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Las personas que se relacionan de manera no monógamas (liberales, poliamor, trieja…) viven fuera de la normatividad de la monogamia, que es la forma habitual de construir relaciones de pareja. En los últimos tiempos, cada vez es más habitual encontrarse a gente que explora su sexualidad en estos modelos no tradicionales donde sentirse libre en el plano sexual.
En toda relación humana existen las discusiones, los problemas y situaciones complejas en las que alguna de las partes tiene menos paciencia o aguante y acaba expresando sus emociones de forma, a veces, un poco abrupta. Y es que las palabras, según el tono y de quién procedan, así duelen más o menos, y cuando se trata de alguien cercano o íntimo el resultado es obviamente, intenso o decepcionante.
Los impactos que provoca una relación tóxica pueden variar según el perfil de una de sus víctimas, incluso porque afectan gran parte de las estructuras emocionales, mentales y físicas. Además de tener la lamentable capacidad de generar discapacidades en muchas de sus víctimas. Estos impactos pueden llegar a escenarios irreversibles si no hay una intervención acogedora, técnica, pragmática y precisa.
El fin de las vacaciones marca el regreso a la rutina para muchos españoles, y con ello, la búsqueda de equilibrio entre las responsabilidades diarias y el tan necesario tiempo de ocio. Según el estudio “Radiografía del ocio en España” realizado por el área de investigación social y estudios de ATREVIA para la Asociación de Bebidas Refrescantes, casi el 60% de los españoles logra incorporar el ocio en su rutina diaria.
Un artículo de El español explica cómo el método ‘kintsugi’, una antigua técnica japonesa de reparación de cerámica, se ha convertido en una metáfora poderosa para las relaciones de pareja. El ‘kintsugi’ consiste en reparar objetos rotos con resina y polvo de oro, resaltando las grietas en lugar de ocultarlas. Esta práctica simboliza la idea de que las imperfecciones y las reparaciones forman parte de la historia de un objeto, haciéndolo más valioso.
En el marco del Día Internacional de la Amistad (30 de julio), es fundamental reconocer el impacto significativo que las amistades tienen en nuestra salud mental. Más allá de ser una fuente de alegría y compañía, las amistades son vitales para el bienestar psicológico, ayudando a reducir el estrés, la ansiedad y la depresión. Estudios científicos respaldan estos beneficios, destacando la importancia de cultivar y mantener relaciones de amistad sólidas y duraderas.
El día 20 de julio se conmemora en la Argentina el “día del amigo”, en razón de la propuesta de Enrique Ernesto Febbrano, quien vio en el “hecho” de la llegada del Apolo 11 a la Luna, tal día pero de 1969, un acontecimiento que supuestamente unió a la humanidad en un sentimiento de fraternidad y esperanza, sin tener en cuenta dos asuntos que son importantes...
Cada uno de nosotros somos de una forma completamente distinta al resto, lo que ocurre es que habrá algunos que se dejen llevar por la mayoría para no sentirse menospreciados, pero existirán otros que, por el contrario, sigan siendo ellos mismos. Pero al hacer un balance, lo diferente puede ser raro y eso a todo el mundo le asusta demasiado.
A lo largo de la vida es inevitable que nos sucedan cosas que a veces nos gustan y otras no, pero de cada uno depende el gestionar aquellas situaciones que considera que le hacen más mal que bien. Podemos hundirnos, podemos sentirnos desdichados y sobre todo, podemos preguntarnos el motivo de por qué nos ha tocado a nosotros, pero eso no vale más que para autolesionarnos mentalmente.
A la hora de relacionarnos con los demás, con nuestro entorno más próximo, será muy probable que nos encontremos con diversas situaciones algunas de ellas, incómodas, a nivel de diálogo y de interpretación de esas mismas palabras, las cuales, según el estado anímico y vital, pueden incidir de una manera más o menos impactante en nuestras vidas, ya que los seres humanos no somos tan estables como quizá quisiéramos, sino que fluctuamos en un mar de emociones y sentimientos.
Lejos de lo que muestran las telenovelas pochocleras mexicanas o coreanas, las películas cada vez más vacías de contenido y el material pseudo biográfico que difunden los medios de espectáculos sobre la vida íntima de las parejas famosas, el amor, en su esencia más pura, no es una idealización de la perfección, sino más bien una aceptación consciente y voluntaria de las imperfecciones de la persona que hemos elegido querer.
La sociedad, en términos generales, parece que ha avanzado muchísimo si la comparamos con épocas anteriores, pero lo cierto es que en algunos círculos, o incluso en determinados momentos, pudiera parecer que todavía rigen diversos criterios que siguen estando vigentes a pesar de la libertad y la amplitud de miras y pensamientos que a día de hoy están presentes.
En todas las relaciones sociales que con el tiempo acaban siendo más íntimas, los comienzos suelen ser fáciles porque existe una motivación que hace que eso prospere, que vaya avanzando porque el interés emocional es mutuo por ambas partes. Y esto es aplicable para amistades o parejas. En todas ellas, es imprescindible que haya reciprocidad, que exista una conexión que funcione como la gasolina de un automóvil que propicia que día tras día se mueva y circule.
Muchas personas no saben por qué las tratan de esta o aquella manera. ¿Por qué no son capaces de transmitir la seguridad necesaria para alcanzar sus objetivos? En las relaciones interpersonales podemos identificar una fuerte influencia del lenguaje corporal, independientemente de la vestimenta utilizada, el estatus social y la religión. En definitiva, ¡el cuerpo habla!
Desde tiempos inmemoriales, el tacto ha sido una vía de comunicación primordial entre los seres humanos, y en el ámbito de la intimidad romántica, adquiere una relevancia aún más profunda y significativa. Las caricias, además de fortalecer el vínculo emocional entre las parejas, también tienen un poder terapéutico innegable.
En nuestro día a día nos relacionamos con muchas personas. Generalmente, aquellos que nos influyen más, serán los que conformen nuestra familia, amigos o pareja. Será con ellos con los que nos sintamos más cómodos para mostrarnos tal y como somos, pero pudiera suceder que, a veces, la sinceridad pueda sobrepasar determinados límites o la propia confianza excederse de unos rangos y dar lugar a ciertos problemas personales.
La sociedad, tal y como la conocemos hoy en día, nada tiene que ver con épocas anteriores, y eso es porque se encuentra en constante evolución. Las personas que formamos dicha sociedad también lo estamos ya que nuestras relaciones con los demás no son estáticas, sino que están en permanente cambio con diversas modificaciones según nuestras acciones.
Todos necesitamos ser escuchados. Todos necesitamos tener a alguien con quien poder hablar y lo que es más importante, contar con una persona o red social física y presencial que nos genere confianza para conversar no sólo de temas triviales sino de aquellos que nos preocupan o afligen.
Con el paso de los años, la relación puede perder su encanto y sentirse bastante rutinaria. Es en estos momentos es cuando se necesita poner un esfuerzo adicional para avivar la chispa en la relación. Es crucial asegurarse de que las cosas no comiencen a volverse monótonas.
Cuando empezamos una relación, todos tenemos ilusión, ganas y visión de futuro. Y es que está claro que según nuestras experiencias previas, podemos actuar de diversas maneras, habrá veces que nos genere miedo el cómo puede evolucionar dicha relación, habrá otras que, simplemente nos dejemos llevar, pero de un modo u otro debe existir algo que nos una a nuestra pareja, a esa persona que nos va a acompañar en un futuro.
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