En plena época de guerra rusa, los telescopios de Atacama y Hawaii detectaron un meteorito. Un gran meteorito de oro rodeado de una espesa capa de tierras raras. Directo hacia el planeta Tierra. En un principio se pensó que caería en el océano. Y sólo provocaría una pequeña ola en las islas Tuvalu. Pero pronto todos los paises se interesaron por atraer al meteorito de oro y tierras raras. El meteorito de oro traía cheques en blanco para todos. Se minimizaron los posibles riesgos de la caída de un bólido bien grande sobre una población. El caso era cazar el meteorito. Corea del Norte intentó rectificar el rumbo del meteorito dorado con explosivos espaciales. Europa lanzó todas sus armas para que el meteorito cayese dentro de la misma Europa. Rusia hizo lo mismo. China también. Pero fue el presidente de Estados Unidos quien más dólares puso para quedarse con el meteorito de oro. Caería sobre el desierto de Mojave de madrugada. Pero no fue así. Cayó en un punto intermedio entre Los Ángeles y Nueva York al atardecer. El meteorito resultó ser mucho más grande de lo estimado. Provocó una nube negra que duró años. Y aniquiló por completo todo Estados Unidos. Para el presidente de Estados Unidos fue un éxito. Ya tenía oro y un montón de tierras raras.
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