Heidegger pagó las cuotas al Partido Nacionalsocialista hasta el último día de la guerra. También es cierto que fue vigilado por La Gestapo y que no tuvo ningún puesto de importancia después del cargo de Friburgo. Y que del 35 en adelante se consagró a dar sus extraordinarios cursos sobre Nietzsche. Cuando termina la guerra, los comités de los Aliados que juzgaban a los que se habían adherido a los nazis, interrogan a Heidegger con gran respeto... Lo que comienza aquí después del 45 es lo que se llama el silencio de Heidegger: no responde, no hace autocrítica, da solo un reportaje a "Der Spiegel" para que se publique después de su muerte. Comienza a recibir algunas cartas un tanto duras, sobre todo de su viejo discípulo, Herbert Marcuse, Marcuse critica a Heidegger una frase que éste le había dicho: "Auschwitz, en 1993 no era visible". Y Marcuse le contesta: "Para usted sí era visible". Quién defendió a ultranza a Heidegger fue, Hannah Arendt, argumentando que, como filósofo, iba caminando mirando las estrellas del universo y se cayó en un pozo. Heidegger invita a Sartre a su casa, pero éste se niega porque sabe que con la invitación lo que quiere Heidegger es blanquearse. ¿Sabía Heidegger lo que era el Nacionalsocialismo? ¿Conocía su brutalidad? Aunque negara su conocimiento, se dice que él no podía desconocerlo. La urgente cuestión que planteo es la siguiente: "Ante un juicio moral, ¿la aportación de Heidegger a la filosofía le exonera de la responsabilidad de haber apoyado a Hitler?".
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