No sólo ocupamos un cierto espacio, realizamos un sinfín de actividades en sus demarcaciones y recibimos conexiones desde numerosos focos. Son incontables las maneras de percibir esa entente entre una persona y los espacios, las distancias y los efectos se multiplican. La PROXEMIA concentra los estudios y valoraciones en torno al significado de dichas relaciones, repercusiones, dificultades y ventajas. Las peripecias individuales se juntan con las colectivas, no existen fronteras definidas entre unas y otras. Aunque detectamos patrones habituales, como en toda intervención de los humanos, la abundancia de matizaciones abre los horizontes para interpretaciones insospechadas.
Si de las cercanías hablamos, de grandes espacios, accesos públicos o lugares de unos trabajos en concreto; la variedad de consideraciones es inabarcable. Además, habrá necesidad de incluir en ellas las aportaciones de cada ser humano y de cada colectivo. Se dan la mano los intentos de precisar los mencionados patrones en esa relación con el espacio circundante y de manera simultánea la impertinencia de las versiones excesivamente esquemáticas. Ya que de espacio tratamos, recalquemos la evidencia de las APERTURAS disponibles para cada persona. Las descripciones tienen su importancia, pero no tienen la capacidad de acogotar las interpretaciones y las sensibilidades particulares.
Lejos de la frialdad de una cita escueta de conceptos y clasificaciones, en cualquiera de las ubicaciones reverbera la presencia del ser humano. Como contrapartida, desde cada individuo surge el sentir de lo que representan esos espacios para él. Se trate de una comarca, un edificio, una plaza o cualquier área del entorno; generan una apreciación especial desde ese individuo concreto. Si allí vivió, tuvo determinadas relaciones, le sucedieron vivencias inolvidables o desastrosas. Julián Marías reforzó el concepto orteguiano de la GEOMETRÍA SENTIMENTAL; reúne esas percepciones desde el sentimiento de los protagonistas en relación con las formas geométricas presentes en el devenir de su vida.
En esa peculiar sensibilidad individual tampoco caben las fijaciones, en apenas unos instantes se modifican las circunstancias que las motivaron. La evolución de esa persona arrastra sus propias modificaciones. En relación con su captación de la proxemia, además de sentimental, no puede escapar a esa condición cambiante de las circunstancias; se torna ITINERANTE. En el triple sentido de sus evoluciones propias, por los espacios recorridos y a través del tiempo incontenible. El dinamismo se convierte en una de sus características constitutivas. El pasado, el presente y el futuro avizorado aportan matices fundamentales en el sentir individual. Los significados introducen otros giros imprevistos e imprecisos.
La extensión de los espacios permite las acotaciones desde los pequeños a los ámbitos cósmicos, como es lógico, con las infinitas matizaciones posibles. Hoy en día cobra actualidad unas manifestaciones frívolas sobre un espacio mínimo, ceñido a cada persona, con notables repercusiones sobre las actuaciones individuales. Me refiero a la INTIMIDAD con sus rasgos intransferibles. Suele olvidarse el carácter resistente de este espacio, lo que acaba saliendo a la luz pública deja de ser íntimo; la intimidad permanece recóndita sin salir a la superficie. Las pretendidas expresiones íntimas vienen a encubrir la auténtica vivencia interna. No tenemos acceso al espacio íntimo ajeno y no lo domina el propio protagonista.
Al iniciarse las manifestaciones personales, establecen las conexiones oportunas con los ámbitos externos, incluidas el resto de las personas. En esa cercanía de las relaciones, las dimensiones personales están limitadas a ese contacto. El área de actuación sale a relucir en un espacio escueto y PERSONAL. En él, el protagonista queda expuesto a recibir impresiones y asumir sus propias respuestas; ha entrado en la estrategia comunicativa. La delimitación de las esferas empieza a confundirse, se han introducido factores externos para la asimilación de un individuo concreto. Ya resulta imprescindible considerarlo como un espacio abierto a las influencias foráneas, aunque centrado en la experiencia concreta del individuo.
Aunque la presencia física de un sujeto es indiscutible allí donde se encuentre, sus actividades le convierten en figura predominante o por el contrario, en un ente apenas detectable en ese ambiente. Dando la sensación de ocupación intensiva o realmente insignificante. Estas variaciones pueden deberse a la voluntad del individuo con sus intervenciones, sin olvidar los efectos no deseados de su presencia. Por estos avatares de la repercusión presencial, con más frecuencia de la deseada se consolidan espacios OCULTOS, subyacentes, por aquello de la imposibilidad de detectar su grado de ocupación. Su aparente ausencia no es óbice para que desde ellos emerjan efectos inesperados, contraproducentes o incluso beneficiosos.
Con la expansión de las redes sociales y la potente fuerza de los medios de comunicación; las actividades de las personas progresan sin freno a través de estos entes. Las presencias personales adquieren dimensiones específicas en estos medios, quedando por ver su significado y su correspondencia con las personas físicas. Las mentalidades juegan un importante papel para la configuración de estas relaciones. El espacio VIRTUAL creado es evidente, aunque delimitar sus dimensiones es de una complejidad apabullante. Desde sus esferas, las conexiones con las actividades sociales están activadas constantemente. Permite también la duplicación de las presencias diferenciadas y simultáneas de un individuo.
Al fijarnos en el número de personas presentes y el tamaño de los espacios susceptibles de esa ocupación, detectamos unas características especiales; la relación resulta chocante cuando el número de individuos no equivale a presencias reales y la grandeza del espacio ocupado pierde sentido. Marc Augé englobó estas situaciones con el término de NO LUGAR, para grandes superficies, aeropuertos, plazas o similares. Las dimensiones entran en conflicto con sus verdaderos significados y repercusiones. El lugar pierde su especificidad, se torna una figura global alejada de los seres humanos, que paradójicamente pululan por sus extensiones. Sus pormenores abren nuevos y numerosos frentes interpretativos.
En los entornos de las personas se sitúan con frecuencia obstáculos físicos, oscuridades, aglomeraciones, ruidos, suciedad o rincones inhóspitos, que convierten a ciertos espacios en AGOBIANTES. Adquieren perfiles perjudiciales para las actividades humanas elementales e impiden cualquier proyección de más alto nivel; la desatención y la indiferencia los favorecen.
Finalmente, la proxemia nos ilustra sobre las condiciones favorables para el desarrollo de las expresiones humanas en su totalidad. Se trata de las características de los espacios creados con aires ESTIMULANTES, por su nitidez, sus puntos de apoyo y, en una palabra, lo suficientemente confortables. Un arte exigente de valor notable para la existencia.
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