La comunicación ha pasado de ser mediante conversaciones a ser a través de mensajes, de blogs, de redes sociales, de postureo... No es infrecuente encontrar todo un tren lleno de personas consultando o escribiendo en su móvil, como tampoco es infrecuente encontrar a parejas de enamorados cenando, o grupos de amigos en una terraza, o unos cuantos jóvenes, todos ellos, consultando o escribiendo en su teléfono móvil. ¿Por qué se da este fenómeno que nos pone los pelos de punta?
A través de las redes sociales cada uno pone la imagen de sí mismo que desea, hasta el punto de poder usar un avatar, incluso se puede mentir y pasar por ser absolutamente otra persona, pero lo más importante de esta conducta es el “control”.
Cuando en una terraza se encuentran unos compañeros o amigos, la conversación discurre por donde las personas integrantes del grupo desean y, en ella, hay momentos interesantes pero muchos de ellos no lo son tanto. Además, las ideas de algunos integrantes pueden ser contradichas con frecuencia. Sin embargo, cuando se tiene un móvil en la mano, nuestra comunicación discurre por donde nosotros queremos y, en ese momento, se posee el “control”.
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