El amor no surge de la nada, ni es producto de la casualidad... es la maravillosa realidad creada por la unión de dos seres que quieren convivir con amor y generar amor. El ser humano busca el amor, necesita ser amado, querido y correspondido desde el minuto cero de su existencia; desde el primer momento que llegamos al mundo, sentimos la necesidad de salir de nosotros mismos. Desde el primer día, el bebé busca el calor y la seguridad de los brazos de su madre. Este primer vínculo es crucial para su desarrollo emocional y muestra cuán esencial es la conexión humana en nuestras vidas. Todo lo demás también existe y es importante, pero en segundo lugar...

En este artículo, hablaré de la importancia del amor, las diferencias en cómo se manifiesta entre hombres y mujeres, y la crisis actual del amor.
Ninguna persona sobrevive sola, ni aprende sola, ni crece sola: eso es una profunda mentira. El ser humano necesita de esa conexión que desde el primer día establece con su madre. Por eso, hablar de amor es hablar del otro. Hablar del otro es hablar de mí. Los conceptos de tú y yo quedan relacionados: el uno con el otro. Por lo tanto, cuanto más te conozco, más me conozco. Vivir con otra persona es difícil, pero vivir solo es imposible. Esta realidad me lleva a una reflexión: ¿qué hace tan difícil convivir juntos y por qué queremos vivir en soledad?
Si nos paramos a pensar, todos necesitamos de todos y formamos una gran cadena de amor. Somos el hijo o la hija de alguien, el hermano o hermana de alguien, la pareja de alguien, el enemigo o enemiga de alguien... somos ladrillos de una gran casa imponente, somos parte de un todo.
Esa relación de unos con otros genera la necesidad de comunicar nuestros sentimientos al otro. Sin embargo, la forma de reaccionar del hombre y la mujer es diferente. Imagina a María, que después de un largo día, solo quiere contarle a Juan lo que ha pasado en el trabajo. Ella no busca una solución, solo quiere desahogarse. En cambio, cuando Juan tiene un problema, se encierra en sí mismo hasta encontrar una respuesta por su cuenta. Esta diferencia puede generar malentendidos, pero reconocerla y respetarla puede fortalecer la relación.
Cuando ella habla y cuenta las cosas, no busca que le des una solución ni siquiera espera una contestación, solo quiere ser escuchada. Sin embargo, cuando él tiene problemas, se refugia en su cueva, medita... y cuando siente necesidad, sale. Por eso es poco útil preguntarle: “Cariño, ¿qué te pasa?”. Al no tener respuesta desencadenará en ella una serie de dudas sobre cuestiones, seguramente inexistentes, que le harán pensar: "Ya no me quiere como antes".
Existe una realidad: nuestros cerebros funcionan de manera diferente. Por eso, hay que buscar la mejor fórmula para complementar estos dos mundos. Ésa es la clave del éxito en el amor. Si conociéramos estas diferencias, seguro que podríamos evitar muchos conflictos que se inician por un malentendido y que en la mayoría de los casos acaban en desastre.
El mucho hablar de ella y el silencio de él pueden ser mal interpretados y llevarnos al fin de la comunicación. Sin crear una relación dependiente, sino respetando nuestros espacios y nuestros momentos, se puede conseguir un amor maduro, puro y duradero... ese amor que no es posesión sino admiración, que lleva a la comunión de formar de “dos” un “uno”, a construir la verdad sin mentiras a la que llamamos “amar”.
Pero el amor está en tiempos de crisis y dos aspectos influyen: la propaganda imparable sobre el modo de ver las cosas de forma relativa a los intereses del “yo”, y la búsqueda de un proteccionismo o zona de confort sin asumir ningún riesgo. En una sociedad donde el 'yo' prevalece, es fácil caer en la trampa de buscar solo el bienestar personal. Habrá confrontaciones con la pareja pero hay que mantener la paz, para no debilitar la relación. Eso genera cada día más enamorados sin músculos, desentrenados, gente blanda que no saben aprender del error, y mucho menos amar. Porque vivir con otro nos hace parte de un equipo, donde si los dos ponemos de nuestra parte, el otro me ayuda a crecer. Aprender a enfrentar desafíos juntos ayudó a Laura y su pareja a construir una conexión más fuerte.
Estoy convencida de que el otro es necesario e imprescindible para vivir una vida plena, y en el mismo instante en que buscamos nuestro bien y no el del otro, es el momento en que hemos dejado de amar.
Un camino desde el enamoramiento hasta el amor, un camino que nos hace conocer a quien amamos y que, cuanto más conozco a la otra persona, más compruebo que es diferente a mí, que no es mi sombra, ni mi reflejo, ni mi clon, sino que te elijo a ti, no porque somos iguales, sino porque te quiero, y porque te quiero, lucharé para entenderte y aceptarte. Quizás podamos recordar siempre que el amor es una obra de equipo, y que la empatía, la comunicación y el respeto mutuo son las piedras angulares para construir una relación duradera y significativa.
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