La vida es breve, pero bella e intensa. No por casualidad el Creador de la humanidad inició su creación iluminándola mediante la luz, para que el firmamento se apreciara ser cielo, donde el día se separara de la noche, la tierra del agua, y estas fueran revestidas de estrellas relucientes; para culminar su maravillosa obra creando al hombre asistido de la mujer, a su imagen y semejanza, dominadores de las demás especies, manifestando DIOS, una larga existencia mediante la unión para ser fecundos a fin de multiplicarse.
Aquello era maravilloso y bello, todo un paraíso, en que se dieron interrelación la belleza de lo azul profundo de los mares, la naturaleza, la inmensidad del cielo, lo atractivo de la tenue noche bajo la brillantez de las estrellas; una vida bella e intensa como al inicio dijimos, con amplia libertad, libre albedrio, don y virtud en el ser humano, aunque en el fondo ello fuera causa de su brevedad en este mundo.
Si bien lo grandioso, ese sensual misterio que esconde ignoto la naturaleza, el mar y el cielo, estos influyen en el sentir de lo lindo y precioso de vivir la vida bellamente, al sernos sus características, por circundarnos, por palparlas, por vivirlas, por sentirlas que las tenemos a nuestras ordenes, haciéndolas parte integral de nosotros, lo cierto es que la admiración de lo precioso son las emociones, las sensaciones de los sentires palpitantes en nuestros corazones que se reflejan, en una tranquilidad espiritual, expresada en una sonrisa que le llena a uno, y que le satisface el propósito de su paso por este vida, lo que realmente es bello y felicidad.
Me refiero al amor que se brinda, y al amor que se recibe, ese que es generador de la energía que nos impulsa a trascender más lejos y distante, del misterioso más allá, al escuchar con delirio el sonido del silencio, ver las ondas de la piedra lanzada por la honda, escuchando las ondas sonoras de la V sinfonía y bailar con los pies desnudos con la media naranja, previo degustarla y chuparla toda, sin cerrar los ojos ante ella, que es sueño de sus desvelos.
“Hay que reírse de la vida y no que la vida se ría de uno” (M. Torres).
Bella es la vida, pero breve, aunque azul e intenso, sea misteriosa y profunda como el mar. ¡Oh Creador de la vida! A ti Señor, te agradezco vivirla siendo imagen suya. ¡Viva la vida, y más la vida bella!
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