Hemos terminado la Semana Santa, una semana pasada por agua en bastantes sitios desluciendo las estaciones de penitencia que tienen por costumbre salir a la calle las distintas hermandades a lo largo y ancho de nuestra geografía en una reproducción de imaginería religiosa reproduciendo escenas de la vida de Cristo de nuestra religión católica. Esta escenografía es acogida por los ciudadanos de maneras muy diferentes, unos con mucha devoción, otros lo ven como un teatro, otros con indiferencia o incertidumbre, otros con curiosidad etc., pero casi todos experimentan un cúmulo de sensaciones o sentimientos, que aunque diferentes, no dejan a nadie indiferente.
El domingo de Resurrección se presentó en el balcón del Vaticano el Papa Francisco dando la bendición urbi et orbi sentado en su silla de ruedas debido a su precario estado de salud, que aunque decían iba mejorando con lentitud, se le vio un rictus diferente al que le habíamos visto días antes cundo se presentaba por sorpresa ante los fieles. El lunes de Pascua de Resurrección 21 de Abril se anuncia al mundo el fallecimiento del Santo Padre.
Cogió de sorpresa el fallecimiento incluso al personal más cercano a él, el hecho de haberle visto el día anterior aún con un notable deterioro, no se daba crédito al deceso. Según fuentes vaticanas estaba trabajando cuando le sobrevino un ictus cerebral que dio paso a un coma y a un fallo cardiocirculatorio irreversible aparecido en el parte de defunción confirmado por el Vaticano.
Son múltiples las entrevistas de todo tipo que hacen a personas que le han conocido antes y durante su papado, poniendo en relieve su condición humana y religiosa, por lo que no me detendré mucho en repetir lo que tantos medios de comunicación están llevando a cabo, cada uno desde su punto de vista. Por lo que me limitaré a exponer brevemente el mío.
Ha sido el primer Papa elegido fuera de Europa, americano y jesuita. Un hombre con un bagaje personal y llevado a la práctica en su labor pastoral cercano y humilde. Al ser elegido como sucesor de Pedro se alejó de todo boato pontificio, llegó con sus zapatos negros usados durante todo el tiempo y con ellos será enterrado, con su cruz de plata que ha lucido siempre, sabiendo transmitir la luz y la esperanza del evangelio no solo con palabras sino con hechos, ha hecho palpable la doctrina social de la iglesia estando al lado de los más humildes y desfavorecidos, hablando claro, yendo al núcleo del problema sin subterfugios ni retorcimientos en sus palabras para explicar lo que quería decir. Como buen jesuita aplicó las reglas de los escrúpulos, dando pistas de discernimiento acerca de la salud de la propia conciencia moral. Ha acogido a todo tipo de personas con sus circunstancias diversas dándoles paz a su interior. Ha insistido mucho a los pueblos que den una buena y completa educación, veraz y basada en el amor al prójimo. Su humildad le llevó a no habitar durante sus 12 años de papado en el Palacio Vaticano, se hubiera vuelto loco dijo en cierta ocasión haciendo gala de su buen humor, sino en la austera Casa Santa Marta, situada al lado de la Basílica de San Pedro, donde según él estaba más cerca de la gente.
Nadie sabe lo que podría pasar por su cabeza, pero se despidió a su manera como siempre quiso estar, cerca de la gente, fue a la cárcel para el lavatorio de los pies a los presos el Jueves Santo, que aunque físicamente no pudo hacerlo personalmente como otros años, si estuvo presente; paseó entre la multitud de fieles que le esperaban en la plaza de San Pedro por sorpresa, bendiciendo y acogiendo a los que podía y por último el Domingo de Resurrección salió al balcón para bendecir al mundo.
En vida ha sido muy criticado por las cosas que decía y hacía, según los políticos de turno unos le llamaban progresista, otros que decía una cosa y hacía otra, otros que era conservador. Había para todo los gustos, los políticos arrimaban a su causa lo que les parecía afín a ellos, los ciudadanos muy dados a sentenciar sin saber, daban cada uno su opinión favorable o desfavorable. Todos tenían algo que decir. Persona controvertida en opinión popular, pero a mi modo de ver, nada más lejos de la realidad. Ha seguido fielmente la doctrina del evangelio, con su impronta de cercanía propia de los argentinos siguiendo también la rectitud de los principios jesuíticos. No hay que sacar nada de su contexto ni quedarnos en superficialidades que ni ponen ni quitan nada. Quedémonos con la esencia de su papado y despreciemos la mediocridad de opiniones falaces, unas políticas intencionadas e hipócritas y otras por incultura e ignorancia.
El mundo se ha quedado en silencio y los políticos de toda índole y condición, ya sean creyentes o agnósticos quieren rendir pleitesía en el funeral de estado que se celebrará Dios mediante el sábado día 26 de Abril de 2025 a las 10 de la mañana, siendo retransmitida al mundo entero. Descanse en Paz.
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