¿Por qué un obispo como Xavier Novell que según la prensa es un hombre inteligente y posible candidato al cardenalato no puede casarse? El celibato del clero no tiene base bíblica. Se introdujo en el siglo XI, siendo papa Gregorio VII, y reformado durante el pontificado de Pablo VI en el Concilio Vaticano II, en el capítulo 2, punto 16 en donde se lee: “Por medio de la virginidad o el celibato por causa del reino de los cielos los sacerdotes son consagrados a Cristo de una manera especial y distinguida”.
¿Qué tiene prioridad: la ley humana o la divina? Indiscutiblemente la divina. ¿Qué nos dice dicha Ley? “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañosos y a doctrina de demonios, por la hipocresía de mentirosos que teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse” (1 Timoteo 4: 1-3a).
Parece ser que en plena actividad apostólica y posiblemente por la influencia que habían recibido algunos cristianos procedentes del paganismo, eran partidarios del celibato de sus pastores. Del judaísmo no puede extraerse la doctrina del celibato de los ancianos que pastoreaban a las iglesias. Los profetas eran hombres casados y desconocían que era el celibato profético.
El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia de Corintio, redacta: “¿No tenemos derecho de llevar con nosotros a una hermana por esposa como los otros apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas (Pedro)?” (1 Corintios 9: 5). La cuestión del celibato no se planteó a la hora de elegir a los ancianos que tenían que pastorear las iglesias.
Escribiendo a su discípulo Timoteo el apóstol Pablo le dice; “Palabra fiel: si alguien desea ser pastor buena obra desea, Pero es necesario que el pastor sea irreprensiblemente marido de una sola mujer…” (1 Timoteo 3: 1-7). Monogamia estricta, no celibato.
Jesús dice: “Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre” (Mateo 19: 12). De manera natural no necesitan mujer. Esta excepción de la regla no excluye a los auténticos eunucos, si son verdaderos cristianos y hayan recibido el don del ministerio de pastorear una iglesia del Señor. El principio general es “que el pastor sea irreprensiblemente marido de una sola mujer".
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