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Generación privilegiada / generación perdida

La sociedad que hemos construido es una degradación de todo
Carmen Muñoz
miércoles, 12 de mayo de 2021, 08:51 h (CET)

“El precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres” Platón. Filósofo griego. Se cree que nació entre los años 428-427 a.C. y murió sobre el año 347 a.C. Fue discípulo de Sócrates  y maestro de Aristóteles. 


Está tan de actualidad que parece fuese escrito hace unos días.


He de reconocer que pertenezco a una generación privilegiada pues en ella se han conseguido unos adelantos tanto científicos,  sociales,  tecnológicos, como espaciales impensables unos cuantos años anteriores. Nuestros padres que salieron de una guerra civil en la que el país se quedó hecho un autentico erial, existía una gran incultura, la mujer buscaba abrirse camino en el mundo laboral y escaseaba todo, procuraron y supieron con su buen hacer, trabajo,  esfuerzo, constancia pero sobre todo cariño,  que sus hijos viviesen mejor que lo habían hecho ellos hasta entonces, y lo consiguieron. La enseñanza se generalizó, había trabajo para todos, subió el nivel de vida, surgió una clase media importante, pues es esa clase precisamente la que sostiene una sociedad adulta, había tranquilidad social, España empezó a ser respetada fuera de nuestras fronteras, etc.


Se puede decir que se vivía bien tanto en la dictadura como en la democracia, me refiero en términos generales porque siempre ha habido y habrá personas disconformes o discordantes que  no lo aprecien así, pero como soy yo la que escribo, así lo expreso.


Pero esa generación del confort y de apertura, dio paso a la que todo se encontró hecho y vivía del esfuerzo de sus padres, y no supo o no quiso encauzar tales privilegios haciendo dejadez de algo tan fundamental para el progreso de un país como son los valores éticos y morales. ¿Qué quiero decir con ello? Pues que si desde pequeño te repiten hasta la saciedad a modo de mantra algo, acabas por creértelo aunque sea erróneo, véase lo que ocurre en Cataluña. Si añadimos que lejos de valorar el esfuerzo en el trabajo, la constancia, el buen hacer, la ética y la moral en el comportamiento y la cultura se ningunea y menosprecia, se da paso al enriquecimiento rápido, al egoísmo, egolatrismo, a la sin razón, al sin sentido, a la pusilanimidad y estupidez, en resumen, a la destrucción de lo que con tanto esfuerzo se había conseguido.


¿Qué consecuencias se desprenden de todo esto? Ya lo estamos viendo. Nuestros hijos, bien formados se tiene que marchar a otros países porque en el suyo no tienen posibilidad de trabajar,  un aumento del paro tanto en jóvenes como en personas de mediana edad cuya experiencia sería muy ventajosa aprovechar, aumento de la inseguridad ciudadana,  decaimiento de la clase media, diáspora de empresas... empobrecimiento en general.


Cuando se vota con las tripas en vez de con la inteligencia puede pasar dos cosas: que se elija al que tenga estreñimiento o tal vez lo contrario, diarrea. De este modo tenemos un gobierno con una extraordinaria diarrea mental cuya incontinencia/incompetencia nos está llevando a un monumental  precipicio y a un rebaño estreñido que van todos juntos detrás del estómago agradecido, no vaya a ser que si dan un traspiés y se les escapa un gas, aunque su olor sea perfume, les aparten del  conjunto y se vean obligados a trabajar por un salario pírrico si tienen la suerte de encontrar alguien que los contrate.


El que siga mis artículos puede achacarme de reiterativa en mi decir que el sistema educativo que tenemos es nefasto, pero esto es lo que pienso. Es fundamental para el desarrollo personal y social una educación centrada en valores morales, éticos, humanistas, históricos, de integración y progreso, no lo que desgraciadamente están aprendiendo y viviendo en la actualidad nuestros hijos y nietos. El desarraigo familiar, la falta de responsabilidad de los jóvenes, el poco apoyo a las familias, la legalización del aborto y la eutanasia, entre otras muchas cosas, hacen que España sea un país en el que dentro de pocos años no tengamos recambio generacional, seremos invadidos por personal extranjero que intentarán cambiar nuestra idiosincrasia, y todo quedará en el recuerdo nostálgico de los que vivan y lo transmitan a los que quieran escucharlo.  


Si no queremos que esto ocurra, pongámonos las pilas y demos la vuelta a la tortilla, echemos más huevos a la sartén, remocemos las patatas vs. políticos y dejemos disfrutar a las futuras generaciones como lo hemos hecho la generación privilegiada.

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