencia y despertar el deseo de ayudar en quienes observan.


Al final, las palabras son importantes, pero son los hechos los que marcan la diferencia. Dar ayuda real, concreta y desinteresada es una expresión del amor verdadero. Y ese amor, que a veces nos hace perder algo material, nos llena de una paz y una alegría que ningún bien terrenal puede igualar.


Conclusión: Amar como acto transformador


La anécdota con el sacerdote y esos sindicalistas nos enseña que el amor verdadero va más allá de las palabras y los discursos. Amar implica acción, sacrificio y humildad. Implica reconocer nuestras propias limitaciones antes de criticar a los demás y estar dispuestos a dar, aunque sea poco, para marcar la diferencia en la vida de alguien.


Recordemos que, como dice la canción: “Es muy fácil hablar, pero querer de verdad, a veces hace llorar”. Y es en esos momentos de entrega desinteresada cuando experimentamos el verdadero significado del amor.

Noticias relacionadas

Inventamos a nuestros enemigos cuando procede, que suele ser casi siempre, tal vez porque ideamos asimismo todo lo referido a nuestras vidas. Ocurre ello a escala individual y subjetiva, pero también a escala colectiva, sea en el nivel familiar, grupal, tribal o político.

Dos rasgos peculiares han favorecido la gestión del comentario de hoy y su contenido. La relectura de un libro que mantengo entre mis preferidos y el acercamiento a la situación real de la presencia humana en el mundo. El libro es “El quinto día”, de Frank Schätzing; nos viene de perlas, para enlazar con una serie de consideraciones relacionadas con las andanzas de los seres vivos en mares y tierras, unas de lo más patentes y otras poco o nada conocidas.

Recuerdo aquellas noches, después de las sencillas cenas de un colegio religioso, cuando salíamos a los patios del Colegio, en realidad las partes traseras del edificio. No olvidaré los paseos en grupo, rodeando a alguno de nuestros profesores. Se hicieron famosos los que presidía un sencillo sacerdote venido de Japón.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto