Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados. La gramática es un buen inicio para eso de HABLAR BIEN, aunque sus intrincados pormenores dan mucho trabajo. Comprobamos a diario la magia encerrada en las palabras. El horizonte se muestra prometedor y la magia difícil de alcanzar, todo un reto para el progreso.
Si hacemos más caso de las quejas, sea por la precipitación, por la ignorancia o simplemente por malas artes, las voces malsonantes se ponen en evidencia porque tienden a distorsionar los ambientes; los grandes medios de comunicación multiplican sus efectos, aunque las muestras cercanas nos agreden en directo. El mal uso de la gramática es uno de sus derroteros estridentes por la desfiguración de las frases; sin embargo, el HABLAR MAL ocasiona despropósitos desde el lenguaje con repercusión en sectores diversos. Al tergiversar las expresiones, entrecorta o suprime el entendimiento, con la progresiva disgregación a la hora de los posibles diálogos. Peor aún si adopta matices ofensivos.
No se habla igual en todos los momentos. Sea en público o en privado, con la familia, al tratar sobre intimidades y en los avatares profesionales. Las características individuales inciden directamente esas variaciones. Son maneras de manifestarse muy ligadas al perfil de cada persona. En sus múltiples escritos sobre el lenguaje, Lázaro Carreter relacionaba esas maneras con la buena o deficiente organización mental de cada sujeto. El uso PERSONAL del lenguaje contribuye modelar la mentalidad de su protagonista y viceversa, refleja gran parte de su personalidad. Las influencias exteriores son notorias, así como la debida atención o el descuido de como tratamos estos asuntos.
Cuando consideramos estas expresiones entre las agrupaciones comunitarias, se pone de relieve la gran dispersión de situaciones, pueden observarse modelos en todos los sentidos. Desde los diálogos intrascendentes a los centrados en objetivos de mayor importancia, va incrementándose la importancia de utilizar los lenguajes de manera adecuada. El entendimiento primero y la COMPRENSIÓN de los asuntos debatidos dependerá de los criterios expresivos empleados. Las palabras empleadas no pueden aislarse de cualidades humanas como la sinceridad, el talante de las personas o la preparación de los implicados. El ensamblaje de ese conjunto derivará en la manera de relacionarse esas personas.
No cabe duda de las exigencias del entramado social, propenden a la utilización de léxicos peculiares (Técnicos, juveniles, intelectuales); esas variantes requieren atenciones divulgativas para entenderlos. Los arcaicos conflictos babélicos se ven empequeñecidos en estas épocas superpobladas, en las cuales la diferenciación lingüística adopta visos de vanguardias activistas. Se promueven aplicaciones y conductas cargadas de matizaciones grupales e incluso institucionales, se ejercen con ESTRATEGIAS bien delimitadas. Para entender sus expresiones, pasa a predominar el sentido de sus organizaciones, por encima de las frases emitidas. La primacía de la comunicación desaparece, vencida por intereses y servidumbres de los montajes.
Al adentrarnos en el engranaje de la POLÍTICA, la acumulación de versiones y empoderamientos nos conduce por territorios rocambolescos. Los análisis bien confrontados se ven sobrepasados por las caprichosas apreciaciones lingüísticas de los intervinientes. No hay más que echar una ojeada. Los modos democráticos oscilan sin brújula por individuos y países. Se dirime la mayor importancia de los silencios o de las proclamas a la hora de percibir el ciudadano el meollo de los asuntos. Servidores y servidos configuran una amalgama de tristes dibujos. Su carácter invasivo se proyecta implacable sobre los ciudadanos, desfigurando las jerarquías justificadas en aras de unos empoderamientos de escaso lustre. Suena aquello de nombrar bien las cosas.
También hay que contar con las maneras de expresarse, los impulsos subconscientes, los inconscientes son muy espectaculares; así como las emociones, respuestas intuitivas y expresiones inclasificables. El balbuceo irracional llega a ser en ocasiones muy estimulante. Consideraciones aparte suelen relucir cuando el lenguaje de las mejores intervenciones se ve sobrepasado por los modos IRRACIONALES de hablar, sin fundamentos de apoyo, plegados a los impulsos del momento o bien a las tendencias caprichosas, siempre capciosas para desviarnos por los derroteros de mayor incertidumbre. Adquieren ínfulas de grandes ideaciones con la pretensión de imponerse al resto, intolerantes y desmañados.
Avanzamos con la intención de hablar claro para no confundirnos, a sabiendas de los diversos grados posibles en cuanto a la calidad o insuficiencias del habla y la imposibilidad de conocer todas las conexiones implicadas. Contamos con tres apartados definitorios de la ÍNDOLE del lenguaje practicado en los diferentes ámbitos. Los detalles lingüísticos (Pronunciación, gramática, precisión) son un primer eslabón para evitar dislates innecesarios. Las cualidades humanas son decisivas (El grado de atención, la receptividad dialogante, la buena disposición), imprimen un sello perceptible en los decires. También es crucial la capacidad de adaptarse a cada evento. Son factores de toda laya y condición, que no importa cultivar.
Marcados por la incertidumbre, somos entes limítrofes en expresión de E. Trías. Las carencias y defectos también nos pesan en el habla, proliferan las incapacidades y errores. Si bien, en la medida de los recursos disponibles para cada ocasión, podemos aspirar a expresiones satisfactorias, sin renunciar a las dotadas de cualidades magníficas. Aunque no sean tantos como desearíamos, en determinados casos percibimos lenguajes ARTÍSTICOS. Fijémonos en la dificultad para definir el arte, por lo tanto, aquí hablaríamos de mostrar el carácter sublime de ciertos ejemplos; no para etiquetarlos, sino para disfrutarlos como una espléndida aplicación humana y aprender de ella en lo posible.
Aunque en esta actividad no faltan presiones, algunas franca mente abusivas y bien visibles en los entornos; tratamos con una de las funciones propiamente individuales. Las múltiples influencias no anulan ni originan el PÁLPITO del sujeto hablante. Su práctica social amplifica los efectos, sin suprimir el impulso genuino del interior como potente motor del conocimiento, de la subsistencia y futuras proyecciones.
Al referirnos al lenguaje desde los ambientes comunitarios, suele hacerse desde estilos muy cambiantes, con frecuencia promovidos por intereses poco edificantes. Salen a relucir coerciones chocantes y abusivas, estímulos variados y se habla mucho de libertades, quizá sólo de algunos. Mientras, se habla poco del lenguaje como elemento básico en la forja de la PERSONALIDAD desde el teclado íntimo del individuo.
|