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Durante siglos, se valoró como virtud humana y moral y psicológica moral, incluso virtud social, la humildad y la modestia de los seres humanos. Quien tenía esa forma de ser se valoraba y se ponderaba. Pero llevamos ya unas décadas que se ha ido haciendo fuerte en la sociedad y la cultura y toda la vida social, que la persona que predomina o triunfa o se valora, es aquella que muestra y dice tener mucha personalidad, mucha presencia, mucho dandismo.
La humildad es la virtud que abre nuestro corazón a los demás, a salir de nosotros mismos, y abrirnos a algo más alto, a la confianza en Dios. Mientras que el orgullo nos distancia de Él, “Dios resiste a los soberbios, pero enseña su camino a los humildes” (Salmo 25,9).
El alcalde de Badalona García Albiol, presume de instalar en la ciudad el árbol de Navidad más alto de España. La petulancia que manifiesta el alcalde badalonés cuando se refiere a su árbol y al espíritu narcisista que desprende, mueve a Llàtzer Moix a redactar en su escrito Competencia navideña: “Es inoportuno porque en tiempo de despilfarro energético, estas iniciativas no emiten el mensaje adecuado...".
Mantener hoy, ante los avances de la ciencia y los descubrimientos sobre la evolución del primate que ha llegado a ser el homo sapiens sapiens, el mito, cuento o leyenda del Paraíso terrenal es a todas luces insostenible, por mucho que haya algunos que se empeñen en ello. Cada vez son más los descubrimientos que demuestran que los que habitamos hoy la Tierra procedemos de unos primates que, con el devenir del tiempo, nos convertimos en lo que hoy somos.
Le dijo a la soberbia, la humildad: ¿por qué no has preferido mi camino, conociendo que el tuyo es desatino que puede sepultarte en la maldad?
Esta frase la he oído, como decían los latinos “a teneris unguiculis” (desde que tenía tiernas las uñas, es decir, desde mi niñez). Nos la decía nuestra madre cada vez que venía al caso. Soy miembro de una familia numerosa de cuatro hermanos todos ya de edad provecta, pues bien, no recuerdo que hayamos discutido en ningún momento. ¿Cómo es posible eso? Simplemente, porque nuestra madre estaba sobre nosotros para sembrar paz y concordia.
A la luz de esta realidad que vivimos actualmente, donde hay una falta de avances en liderazgo, gobernanza y financiación a los más desvalidos, quiero agradecer la labor de esas gentes comprometidas con la verdad, totalmente entregadas a los ojos de la vida, con la energía necesaria para embellecer los instantes, lo que contribuye al sosiego, que es lo que nos hace repensar y ver los frutos de renovación interior que necesitamos.
Hoy en Lima bien pueden celebrarse el cumpleaños de la persona más importante del Perú con un castillo y una torre de fuegos artificiales. Esto debido a que el Presidente Pedro Castillo Terrones celebra sus 52 años de vida. No sabemos si ello se va a dar o no, pero sí podemos asegurar que en esa fecha habrá multitudes de peruanos comiendo turrones.
He podido contemplar desde mi modesto observatorio dos actitudes que me hicieron recapacitar sobre la naturaleza humana. La primera me la proporcionaron los jugadores de la selección española más modesta que puedo recordar. Desde "El segmento de plata” se valora mucho más la virtud de la humildad que la exhibición petulante.
En los momentos actuales, todo apunta a un deslumbramiento nefasto. El exceso de luces no deja vislumbrar las necesidades reales. Con la pulsación de una sola tecla disponemos de los incontables matices de cualquier asunto.
El discurso anterior acaba con las siguientes conclusiones: Alimentemos lo bueno y pongámoslo al servicio del bien, todos tenemos responsabilidad sobre el herido que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra. Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con una actitud solidaria, atenta y de proximidad.
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