Estoy pensando en hablar con mi ex, ¿qué puede pasar?

Todos a lo largo de nuestra vida conoceremos a diversas personas que tendrán un significado especial en nuestro corazón por aquello que nos aportaron, y a otras, por el contrario, las recordaremos de forma negativa por las experiencias que en su día vivimos. Y no podemos catalogar que unas fueran mejores y otras peores, sino que según cómo se desarrollaron las circunstancias con nosotros y la etapa en la cual nos encontrábamos en aquel momento, influyó de forma directa para que las cosas fluyeran o se estancaran.

En ocasiones, puede parecer que somos más fuertes de lo que somos o al menos, intentamos dar esa imagen de cara a los demás porque el sufrimiento o el dolor que puede generar una ruptura del pasado o incluso, reciente, ya sea a nivel amistoso como de amor, sólo lo conoce quién en algún momento lo ha experimentado. Y a raíz de todo ese proceso de recuperación a nivel emocional, surgirán cambios en nuestro comportamiento y actitudes con respecto a relaciones futuras y las personas que vayan apareciendo y poco a poco, quizá, olvidemos esas sensaciones iniciales que tuvimos para cicatrizar las heridas que algunos nos hicieron. Y es que cicatrizar no es cerrar por completo una situación, sino que es tapar “algo” que la vida puede en cualquier otro momento abrir de nuevo, sin querer y sin ser apenas consciente de ello.

Puede suceder que en algún momento por las casualidades o simplemente porque han pasado ya muchos años, dos personas se vuelvan a encontrar, dos seres humanos que durante una temporada pensaban que estaban hechos el uno para el otro, donde existía amor puro que luego se pudo transformar en algo diferente y desde luego, incompatible.

Entonces, ¿qué sucedería? Porque es con el tiempo cuando somos capaces de perdonar los errores, las mentiras y el daño pero si volvemos a hablar o tener contacto con un antiguo amor, lo más probable es que nuestra concepción de la persona y su imagen se haya transformado completamente. De la misma manera que nosotros mismos ya no somos los de antes, ahora, seguramente analizaremos aquella realidad pasada desde otro prisma, quizá menos doloroso o dramático como sí que pensábamos que era en su día.

Recordar está bien, pero siempre desde una visión objetiva para entender que si las cosas no funcionaron en su día, ¿qué necesidad hay para volver a tener algún tipo de relación con alguien de quien no guardaste buen recuerdo?, ¿por qué ese afán en buscar algo parecido a lo que perdiste? O lo que es peor...¿cuál es el objetivo de querer hablar con una ex pareja después de tanto tiempo?

La vida está formada por ciclos en los cuales podemos quedarnos, evolucionar en ellos o cerrarlos por completo y para hacer eso hay que estar seguro. Para llevarlo a cabo sólo uno tiene que querer de verdad. No es fácil cortar con algo de raíz, por supuesto que no, pero algo que en su día nos lesionó, puede hoy volverlo a hacer a pesar de que contemos con más herramientas. El amor cuando se acaba por una de las partes y se pone tierra de por medio es por algo. Es normal sentir curiosidad por saber cómo le puede ir a una persona con la que compartimos tantas experiencias, pero no podemos dejar llevarnos por un sentimiento y esperanza que ya no existe.

Y seguramente conoceremos en nuestro entorno a aquellos amigos que son capaces de llevarse genial con su ex sin sentir nada y sin producirse confusiones pero es que ninguna historia de amor es igual a otra. Cada integrante sabe perfectamente que es lo que vivió, que es lo que espera y sobre todo, en qué momento y cómo terminó. Las cosas deben acabar cuando lo tienen que hacer y más aún cuando hubo daño en el pasado.

Por lo tanto, antes de volver a hablar con una persona que significó mucho para uno mismo, hay que valorar en qué nos va a beneficiar eso, con qué objetivo lo hacemos y sobre todo, qué esperamos del otro ya que nosotros sí que podemos contestar a esas preguntas pero no sabemos cuál será la reacción de la otra parte y si no nos gusta, podremos llevarnos una gran decepción seguramente generada por nuestra memoria porque volver al pasado sólo es válido para darnos cuenta de que no hay que repetir experiencias pasadas.