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En un significativo acto de contrición, el obispo de Bilbao ha pedido perdón públicamente a todas las víctimas de pederastia en la Iglesia. Este gesto, aunque simbólico e importante, ha sido recibido con escepticismo por parte de las víctimas y sus defensores, quienes insisten en que "esto no cierra nada" y en que se debe continuar trabajando para que la verdad salga a la luz.
Recuerdo una anécdota que viví hace algún tiempo mientras caminaba con un sacerdote. Durante nuestro paseo, se nos acercaron dos sindicalistas que comenzaron a quejarse de la Iglesia, acusándola de no hacer lo suficiente para ayudar a los pobres. Fue un momento tenso, cargado de críticas y palabras que, si bien tenían una intención de justicia social, estaban impregnadas de reproche.
¿Por qué un obispo como Xavier Novell que según la prensa es un hombre inteligente y posible candidato al cardenalato no puede casarse? El celibato del clero no tiene base bíblica. Se introdujo en el siglo XI, siendo papa Gregorio VII, y reformado durante el pontificado de Pablo VI en el Concilio Vaticano II.
En los pliegues de la historia medieval, como en un paisaje en penumbra, surgen las beguinas: mujeres que, ajenas a los dictados de la época, trazaron su propio camino entre la devoción y la independencia. Sin órdenes que las ataran ni votos perpetuos que las confinaran, estas almas osadas encontraron una vía intermedia entre el claustro y el matrimonio, dos opciones que para muchas resultaban igual de restrictivas.
La ordenación de José Luís Serrano Pentinat, el sábado 21 de septiembre de 2024 en la catedral de La Seu d’Urgell como obispo coadjutor, el arzobispo d’Urgell trata el tema de las ordenaciones en su escrito “Acojamos al obispo coadjutor d’Urgell” (La Vanguardia 15/09/2024). Trataré el tema desde la perspectiva bíblica no desde el humanismo cristiano como hace el clérigo.
El arzobispo de Tarragona Juan Planelles nos dice cómo podemos afrontar la barbarie humana, cuando escribe: “Tiene que haber lugar para la reflexión que viene del substrato espiritual de la sociedad que recoge siglos y siglos de sabiduría y de experiencia. Por esto, como afirma nuestro Papa, es la fe cristiana junto con las otras religiones, las que son llamadas, incluso a liderar –por muy extraña que sea la propuesta- esta renovación social".
Durante muchos años la Iglesia católica ha condenado el uso de anticonceptivos, desde la Encíclica de Pablo VI, aunque algunos cardenales como el futuro Papa Juan Pablo I pensaban que no había que prohibirlo (luego se sumaron a la decisión papal). Mucho se ha dicho sobre si esa doctrina “irreformable” pertenecía a una doctrina “definitiva”, pero ya se ve que es difícil, en el contexto de cada momento histórico, distinguir lo disciplinar de lo doctrinal.
Salvador Pié, teólogo y rector de Santa María del Mar, comienza su escrito: Un documento vaticano renovador, con estas palabras. “El papa Francisco recordó al inicio de su pontificado la necesidad “de una conversión del papado” ya que “una excesiva centralización más que ayudar complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera” (Evangelii gaudium, núm. 23). ¿Un documento vaticano renovador?, de renovador no tiene nada.
Escuchar, sin abochornarse, los comentarios que se realizan en TV, canal nacional, sobre la realidad de Venezuela, provoca vergüenza, desprecio y, sobre todo, asombro de cómo personas, entendemos preparadas, progresistas de nombre, pueden transformarse y convertir la mentira en verdad, el dolor al pueblo, en medidas por la paz social.
Eso significaba, sencillamente, que el poder en sus aspectos más destacados, económico, social y religioso, era el factor PREDOMINANTE en las IDEOLOGÍAS. Finalizada la guerra civil, volvieron, por pura lógica militar, los famosos triunviratos dirigentes de la masa social componente de cualquier sociedad: el poder “religioso”, el poderío de la “nobleza tradicional” y el agrupamiento organizado “Militar”.
El término “laicidad” ha emergido para significar un mutuo respeto entre la Iglesia y el Estado, fundamentado en la autonomía de cada parte. Este concepto se distingue del “laicismo”, que aboga por la exclusión de la influencia religiosa en la vida social, como resultado de un proceso de secularización.
El día de Pentecostés, la Iglesia celebra el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles cuando resucitó: sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo» (Juan 20,22). Lo recibieron en ese momento, pero de algún modo también hubo una venida más “pública” del Espíritu Santo el día de Pentecostés de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.
La disputa entre dos comunidades religiosas de monjas de clausura, ha inundado los programas de televisión y las editoriales de los periódicos. Los medios están hartos de elecciones y componendas y se han agarrado a este tema como si se tratara de un clavo ardiendo.
En el pasar de los años, las paredes de las iglesias han sido testigos silenciosos de un fenómeno que trasciende las fronteras del tiempo: el flujo constante de generaciones que acuden a los servicios religiosos en busca de consuelo, reflexión y conexión espiritual.
En nuestro cuadro de mando parpadea la luz roja que avisa que algo no funciona bien en nosotros. Hoy, con el ateísmo imperante, cuando parpadea la luz roja nos damos prisa para acudir al sicólogo o al siquiatra para que nos haga un chequeo y nos recete la “pastilla de la felicidad” que haga desaparecer el dolor emocional que nos impide dormir bien.
Este domingo II de Pascua es llamado de la “Divina misericordia”, y la verdad es que si de algo está necesitado el mundo es de misericordia. El papa Francisco lo ha recordado hace pocos años, haciendo propaganda del libro de Kasper. Es una palabra que viene de miseria y de corazón, sentir con nuestro corazón la miseria de los demás.
La vida tiene curiosos caminos y rumbos, y muchos son los senderos que, desde la introspección de las dudas, nos invaden. Ahí está la música que sirve como elemento de fe. El rock and roll ha servido y sirve para mostrar los matices de fervor que llevan hacia la fe y la espiritualidad.
En estos días de Semana Santa, me viene a la memoria, ignoro el porqué, la cuestión de las reliquias, objetos esenciales a lo largo de nuestra historia. Su apariencia y rasgos se ofrecen variados, desde recortes del cuerpo de un santo, como huesos o cabello, hasta lugares considerados sacros y devenidos destino de peregrinación, pasando por artefactos asociados a eventos significativos o a la propia divinidad, como la túnica de Jesucristo.
El escrito “Santidad de la vida no nacida”, dice: “La vida de un ser humano no puede ser destruida injustamente sin incurrir en la vida del Dios sagrado, que ve la destrucción de su imagen como una afrenta a sí mismo”, señala, “incluso antes de nacer todos los seres humanos somos la imagen de Dios, y sus vidas no pueden ser destruidas sin borrar su gloria”.
Estamos en plena cuaresma del año 2024, tiempo de reflexión personal y también debería ser comunitaria. Sería muy bueno y útil pensar qué hemos hecho bien o mal, qué hemos dejado de hacer por omisión, pereza o ignorancia. ¿No sería bueno reflexionar sobre la sociedad que hemos construido?
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