 Los griegos están llamados este domingo a las urnas en un referéndum convocado
de manera apresurada por el primer ministro, Alexis Tsipras, y en el que está en juego
el futuro del país tanto dentro de la UE como del euro, aunque el Gobierno insiste en
que lo único que está en juego es su capacidad para negociar un mejor acuerdo.
El viernes pasado, y para sorpresa de muchos, incluidos los propios griegos, Tsipras
anunciaba que sometería a referéndum la última propuesta formulada por la UE, el
Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que Grecia
pudiera resolver sus problemas de liquidez y afrontar los pagos de deuda pendientes.
El anuncio, además de provocar la ruptura de las conversaciones con las
instituciones para cerrar un acuerdo, hizo que el BCE congelara su programa de
liquidez para los bancos griegos, empujando al Gobierno a ordenar el cierre de todos
los bancos del país con el fin de evitar la fuga de capitales.
Así las cosas, los griegos amanecieron el lunes con la noticia de que solo podrán
sacar hasta el próximo lunes 60 euros diarios de los cajeros automáticos, medida que
sin embargo no será aplicable a los turistas, sector clave de la maltrecha economía
helena.
En el caso de los jubilados, muchos de los cuales carecen de tarjetas bancarias, se
tuvo que adoptar como medida de emergencia la decisión de abrir un millar de
sucursales bancarias el miércoles para que estos pudieran cobrar un único pago de
120 euros de sus pensiones.
Y mientras los ciudadanos sufrían los efectos del 'corralito', continuaban las
negociaciones contrarreloj entre el Gobierno y las instituciones para tratar de evitar el
impago por parte de Grecia. Así, el lunes por la noche, el presidente de la Comisión
Europea, Jean-Claude Juncker, hizo un último intento de sentar a Atenas nuevamente
en la mesa de negociaciones.
PROPUESTA DE TERCER RESCATE
Tsipras respondió por carta proponiendo la negociación de un tercer rescate por
29.100 millones de euros en dos años para hacer frente "exclusivamente" a los
vencimientos de deuda externa e interna, que debería venir de sus socios europeos,
dejando fuera al FMI, algo que el eurogrupo descarta.
Además, planteaba una "breve prórroga" del actual rescate --que finalmente expiraría
en la medianoche del 1 de julio-- para evitar un "impago técnico" y solicitaba una
reestructuración de la deuda acumulada.
Sin embargo, la propuesta griega fue rechazada por los miembros del eurogrupo, por
lo que Atenas cumplió con su promesa y no pagó los 1.500 millones de euros que tenía
que pagar al FMI antes de la medianoche del 30 de junio. Grecia se convirtió así en el
primer país desarrollado en no cumplir con sus compromisos con el organismo
internacional, si bien aún no ha sido declarado en suspensión de pagos.
El FMI coincide con el Gobierno griego en que su deuda es "insostenible" y en un
informe publicado esta semana, y elaborado antes del 'corralito', reclama a sus socios
europeos que concedan un nuevo rescate al país heleno hasta 2018 de alrededor de
36.000 millones de euros e, incluso, no descarta que sea necesaria una quita.
Desde el martes, no ha habido nuevas propuestas, aunque han sido muchos los
líderes europeos que han asegurado que la "puerta está abierta al diálogo", incluida la
canciller alemana, Angela Merkel, y el Gobierno griego ha insistido en que sigue en la
mesa de negociaciones.
Sin embargo, lo cierto es que entre los líderes europeos, incluidos Juncker y la propia
Merkel, la postura de Tsipras, que se ha mantenido firme en la convocatoria del
referéndum pese a las críticas, ha generado una cierta exasperación, hasta el punto
que la canciller dejó muy claro que no se puede negociar hasta que no se celebre la
consulta y haya un resultado.
EURO VS TSIPRAS
Así las cosas, aunque lo que votan este domingo los griegos es la última propuesta
de la antigua 'troika', lo cierto es que la consulta ha pasado más a ser un referéndum
entre Europa sí o no, o entre Gobierno sí o no.
Desde el Gobierno, Tsipras, y con él su popular ministro de Finanzas, Yanis
Varoufakis, han dejado claro que el 'no' no supone una salida inmediata de Grecia del
euro y la UE, sino que deja al país en una mejor situación de fuerza para negociar un
acuerdo más ventajoso con las instituciones. Además, ambos, en el caso del ministro
de forma mucho más explícita, han ligado su futuro al resultado de la consulta.
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