Hoy todos los católicos del mundo lloran porque el Papa humilde, el Papa de los pobres, el Papa sin alharacas ha fallecido. Contemplando este hecho desde el plano humano, pegados a la tierra, ciertamente es una pérdida irremediable e insustituible.
Posiblemente la Iglesia Católica no se encuentre en estos tiempos como los más boyantes de su historia, pero tampoco en uno de sus peores momentos. Tiene sus luces y sus sombras como ha tenido a lo largo de su historia.
Veamos alguno de sus mejores aspectos:
Por su extensión cumple con el significado de la palabra católica, esta, en Griego, καθολικός (católico) significa universal, por lo que podemos decir que efectúa el mandato que le dio Jesús a los apóstoles, cuando les dijo: “…Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. (Marcos 16:15).
Hoy, según cifras del año 2023, profesan la fe católica más de mil cuatrocientos seis millones de personas dispersas por todos los continentes, llevada por los misioneros que no se arredran ante ningún peligro, el de muerte incluido, para trasladar al Evangelios a todos los rincones del Mundo. Para que nos sirva de orgullo a los españoles, estos son los datos acerca de los misioneros en el mundo:
"España es el país que más misioneros". En concreto, de los más de diez mil misionero españoles, un 54% son mujeres y un 46% hombres. Además, la mayoría (un 55,6%) son religiosos y religiosas; un 25,4%, sacerdotes religiosos; un 9,8%, laicos; un 7,9%, sacerdotes diocesanos, y un 1,3%, obispos.
La labor social de la Iglesia es incomparable, extiende la educación y servicios médicos a nivel mundial, demostrando un compromiso continuo con el bienestar humano; constantementese esfuerza por cubrir las necesidades vitales de la humanidad: vivienda, protección, educación o alimentación, entre otros.
Procura hacerlo en silencio sin publicidad y realiza este esfuerzo con la mayor discreción y sin alardear de sus aportaciones a la Humanidad, siguiendo las palabras de Jesús “que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda” (Mt, 6:3). La Iglesia no tiene límites en su obra de donación universal, sin discriminación de raza, a creyentes, agnósticos o ateos, de cualquier nacionalidad, con cualquier postura política o clase social.
El pontificado del Papa Francisco, conducido por él, ha traído un enfoque renovado en temas como la misericordia, la ecología integral y una “Iglesia en salida” cercana a los marginados. Su énfasis en la reforma y la apertura ha generado esperanza en muchos.
Existe una creciente conciencia dentro de la Iglesia sobre la necesidad de un compromiso más activo y visible en la defensa de la dignidad humana y los derechos de los más vulnerables.
No pensemos que todo son luces y resplandores, también tiene sus sombras que utilizan sus enemigo para atacarla. Las sombras de la Iglesia en el mundo actual son complejas y multifacéticas, marcadas por desafíos internos y externos que impactan su credibilidad y su capacidad para transmitir su mensaje. Algunas de estas sombras incluyen:
Escándalos de abuso sexual y su encubrimiento: Este es quizás uno de los problemas más graves y persistentes, que ha dañado profundamente la confianza de los fieles y de la sociedad en general. La falta de transparencia y la lentitud en abordar estos casos han generado una crisis de autoridad moral.
La creciente secularización de la sociedad, especialmente en el mundo occidental, presenta un desafío para la Iglesia a la hora de conectar con las nuevas generaciones y mantener su relevancia en un mundo cada vez más indiferente a la religión.
El difícil enfrentamiento con situaciones peliagudas, como el papel de la mujer en la Iglesia, el celibato sacerdotal y la acogida a las personas LGTBIQ+ generan debates y tensiones tanto dentro como fuera de la institución. La diversidad de opiniones a nivel global también complica la búsqueda de posturas unificadas.
La Iglesia seguirá adelante porque su Maestro dijo: “Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos”.
¿Y vamos a llorar porque el Hermano mayor se ha ido con el Padre? Júbilo y alegría es lo que hemos de tener los católicos, pues este llevará su preocupación por la Humanidad ante el Trono del Altísimo.
¡Fuera el llanto y la tristeza, nuestro Hermano, ya está con el Padre!
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